
Alan
Turing,
padre de la inteligencia artificial y hombre clave para descifrar los códigos
nazis durante la II Guerra Mundial, fue condenado en Gran Bretaña por “indecencia
grave”. ¿Cuál fue su delito? Ser homosexual. Su tormento le llevó a
quitarse la vida… y el mundo se perdió un científico brillantísimo. La condena
tuvo lugar en 1952 y solo hace dos años, en 2013, el Parlamento intentó reparar
socialmente su figura ‘perdonándole’ su pecado. Es solo un ejemplo,
al igual que el gran Oscar Wilde,
condenado a dos años de trabajos forzados por ser homosexual. Al igual que
ellos dos ha habido cientos de miles de personas consideradas raras o extrañas
en su tiempo que no han podido desarrollar su talento por las barreras que se
les han impuesto. Hoy, aunque en menor medida, seguimos cayendo en ese gran
error.
Si nos fijamos, muchas veces excluimos
de nuestra vida casi de manera inconsciente a todo aquel que nos parece diferente a
nosotros, o que no conecta con nuestras ideas, origen o estatus
social. El prestigioso comunicador Mike
Wagner lleva años estudiando los beneficios de acercarnos a esos extraños
que nos rodean. Para Wagner, al conocer al diferente “en el peor de los casos podríamos hacer un
amigo”.
Porque en el mejor de los casos,
además de conectar en amistad, esa unión se puede transformar en avance social
o empresarial. Según Wagner, “el cerebro humano consume, como máximo 40 watios, menos
que una bombilla, y cuando mejor reacciona es cuando entra en contacto con lo
desconocido”. A este respecto, el economista y neurólogo Gregory Berns define nuestra cabeza
como “un
trozo de carne vago que ha de ser disparado para que preste atención”.
Y ese disparo lo produce el contacto con el extraño, con el supuestamente raro.
Lo predecible, lo monótono no nos hace
reaccionar, nos dificulta el proceso de creación y es por eso por lo que muchas
empresas se han dado cuenta de ello y han comenzado a realizar trabajos de
grupo, brainstormings, juntando a personas que no están acostumbradas a
trabajar codo con codo y que son bien diferentes. Los resultados son excelentes
en cuanto a generación de nuevas ideas y creatividad.
Este mismo hecho ha provocado que
muchas compañías hayan suavizado los códigos de vestimenta o los horarios, con
el único objetivo de atraer al mayor número de personas brillantes, sin
importar si su forma de vida es convencional o no.

Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada