Educar a nuestros hijos con autoritarismo es un error a largo
plazo. Por mucho que creamos que así nos
atienden, solo generamos desconfianza y minamos su autoestima.
Mira
que eres pesado! Te lo digo por última vez, o vienes ahora mismo o... me quito
la zapatilla". ¿Recuerda a su madre pronunciar esta frase?. La mayoría de
los hijos han sufrido este tipo de amenazas, que en ocasiones se volvían
realidad y en otras quedaban simplemente en eso... amenazas.
Siempre
hemos oído decir que los niños no nacen con un manual debajo del brazo...
mentira. ¡Será por manuales! Esta frase tenla sentido hace 30 años, pero hoy
día, los que no se educan para ser unos buenos padres es porque no tienen
ningún interés en hacerlo. Se excusan en ideas como que "nuestros
padres siempre nos han dado una bofetada y no tenemos ningún trauma". Pero
hoy existen directrices que ayudan y facilitan la labor educativa, que explican
qué hacer y qué es perjudicial para el crecimiento y desarrollo de su hijo.
Vivimos
de forma acelerada. Muchos padres están al borde de un ataque de nervios...
siempre corriendo. Los niños son una fuente de placer, pero también una fuente
de estrés. Están continuamente comprobando dónde están sus límites. Y si a esta
conducta tan típica de todos los niños se añade la poca paciencia que tienen los
adultos, la situación se convierte en una bomba de relojería.
La
tendencia es dejarse llevar por los impulsos. Contemple esta escena:
- "Pepe,
métete en la ducha, que ya está la cena".
- "Ya
voy'',
responde Pepe, pero sigue jugando en el ordenador y la madre le vuelve a decir:
- "Pepe,
te he dicho que te metas en la ducha".
El
niño, acostumbrado a que le repitan todo cinco veces, pasa y sigue jugando. La
madre piensa:
- "Siempre
me pone al límite, nadie piensa en mí, por qué no obedecerá a la primera... siempre
estamos igual!"
y fruto de esta interpretación grita:
- ¡Pepe,
que te he dicho que te metas en la ducha, siempre estás igual, tengo que
repeürlo todo veinte veces!", se acerca hasta su habitación enfadada dando
voces.
Cuando
da gritos y falta el respeto a sus hijos, los etiqueta y en el peor de los
casos, les pega... los está humillando, les transmite que no son buenos y que
no vale la pena respetarlos, que se merecen ese trato y les enseña una forma
equivocada de ejercer el control.
Cuando
sean mayores y tengan hijos, repetirán este modelo de disciplina con sus hijos,
lo ejercerán como jefes en la oficina y tratarán de forma agresiva a los amigos
en el cole y a sus parejas.
APRENDIZAJE HEREDADO
"Si queremos que nuestros hijos sean personas de bien,
debemos empezar nosotros por ser personas de bien" (Albert Einstein)
Los
padres y madres agresivos se sienten orgullosos de tener hijos obedientes y
sumisos.
Las personas autoritarias consiguen mucho poder en un corto espacio de tiempo.
Normal, nadie quiere que le peguen ni que le digan "no
sabes hacer nada, eres un imbécil". Pero el coste que
supone este tipo de disciplina es muy alto. Los hijos pierden la confianza en
sus padres, dejan de hablar con ellos porque tienen miedo de las consecuencias
de lo que cuentan, mienten porque la verdad puede ser negativa para ellos, y en
el peor de los casos se sienten tan angustiados que terminan rechazando y refugiándose
en todo lo que les aleja de la realidad. Confían más en los amigos y los padres
de sus amigos que en los suyos propios. A pesar de que algunos niños son más
activos, inquietos, "movidos" que otros, todos responden
si actuamos siguiendo unas directrices basadas en el respeto, la perseverancia,
la paciencia y la seguridad.
A
continuación vamos a ver unas normas de lo que sería mejor dejar de hacer y de
lo que sí funciona. Como madre, padre o responsable del niño, no puede... y
en cambio debería...
No puede: etiquetarlo,
compararlo ni hablarle con desprecio y humillando. "Eres
tonto, si es que no das una, no te puedo pedir nada", o "eres un guarro, tienes toda la ropa sucia por
medio". Cada vez que insulta y descalifica a su hijo,
disminuye su autoestima y actúa potenciando justo lo que desea que cambie. Si
le transmite a su hijo qué es un guarro, la tendencia será a actuar conforme a
su etiqueta.
