Ilustración de Sílvia Colomé |
Calles
iluminadas en ciudades y pueblos, escaparates de comercios decorados
oportunamente con motivos navideños, mercados temáticos, villancicos como
bandas sonoras, anuncios de juguetes o ayudantes de Papa Noel que regalan
caramelos recuerdan insistentemente que la Navidad está cada vez más cerca. Son algunos de
los elementos característicos de esta época que disparan nuestras emociones
y nos provocan unas sensaciones poco unificadas, instaladas permanentemente en
una diversidad de estados de ánimo que van desde el odio, la ilusión, la
tristeza, la alegría o la magia, al aburrimiento o la resignación, entre muchos
otros.
Cada familia o
cada individuo vive la Navidad de diferente modo, según sus convicciones,
experiencias recientes, relaciones familiares o los obstáculos vitales que se
ha encontrado por el camino. Lo que para unos pueden ser días plagados de diversión,
felicidad, alegría u optimismo, para otros sólo son momentos de nostalgia,
tristeza, aburrimiento o mucho dolor. No existe ningún manual
objetivo que sirva para todos, pero sí que hay una serie de consejos a tener en
cuenta para que canciones como Noche de
paz o Dulce Navidad no se queden sólo en el título. Expertos en
comunicación interpersonal, psicólogos y sociólogos nos dan algunas de las
claves para tener la fiesta (de Navidad) en paz. Las resumimos en este
decálogo:
1
-
La felicidad
es un estado de ánimo que depende de la actitud interior de las personas, y no
de los demás o de normas pactadas socialmente. El experto en
comunicación interpersonal, Ferran
Ramon-Cortés, tiene claro que “pensar que hay que vivir la Navidad desde una posición
de diversión y de alegría es absolutamente ficticio porque cada persona tiene su momento vital y es imposible controlarlo”.
En el mismo sentido se expresa el psicólogo Rafael Santandreu, quien cree que “por mucho que vayas a comer todos los días
a casa de tus padres no les vas a hacer más felices como seres humanos. Si son
quejicas y depresivos lo seguirán siendo. Que
vayas a su casa un día normal, o por Navidad, no será nunca la cura de sus
problemas”. Son muchas las personas que no soportan la presión
social de tener que vivir unas determinadas fiestas con un estado de ánimo
concreto, algo que se acaba traduciendo en una pérdida más exacerbada de la
ilusión o en el aumento del estrés y las emociones más negativas.
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