—Dice usted que hemos
de tener coraje...
—Sí..., si
queremos ser dueños de nuestro destino.
—Pero ¿qué es tener
coraje?
—Saber recomenzar
siempre, lanzarse adelante cuando nadie espera que lo hagas.
—Necesito ejemplos.
—Salir a guerrear,
antiguamente. En la época feudal, arriesgarse a comerciar. O pescar de noche,
con mala mar... Alejandro tuvo coraje, Colón tuvo coraje.
—Entiendo: coraje es
arriesgarse.
—Sí, pero hoy en
día no se trata ya de un riesgo físico.
—¿Cuál es hoy el
riesgo, pues?
—El fracaso.
¡Todos tenemos tanta ansia de éxito en todo...! Tener coraje es desafiar la amenaza del
fracaso.
—Tengo que pedirle de
nuevo algún ejemplo, perdóneme.
—¿Un ejemplo? Mi
mujer. Es socióloga en la universidad. Nunca ha publicado una novela y ahora
lleva cuatro años escribiendo una. Puede ser un fracaso, y se arriesga a
ataques desde su entorno académico. Coraje es hacerlo y, si sale mal, resistir
y seguir.
—¡Quiero tener coraje!
Aconséjeme.
—Tendrá que ser optimista
(tener fe en los demás) y aceptar que no todo sale siempre como uno quiere. Y cumplir con su
misión.
—¿Qué misión?
—La que sea. La
suya. Todos,
para vivir, debemos tener alguna misión.
—¿A qué se refiere?
—Imagine a un
profesor con un aula de 30 alumnos desastrosos que ni le escuchan: si, pese a
todo, él tiene claro que su misión es impartir una buena clase, eso le dará fuerza
para seguir. Si eres camarero y no sirves la mesa contento, ¿qué vida es ésa?
—Quizá la misión en la
vida de esa persona no es ser camarero...
—¡Pues uno debe
tener el coraje de descubrir su misión y seguirla con voluntad! Por eso admiro
a los japoneses: lo que deciden hacer lo hacen con perfeccionismo.
—¿Qué opinan sus
compatriotas italianos de estas ideas suyas?
- Ten coraje acaba de salir y
ha vendido 60.000 ejemplares en Italia. Pero mis ideas hace 15 años que las
leen cada semana en la primera página de Il Corriere della Sera.
—¡Quince años! ¿Y qué
les cuenta?
—Cosas de la vida
cotidiana. Lo hacía hace 40 años y mis colegas sociólogos se reían de mí: «Alberoni, ese que escribe sobre el amor,
las mujeres, las novelas rosa, los sentimientos, las pasiones..., ¡bah!».
Y, ahora, los americanos lo llaman «inteligencia emocional» y lo ponen de moda.
Bueno...
—¿Cuándo empezó usted a
publicar estudios sobre el amor?
—En 1967 publiqué
mi primer trabajo sobre enamoramiento. Pero en aquella época sólo interesaba la
lucha de clases.
—¡Cuánto ha cambiado
todo en 30 años...!
—Se acabaron los
sueños colectivos, utópicos..., y han ganado peso las cosas pequeñas.
—Y usted ha ganado
lectores.
—Sí, porque los
curas han dejado hueco. Como ahora sólo se dedican a los marginados, a los
drogadictos... Ejemplo máximo: la madre Teresa de Calcuta, modelo inalcanzable
para la gente. No les sirve. Yo, como laico, escribo sobre filosofía moral
aplicada a la vida cotidiana (lo que antes era monopolio de la Iglesia), y eso
sí interesa a la gente.
—¿Y usted también
predica que hay que ser buenos?
—Hay que tener coraje
para ser buenos. El mal es tan fácil... Y hay que acercarse a los otros como si
fuesen buenos.
—Hábleme de alguien con
coraje.
Mi abuela, una
campesina ruda, impávida. No temía a nada. Caminaba 30 kilómetros para ayudar a
alguien y no le daba importancia. Nunca se le oyó un lamento.
—¿Es lo que más
recuerda de su infancia?
—No: fue la guerra
civil italiana, en 1944-1945. Vivía rodeado de odio y no entendía por qué. Sé
que eso es lo que de mayor me llevó a estudiar las pasiones colectivas.
—¿Qué enseñanza extrajo
de aquello?
—Que detrás de la
política está siempre la violencia.
—Es que fue una época
violenta en toda Europa...
—¡Faltó coraje!:
alemanes y rusos fueron débiles ante el nazismo y ante el comunismo soviético.
—Entonces, ¿los pueblos
son culpables de sus dictadores?
—Pero ¿usted cree
que la gente no sabía lo que Hitler o Stalin hacían? Claro que todos lo sabían,
pero abdicaron de tener coraje.
—Usted pide superhombres...
—No. Sólo pido rigor moral.
—¿Rigor moral? ¿Qué es
rigor moral? Tendrá que darme un ejemplo.
—¿Un ejemplo?
Rigor moral es defender tus ideas. ¿Un ejemplo? Rigor moral es aceptar ideas
diferentes a la tuya, pero nunca por dar coba. ¿Un ejem...
—Vale, venga...
—...plo? Rigor moral es
reconocer tus errores. No traicionar a un amigo. Hacer bien tu trabajo aunque
estés cansado, es no aprovecharte de un débil. Rigor moral...
—Ya he entend...
—...es telefonear a un enfermo. Cumplir la palabra dada.
Limpiar el suelo de casa cuando está sucio. Acariciar a un niño. Rigor moral es
quitarle a tu perro las pulgas. Rigor...
—Señor Alber...
—...moral es elogiar al que lo merece y
criticar al que lo hace mal, pero sin humillarle, para estimularle. Rigor moral
es dar las gracias a quien te ayuda.
—Gracias.
—Son cosas de
sentido común.
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