Ilustración S´ñ |
No
convertir los encuentros familiares en obligaciones, limitar los temas de
discusión, gestionar el luto o ser equitativo tomando decisiones, consejos más
saludables
Durante las
celebraciones pasamos muchas horas compartiendo manjares, bebida, compañía y
como no, conversaciones. Los problemas empiezan cuando, ante determinadas
cuestiones más polémicas, hay miembros de la familia que tienen posturas
opuestas que acaban generando incomodidad a toda la mesa. La psicóloga Maribel Martínez cree que “el problema es que la capacidad de conversar de las
personas no es muy grande, tenemos mucha más capacidad para discutir que no de
entender la posición del otro y empatizar con él”. A partir de
aquí, Martínez recomienda poner algunos límites dependiendo de las familias y
partiendo de la base de experiencias pasadas: “Si reconocemos que no tenemos la capacidad
de hablar de una manera constructiva sobre un tema me parece muy saludable
poner límites y evitar hablar sobre ese tema. Al final, todo se reduce a nuestra actitud y hay que recordar que dos no
discuten si uno no quiere”. De la misma opinión es Cristina Brullet que deja claro que “decidir no
hablar de determinados temas no es ser hipócrita, es hacer uso de una estrategia psicosocial muy razonable, en un
contexto en el que sabes que tu expresividad será difícil de controlar”.
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