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dimarts, 30 de juny del 2015

"La rata demostró que la clave de la felicidad es no esperarla". Mauricio Papini. La Contra de La Vanguardia.

Mauricio Papini, investigador neurocientífico  y estoico por experimentación.
Tengo 61 años: anticipo lo peor de lo que no depende de mi y me preparo como el mejor para lo que sí depende. Investigo en Texas y presidí la Asociación Americana de Psicología. Nací en Argentina: era lógico especializarme en frustración. Colaboro con la Universidad de Barcelona.

EL RUIDO Y LA RAZÓN
"La vida es unaa historia sin sentido llena de rabia y ruido contada por un idiota” sentencia el ambicioso Macbeth al intuir su final. Séneca y Epícteto, matizan: acepta la vida en lo que no depende de ti y sufrirás menos su absurdo y cultívate para mejorarla en aquello que sí depende de ti. Ataraxia y resiliencia: asume que el tarro de la vida te llevará por caminos a veces desgraciados sin dejar de superarte para mejorarla en los ratitos en que lo conduzcas tú. El doctor Papini investiga en su laboratorio conductual cómo gestionar la frustración para sobreponernos al infortunio y explica que no podemos decidir todo lo que nos sucede, pero si cómo nos lo tornamos.

Qué nos enseña el modo de aprender de los animales?
He estado comparándolo con el nuestro durante toda mi carrera y me he especializado en la frustración como mecanismo adaptativo, porque explica mucho sobre cómo modificamos nuestras conductas.

¿Los animales también se frustran?
Los experimentos de laboratorio demuestran que todos los mamíferos nos frustramos por igual.

Defina frustración
Lo que sientes cuando obtienes algo menos bueno de lo que esperabas.

¿Y cómo la investiga en animales?
Le doy a una rata de laboratorio una solución de agua con un 32% de sacarosa durante una serie de días y luego se la cambio por otra que tiene sólo un 4%: 8 veces menos.

¿Y cómo reacciona?
La rechaza con una reacción emocional exagerada muy similar al estrés.

¿La rata pilla un berrinche?
En psicología decimos que se frustra: reacciona con una forma exagerada de rechazo ante cualquier cambio negativo ysignificativo entre lo que esperaba y lo que obtiene.

¿Por qué la califica de exagerada?
 Porque lo es en comparación con la actitud de otra rata a la que damos siempre un 4 % de sacarosa y la acepta. En ella no hay frustración, porque no había expectativas.

¿Para qué nos sirve la frustración?
Mi hipótesis es que es evolutivamente necesaria para adaptarnos a situaciones de cambio brusco en la proporción de alimento.

¿Y por qué es tan útil para adaptarnos?
Si usted va cada día a por fruta a un árbol v se harta y el día que no queda no se frustrara, continuaría yendo al árbol a por fruta v moriría de inanición: la frustración nos hace cambiar de modo radical de conducta y buscar así nuevas fuentes de sustento.

¿Sin frustración no hay rectificación?
Sin ella nos costaría mucho cambiar de pautas y costumbres. Lo interesante es que la frustración está relacionada con el sentimiento de pérdida y el mecanismo de dolor.

¿En qué sentido?
Si usted se hace un corte en un dedo, activará los mismos circuitos neuronales que si sufre una pérdida o se frustra.

¿Cómo reacciona el cerebro?
Tanto ante la frustración como ante un dolor de muelas, libera opioides endógenos.

¿Son un paliativo del dolor?
Sí, ¿y sabe cómo reacciona la rata a la que se priva de lo que esperaba?

Es nuestra maestra.
Cuando se frustra porque le reducimos su sacarosa, aumenta su ingesta de Libríum, un ansiolitico antidepresivo adictivo, que hasta entonces apenas había querido consumir, aunque también se lo ofrecíamos cada día.

¡Igual que los que beben por amor!
Si cambiamos cada día a la rata su dosis de sacarosa al azar, sometiéndola así a una frustración crónica, al principio la compensa tomando mucho antidepresivo, pero después va tomando menos, es decir, se sobrepone. La rata aprende a soportar el dolor. Tiene mecanismos de resiliencia como nosotros y como todos los mamíferos.

La rata aprende a no hacerse ilusiones.
Por eso, a mí las ratas de] laboratorio me han enseñado mucho junto a Séneca y Epicteto.

Grandes maestros estoicos.
Los estoicos nos enseñaron a gestionar la frustración y a ejercitar la resiliencia...

Y sin ansiolíticos.
Aprende a esperar lo peor de lo que no depende de ti y a prepararte como el mejor para lo que sí depende. Gran parte de lo que nos sucede en la vida no depende de nosotros y, por ello, reduciremos la frustración si anticipamos lo peor.

¿Cómo aprendió Epíteto?
Recomendó ejercicios de premeditación que yo practico. Cada mañana, me siento unos segundos al borde de mí cama al despertarme y trato de anticipar todo aquello que puede salirme mal pero que no controlo. Después me comprometo a hacer muy bien lo que sí depende de mí y controlo.

Es el poder del pensamiento negativo.
Yo diría que es el poder del pensamiento realista. Si anticipas que hay cosas que no dependen de ti y saldrán mal, tu frustración en la desgracia será menor y más fácil de gestionar. Pero, al tiempo, debes ser positivo y proactivo en lo que sí depende de ti y en tu compromiso con la vida: debes asumir lo peor y prepararte como el mejor siempre.

Es el poder del pensamiento positivo.
En lenguaje estoico: yo controlo mis virtudes: mi esfuerzo, mi dedicación, mi talento... Pero también aprendo a anticipar y a asumir que, pese a ellos, habrá una parte de mi destino que no depende de mí.

No puedes decidir todo lo que te va a suceder, pero sí cómo te lo vas a tomar.
Los estoicos cultivan la ataraxia, que vendría a ser en términos psicológicos como la gestión de la frustración, que, como ha visto, es una emoción científicamente demostrable y evolutivamente necesaria.

¿Qué enseñan las ratas del laboratorio?

En cierto modo, y hablando ya en lenguaje coloquial, que la clave de la felicidad está en no esperarla.


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