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dilluns, 16 de desembre del 2013

Guía emocional para sobrevivir a la Navidad. 2 - Que cada uno viva las fiestas como quiera. Albert Domènech. La Vanguardia.

No convertir los encuentros familiares en obligaciones, limitar los temas de discusión, gestionar el luto o ser equitativo tomando decisiones, consejos más saludables
Ramon-Cortés cree que es importante “aceptar la forma que tiene cada uno de vivir la Navidad y tener muy presente que cada persona la encarará de diferente manera”. El experto en comunicación deja claro que es imposible que alguien que ha tenido una pérdida reciente viva con intensidad estas fiestas, y achaca la obsesión de ser feliz durante la Navidad a un factor social: “Parece que exista la obligación de que durante un periodo de fiestas lo tenemos que pasar bien, y no es así. Cada uno tiene que hacer lo que sienta, y los demás deberíamos aceptarlo exquisitamente”, señala; para concluir que “si alguien te dice que no está de humor para acudir a una celebración no hay que tomárselo como una ofensa o falta de respeto, sino aceptar que aquella persona necesita otras sensaciones”.

La socióloga e investigadora Cristina Brullet cree que hay gente a la que no le gusta la Navidad “porque supone una carga extra de trabajo” y admite que proliferan “personas que se han acostumbrado a tener proyectos mucho más personales a la hora de buscar momentos lúdicos o disfrutar de la vida”. Otra opinión es la de la psicóloga Maribel Martínez que relaciona la Navidad con el ciclo vital: “En la infancia solemos vivir, según el contexto o la sociedad, las fiestas como algo mágico, bonito y muy excitante. Cuando nos hacemos mayores tenemos más problemas y experimentamos pérdidas, por lo que nos cuesta más disfrutar de estas fiestas que vivimos como una carga u obligación, ya que asumimos que ese momento mágico no volverá a ser lo que era”. Aún así, para Martínez hay familias que viven un punto de inflexión: “La llegada de nuevos niños a una familia, ya sean sobrinos, hermanos, nietos o hijos, implica una segunda oportunidad para vivir las fiestas con la misma ilusión que tienen los más pequeños; es como si la Navidad adquiriera sentido y se volviera a poner en marcha un nuevo ciclo de vida”.


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