Ilustración de Sílvia Colomé |
No
convertir los encuentros familiares en obligaciones, limitar los temas de
discusión, gestionar el luto o ser equitativo tomando decisiones, consejos más
saludables
La Navidad es
el periodo del año en el que solemos echar más de menos a las personas que nos
han dejado o se han ido a vivir lejos de casa. La propia dinámica de las
fiestas es un obstáculo prácticamente insalvable para aquellos que han sentido
de cerca alguna pérdida, especialmente si esta aún es reciente. El comunicador Ferran Ramon-Cortés cree que en estos
casos lo mejor que podemos hacer es dar rienda suelta a nuestros sentimientos: “Todo lo que sea una gestión para intentar
no sentir tristeza o dolor lo único que provoca es que ese sentimiento salga
por otro lado y en el momento más inoportuno”. Por ello
Ramon-Cortés cree que “es muy humano, natural y bonito que en un momento de la
Navidad nos salten las lágrimas. Lo único que nos ayuda en estos casos es vivir con naturalidad el momento emocional
en el que nos encontramos, lo demás es una ficción que nos saca de la
realidad”. La socióloga Cristina
Brullet apunta que “si uno está triste, es recomendable poder compartir ese
sentimiento con otras personas, antes de quedarte aislado o dejar de hacer
aquello que te apetecería hacer”. Según ella, “compartir
el duelo es muy positivo y beneficioso”.
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