Extraido del Blog Gotas de Armonia. Os recomiendo el activo el Blog de David, sus post y sus acertadas reflexiones fueron de los primeros que seguí. Vale la pena pasearse por el!.
En principio, se suele depositar en la pareja un nivel de
expectativas que difícilmente cumplirá. Al no hacerlo, aparecen las primeras
decepciones. En el inicio de una relación, enturbiados por la magia del
enamoramiento y la pasión, parece que la felicidad está garantizada.
Hay
suficiente con estar al lado de la persona amada. Esta se mitifica, no tiene
defectos, ni obstáculos que molesten ni causen malestar. Pasa un tiempo y,
lógicamente, se comienzan a detectar aspectos del otro que son poco
gratificantes. Se le quisiera cambiar y, la mayor parte de las veces, se
intenta sin éxito. Se puede llegar a tener confianza ciega en la propia
capacidad de persuasión para provocar en el otro la voluntad de modificar su
ser o su manera de hacer o de sentir. No se suele tener éxito, aunque que se pueda tardar mucho
tiempo en descubrirlo. El desengaño es más intenso como más elevado era el
convencimiento de poderlo conseguirlo.
Ninguno no cambia
la manera de ser de nadie.
Nada más uno mismo tiene la capacidad de hacerlo desde la libertad y desde su
convencimiento. Cuando
una persona lo intenta, suele conseguir el efecto contrario. A
menudo, cuando más se insiste, más provoca una reacción adversa. Como el niño
agobiado por unos padres que lo quieren hacer que coma sin hambre, en todas las
edades aquello que se vive como forzado por otros deja de motivar o lo hace en
sentido contrario al pretendido.
El amor provoca
decepciones por si mismo.
Si bien es cierto que nada puede dar tanto goce y bienestar emocional como
amar, también lo es que difícilmente nada puede llegar a hacer sufrir tanto.
Nada no es más doloroso que la incerteza de los sentimientos del otro, no
sentirse correspondido o sentirse de una manera diferente de la esperada supone
una agresión especialmente difícil de soportar.
El abandonamiento
del otro es la agresión más punzante.
La infidelidad, el desamor y el alejamiento dañan gravemente el estado de ánimo
hasta el punto de poder provocar un trastorno emocional que necesite
tratamiento. El traspaso de la pareja, enviudar, supone una agresión que
permite conectar con la importancia que tenia la pareja en la vida de una
persona. Valoramos
mucho más las cosas y las personas cuando las perdemos.
El bienestar
emocional requiere la capacidad de vivir intensamente los sentimientos sin
permitir que la emotividad se imponga al razonamiento ni estos a las emociones.
Si la biología
humana es un prodigio de equilibrios, conseguir que razón y emoción se junten
sin que ninguna salga perdedora es una garantía de no esperar más del que puede
dar de sí. Tampoco se ha de esperar menos ni renunciar a todo el goce que
produce el hecho de amar.
Se sufriría mucho
menos por causa de los sentimientos si no nos hiciese miedo el sufrir, si se viviera la vida amorosa buscando
menos seguridades y más júbilo, si no hiciese miedo amar. También se
vivirían menos desengaños si se esperara de vivencia amorosa el que puede dar
de sí, siempre mucho menos del que se suele esperar.
Creer que la
relación con otra persona puede hacer feliz es un grave error. La felicidad la
busca cada uno en el mismo y la comparte con quien ama. Nos da más bienestar
emocional el hecho de amar que el que nos amen. Si se vive así, no se deja el
bienestar en manos de otros. Lo seguimos teniendo en nuestras manos.
Del libro:
Bienestar emocional – Dr. Joan Corbella.
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