Las decepciones producen tristeza,
desencanto e ira. Sin embargo, detrás de cada decepción tenemos grandes
posibilidades de aprendizaje valioso: ¿Por qué se produce este desencanto?
Depositar
expectativas elevadas
En muchos casos, la decepción personal
se produce por poner unas expectativas elevadas en una persona en concreto o en
una situación determinada. La persona espera tanto de esa vivencia que,
finalmente, no
le llena la realidad en sí misma. También puede ocurrir que una
persona se frustre por poner expectativas en el lugar equivocado.
En este tipo de situaciones, es muy
importante reorientar la atención hacia un fin distinto. Por ejemplo, una persona puede
darse cuenta de que ha depositado sus expectativas en un amigo que no le
corresponde del mismo modo. Uno de los aprendizajes más importantes que vamos
adquiriendo a través de la experiencia es ajustar las expectativas a la
realidad de la vida y no al nivel del deseo personal.
Desencuentros
propios de la vida
Las decepciones también se producen
por desencuentros naturales de la vida. Por ejemplo, expectativas no correspondidas por ambas
partes. Así ocurre a nivel sentimental cuando una persona quiere a
otra pero no es correspondida del mismo modo. Cuando se producen situaciones de
este tipo, cuanto mayor es el tiempo que la persona permanece estancada en el
mismo punto, mayor
es el nivel de decepción personal que experimenta.
Hechos
inesperados
La decepción también pone de
manifiesto que el ser humano no puede controlarlo todo. Por ejemplo, se
producen decepciones cuando ocurre un hecho inesperado que obliga a anular un
plan que se había preparado con mucha ilusión. Un gesto tan cotidiano como que
la persona con la que habías quedado anule el plan en el último momento, puede
producir una decepción momentánea al dar un giro inesperado a tu agenda
personal. ¿Por qué nos decepcionamos? Simplemente, porque hacerlo es humano cuando una ilusión se
rompe.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada