Los terapeutas de familia reflexionan sobre los problemas de la convivencia, sus soluciones y fracasos.
El punto
de partida, según coinciden los expertos, es recuperar o reeducar la
comunicación entre ambos
Novelas,
películas, canciones, teatro... Seguramente de las crisis de pareja, del
desamor, el desgaste o el reencuentro se ha escrito todo y todo está por
escribir. Estos días, los actores Meryl Streep y Tommy Lee Jones invitan a
reflexionar de nuevo sobre el tema al interpretar a una pareja madura que
intenta -empujada por ella y en contra de la voluntad de él- recuperar el
pálpito, la complicidad y la intimidad extraviadas por el camino de la vida. La
película no pasará a la historia -según los críticos-, pero sí sus intérpretes
y su temática eterna. ¿Hay un punto de
no retorno en las relaciones?, ¿hay errores subsanables?, ¿existen modos de
reparar el desgaste?
Pongamos
que se llaman Pedro y Eva. Llevan más de quince años de convivencia y acaban de
tener una sesión con Maria Helena Feliu,
psicóloga clínica experta en conflictos de pareja. Cada uno sale con cuatro
capítulos de un libro que deberán leer para intentar recorrer el camino hacia
el reencuentro. El punto de partida, según coinciden los expertos, es recuperar
o reeducar la comunicación entre ambos. Expresar, dice Feliu, lo que se siente, las cosas que a
uno le hacen sentir mal del otro pero sin el "tú" acusador, sin
hurgar excesivamente en el pasado, sin juicio de valores... Puede
parecer una inmensa obviedad, pero este es el principio del principio. Y
pongamos que Maria Helena Feliu ha recomendado a Pedro y Eva que después de
leerse los capítulos, si quieren empezar a hablar, lo hagan fuera de casa, por
ejemplo en una cafetería, para evitar un escenario habitual de discusiones.
Cuando
se trata de sentimientos no hay recetas infalibles ni teorías objetivas. Pero
como paisaje de fondo debe tenerse en cuenta que hace ya unos cuantos años que se ha
producido un profundísimo cambio social. Las mujeres trabajan -si la
crisis lo permite-, muchas en puestos de responsabilidad, se tienen menos
hijos, sin embargo el marco mental de los hombres -pese a las muchas
excepciones- no ha evolucionado a la par, según indican los expertos
consultados. Son normalmente ellas las que lidian a la vez con las exigencias
laborales y el mapamundi del hogar, lo que causa tensión y acaba siendo motivo
de discusión.
Sería
bueno plantear reacciones preventivas, recomienda la psicóloga Maria Antònia Güell. Mucha gente que llega
a la consulta, comenta esta especialista desde 1985, ha descuidado al otro, no ha construido una
"vida interesante" con la pareja o incluso con uno mismo buscando
espacios para cultivarse. No se trata de hacer grandes cosas. Salir
a cenar, marcharse algún fin de semana sin los hijos, practicar algún hobby que
guste a los dos para evitar el desgaste que viene de la mano de la rutina, de
la falta de planes y de diversión. Esto provoca que cada uno vaya encerrándose en sí mismo,
y se despersonalice al otro.
Sería
una de las formas de evitar la llegada al fatídico punto de no retorno. "Hay un momento que no es racional, es demasiado
tarde, se ha sufrido demasiado y se ha producido un clic",
señala Begoña Odriozola, psicóloga y
sexóloga. Esto se nota, explica, cuando el otro empieza a importar un bledo,
cuando a uno le da igual si su pareja va o viene. "De
hecho -añade-, es un punto de no conflicto". La
recuperación de la pareja es un proceso, no sucede de un día para el otro, y
lograrlo no significa volver a la casilla de salida, sino a un nuevo escenario
ya que la vida ha ido pasando. (Hay que dejar para otro momento el tema de la
infidelidad, porque en ese caso la eventual restauración de la confianza es más
compleja y tiene otros componentes.)
Los
expertos consideran que hay varios elementos fundamentales a la hora de evaluar
si la intimidad es recuperable. Una de las cuestiones principales es que las
parejas se hayan querido, subraya Nathalie
Lizeretti, coordinadora del grupo de trabajo sobre inteligencia emocional
del Col·legi de Psicòlegs de Catalunya.
Si se casaron porque uno quería marcharse de casa o por temor a perder el tren
del matrimonio, poco se va a lograr. Es importante, así, que la elección de convivir se haya
hecho y se haga desde la independencia personal.
La
pareja, señala Odriozola, es también una cuestión de encaje. Ha de haber una
cierta armonía en los deseos, los proyectos, o sea, en lo que se
demanda en un determinado momento a la vida, aunque esto pueda evolucionar. Ha
de haber, además de amor, una amistad profunda y ayuda mutua. También
hay que ser realista -aunque cada vez se es más- y no aferrarse al amor romántico,
porque con el tiempo se mezcla con la lealtad y la amistad. Y tener la
capacidad suficiente de reflexión y huir de lo que Güell califica de la "moda de
la fast-felicity".
El
punto de no retorno llega cuando hace ya tiempo que muchas cosas se han
descuidado, cuando la factura es impagable. Además, debe tenerse en cuenta que
cada década aproximadamente se vive una crisis personal, indica Lizeretti, que
servirá para medir la complicidad y solidez de la pareja, para observar si los dos miembros caminan
en la misma dirección.
El
punto de partida, se señalaba, es la comunicación. Sin ella las muestras de
afecto son difíciles, puede haber choques en la educación de los hijos o en
cómo gestionar las cuotas de poder de cada uno. Y se deja de tener una vida
sexual satisfactoria, explica Feliu. Por ello, considera que para restablecer
la intimidad con solidez se debe empezar por hablar, pero si no acaba arreglándose
el tema sexual, poco a poco la relación se volverá a torcer.
La
pareja no es una ciencia exacta y la psicóloga Odriozola traza una línea más
difusa. Muchas relaciones que están mal, acaban estando mal sexualmente y a
algunas les va mal por el hecho de no tener relaciones, pero la importancia del
sexo varía según las personas, dice. Lo que está claro, prosigue, es que las
parejas que ríen juntas es más fácil que tengan una buena relación sexual. Reír
es complicidad y abre puertas.
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