Si debería: corregir lo que desea
que cambie centrando el comentario en lo que hace o deja de hacer en lugar de
criticarle. Deje de insultar, es preferible decir: "Por
favor, pon más atención cuando compres la fruta que te he encargado, porque la
mitad de lo que has traído está tan maduro que no se puede comer". Trate
de ser cariñoso cuando pida que haga algo, sea paciente, es un niño. En caso de
que no le obedezca, avísele de cuáles serán las consecuencias de no hacer lo
que debe. Sea firme y no dé un paso atrás.
No puede: machacarle por sus
errores. A todos nos basta con que nos digan las cosas una sola vez. El primero
que se siente mal cuando se equivoca es uno mismo. Y por favor, elimine el
famoso "te lo dije". No
suma ni aporta nada.
En camblo, deberla: hacerle entender dónde
está el error, dialogar, preguntarle si necesita ayuda. Si es necesario castigar,
hágalo, pero siempre en un tono comprensivo y explicando que existen
equivocaciones que tienen consecuencias negativas y que esta es una forma de
aprendizaje.
No puede: castigar de forma
desproporcionada y/o pegarle. Los castigos desproporcionados y los físicos son
una de las peores humillaciones, Sí es cierto que a través de los castigos los
niños aprenden que cuando son desobedientes obtienen consecuencias negativas.
Pero
veamos cuales son las directrices para que el castigo sea un recurso eficaz y no
una herramienta agresiva. Motivo de castigo es desobedecer, faltar al respeto,
hacer daño a otros, no cumplir con las obligaciones o no comportarse conforme a
las escalas de valores que los padres transmiten a sus hijos.
Sl debería: castigar de forma
efectiva, cumpliendo con los siguientes criterios: el castigo debe ser algo
que se explique y que el niño sepa por qué está siendo castigado.
Tiene que conocer qué puede o no puede hacer: "estás
castigado sin salir hoy a jugar o sin coger el ordenador".
Tiene que ser algo que al niño le moleste perder. Si le castiga con algo que le
da igual, es como no hacer nada. Además, tiene que ser apropiado a la edad. No
puede castigar a un niño de seis años sin jugar todo un mes.
LAS CLAVES DEL EXITO
EDUCATIVO
"El propósito de la educación es lograr que los niños
quieran hacer lo que deben hacer" (Howard Gardner psicólogo y profesor de
la Universidad de Harvard).
La
inmediatez en el castigo es importante, sobre todo en niños pequeños. Si castiga
a un niño de cuatro años sin salir el fin de semana y estamos a lunes, se le
olvidará y perderá el sentido. Y todo tiene que explicarlo con un tono de voz
conversacional v meditado. Transmítaselo de forma tranquila y segura. No se
trata de humillar, sino de que aprenda.
Y
recuerde seguir normas muy sencillas como mantener la calma: se obedece más a una persona
que transmite calma y seguridad que a la que pierde los papeles. Refuerce y valore
los cambios que hagan sus hijos. A pesar de que piense que son sus
obligaciones, a todos nos gusta que nos valoren cuando hacemos algo que está
bien. Todo lo que se refuerza, tiende a repetirse. Si quiere cambiar un comportamiento,
en lugar de
decirle lo que no tiene que hacer, dígale lo que espera de él. En
lugar de decir "deja de jugar a la pelota",
dlgale: "¿por qué no montas esa ciudad de
Playmobil tan chula que hiciste la semana pasada?".
Establezca
reglas claras y sencillas.
No complique todo con mil instrucciones a la vez, que además suelen ser
incompatibles unas con otras. Si le dice que recoja sus juguetes, no le diga
también que se duche. Una cosa detrás de otra. Dele la opción de elegir en
algunas cosas, sáquele dos pantalones y deje que escoja. Y demuéstrele siempre que su amor es
incondicional. Hay niños que han llegado a interiorizar que el amor de
sus padres está en función de cómo se comporten. Esto es algo muy cruel.
APRENDER A ENSEÑAR
Las Películas
La Frase
-
"Podrían engendrarse hijos educados si lo estuvieran los padres. (Goethe).
Canción
-
Esos locos bajitos, Serrat.
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