Sabías
que ¡utilizamos casi una hora al día en preocuparnos?
Según
una encuesta europea, la preocupación dura unos 8 minutos aproximadamente y lo
hacemos una media de siete veces al día. La preocupación significa ocuparse
antes de una cosa que de otra, podríamos decir que preocuparse es una fase
preparatoria para encontrar soluciones positivas delante de las diferentes
dificultades en la vida.
Mediante
nuestros pensamientos y nuestro dialogo interior (generalmente expresamos la preocupación en
palabras) fingimos o reproducimos las acciones y los comportamientos que
tomaremos delante de un problema, anticipándonos a ciertos riesgos y
consecuencias que puedan surgir, pero sin actuar.
Hasta
aquí nos encontramos con la parte positiva de la preocupación, pero,
¿Qué pasa
cuando la preocupación se alarga en el tiempo?
Pasa
que, si solo nos preocuparnos y no actuamos, no obtenemos resultados. Al preocuparnos
nuestra actividad cerebral trabaja
constantemente y nuestra energía se agota, nos sentimos estancados y
frustrados. La preocupación se puede convertir en un hábito nocivo y
es uno de los factores que influye en la ansiedad.
Si
un problema no tiene solución, perdemos el tiempo preocupándonos, al igual que
si no está en nuestras manos solucionarlo. Si un problema tiene solución deja
de ser un problema.
Cuando
no nos ocupamos, no somos responsables, evitamos el problema y no vivimos en el
presente, ni saboreamos los momentos agradables.
Cuando
nos ocupamos, actuamos, empezamos a
utilizar además nuestro cuerpo físico y estamos más predispuestos a escuchar
nuestras emociones.
Y tú ¿Te ocupas?.
Sabías
que ¡utilizamos casi una hora al día en preocuparnos?
Según
una encuesta europea, la preocupación dura unos 8 minutos aproximadamente y lo
hacemos una media de siete veces al día. La preocupación significa ocuparse
antes de una cosa que de otra, podríamos decir que preocuparse es una fase
preparatoria para encontrar soluciones positivas delante de las diferentes
dificultades en la vida.
Mediante
nuestros pensamientos y nuestro dialogo interior (generalmente expresamos la preocupación en
palabras) fingimos o reproducimos las acciones y los comportamientos que
tomaremos delante de un problema, anticipándonos a ciertos riesgos y
consecuencias que puedan surgir, pero sin actuar.
Hasta
aquí nos encontramos con la parte positiva de la preocupación, pero,
¿Qué pasa
cuando la preocupación se alarga en el tiempo?
Pasa
que, si solo nos preocuparnos y no actuamos, no obtenemos resultados. Al preocuparnos
nuestra actividad cerebral trabaja
constantemente y nuestra energía se agota, nos sentimos estancados y
frustrados. La preocupación se puede convertir en un hábito nocivo y
es uno de los factores que influye en la ansiedad.
Si
un problema no tiene solución, perdemos el tiempo preocupándonos, al igual que
si no está en nuestras manos solucionarlo. Si un problema tiene solución deja
de ser un problema.
Cuando
no nos ocupamos, no somos responsables, evitamos el problema y no vivimos en el
presente, ni saboreamos los momentos agradables.
Cuando
nos ocupamos, actuamos, empezamos a
utilizar además nuestro cuerpo físico y estamos más predispuestos a escuchar
nuestras emociones.
Y tú ¿Te ocupas?.
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