Las personas
resilientes ven los problemas como misterior a los que hay que dar salida.
Abandone el victimismo, le dejará fuera de juego.
Cada vez que
en alguna presentación de equipos pongo el vídeo de Rocky, cuando habla con su
hijo y le dice durante el discurso: “Hay que soportar sin dejar de avanzar; si tú sabes lo
que vales, ve y consigue lo que quieres. Pero tendrás que soportar los golpes
de la vida”, me emociono.
Frente a los
problemas, más o menos graves, parecidas circunstancias socioeconómicas,
familiares y laborales, hay personas que se hunden y que contemplan la vida
como un lugar en el que ya no hay capacidad de reacción, o personas que piensan
que la vida vale la pena, que ahí fuera quedan oportunidades para todos, y que
a mal tiempo, buena cara.
La resiliencia
se define como la
capacidad de soportar los golpes y los avatares de la vida y sobreponerse a las
circunstancias. La persona resiliente sufre, siente y padece, pero
no se recrea en estas emociones, no se recrea en el dolor. Sino que lo interpreta
como parte del proceso, o del bache. El dolor y las circunstancias difíciles
forman parte de la vida, son parte del juego.
¿Alguna
vez se ha preguntado si tiene resiliencia? ¿Es capaz de olvidar el pasado,
sobreponerse y mirar hacia delante?
Imagine la
existencia como un juego; un juego en el que parte de las reglas las escribe
usted, pero otra parte vienen determinadas. La definición que haga de cada
piedra determina la forma como se enfrenta o huye de ella. Si vemos la vida
como ese lugar en el que tiene que aprender a vencer obstáculos, luchar como un
guerrero fuerte contra los dragones, un tablero con pruebas de lógica y
estrategia en las que debe pensar para resolver las situaciones, seguro que
será más atractivo que si define las piedras como mala suerte, desgracias, o
como algo dado en lo que no puede intervenir. Esta visión le hace ser víctima y
no protagonista.
La vida es un juego en el que tiene que ganar; entendido este
concepto como la capacidad de ir solventando obstáculos, aprendiendo de los
errores y de sus victorias, siendo feliz y disfrutando de los detalles. Y
también significa no dejar que el pasado le condicione, de tal forma que
siempre pueda estar en la casilla de salida. Siempre hay oportunidades, pero se deben
tener los ojos bien abiertos para poder verlas. Su atención es como
un faro que alumbra en la oscuridad. Deje de enfocar a lo que no funciona, esto
no le va a ayudar a avanzar.
Stephen Crane: “El que puede
cambiar sus pensamientos, puede cambiar su destino”
¿Por qué hay personas con resiliencia y otras no?
¿Podemos entrenarnos para convertirnos en alguien resiliente, o tiene que
aceptar su victimismo y derrotismo como modo de vida? Es importante tener
presente:
Aceptar
la parte injusta de la vida. Todos vivimos alguna vez una
situación que no nos merecemos. ¿Qué hacer? La decisión inteligente es centrar
la atención en cómo puede actuar para sumar. Refunfuñar, quejarse sin sentido,
dedicarse a hurgar en la herida no le devolverá la justicia. Abandone el
victimismo, le hace débil y le deja fuera de juego.
Valorar
sus recursos y capacidades. Se percibirá como alguien valioso si
le da valor a lo que funciona, si en su memoria están más presentes los éxitos
que los fracasos. Tener un autoconcepto positivo da confianza y autoestima. Es
importante fomentar esto en los niños, para que sean adultos resilientes. Reconozca y
potencie sus fortalezas.
Cómo
observa su potencial. A pesar de que el juego de la vida le
haya ganado una partida, quedan muchas por delante. Debe contemplarse como
alguien con capacidad para volver a superarse. ¿Por qué? Porque tiene capacidad
de aprendizaje. Los fracasos nos dicen cómo no hacer algo, pero no dicen que no
sea capaz de volver a intentarlo. Analice el error para aprender de él. Y luego
haga borrón y cuenta nueva. Es el momento de empezar otra vez.
Solución
de problemas.
Las personas resilientes ven los problemas como misterios a los que hay que dar
salida. No son problemas que bloquean sus vidas. Son enigmas, juegos y pruebas.
Imagine que es otra persona, con una manera distinta de observar el mundo… más
positiva, más atrevida, más creativa. Intente buscar propuestas desde ese punto de vista.
Viktor Frankl: “El hombre que
se levanta es aún más fuerte que el que no ha caído”
Diga adiós al victimismo. Las
personas resilientes no se lamentan de su pasado, ni del que ellos provocaron,
ni del que fueron víctimas. Su pasado les sirve para analizar y tomar
decisiones, pero no para sufrir. Su atención está puesta en hoy, en qué puedo
hacer ahora para ser más fuerte, más feliz y para alcanzar mi objetivo. Se trata de
evitar que la vida decida por usted. Deje de mirar por el retrovisor.
Implicarse
con responsabilidad. A principio de los años setenta,
Kobasa y Maddi definieron la personalidad resistente. Y una de sus virtudes era
la responsabilidad con lo que depende de uno mismo. Busque atribuir sus éxitos
y sus fracasos a variables internas suyas. Así sabrá qué tiene que repetir la próxima vez que se
enfrente a un reto y qué tiene que cambiar para mejorar ante futuros
problemas.
Comprométase. El
compromiso es una de las características de los resilientes. Depende de su
escala de valores, del respeto que tenga a su palabra. Pero también está
vinculado a su implicación, a cómo se involucra en sus obligaciones y en sus
placeres. Tener
compromiso significa decir que va a hacer algo y hacerlo; tener palabra con uno
mismo y con los demás. Si tiene dudas de no ser capaz de llevar a
cabo lo que está diciendo, es mejor pecar de prudente que de bocazas.
Ponga
un ritmo diferente en su vida. Si se dedica a pasar por la vida a
toda velocidad, no será consciente de qué le está pasando, de qué puede
disfrutar ni de vivir en el presente. Querrá todo el rato buscar la felicidad
en el futuro, llegar a ese lugar en el que cree que será feliz. Pero la
felicidad está aquí, hoy, con usted y con todo su entorno. Tiene que aprender a
relacionarse de forma diferente, de manera que le favorezca, que sea capaz de
contemplar y degustar lo que ve, oye, siente, huele y toca. El presente es
el lugar en el que tiene margen de maniobra, no lo desprecie ni lo ningunee.
Observe
la vida de forma positiva. Confíe en que la vida le deparará
momentos felices e involúcrese para conseguirlo. Puede dirigir su cerebro, su
mente, sus pensamientos, y orientarlo como un radar para buscar los aspectos
positivos. Su
manera de pensar determina en gran parte cómo se siente y las cosas que hace.
Buscadores
de tesoros.
La vida es un continuo desafío, un lugar en el que aparecen oportunidades. Si
se aferra a la idea de que hay un tren y que si no se sube al vagón preferente
perderá la oportunidad, se está condicionando. La vida está llena de trenes, de
todos los tipos y de todas las clases; si no pasa hoy, será mañana. En alguno
tiene que subirse, pero no hay solo uno que si se le pasa, pierda la
oportunidad. La vida ha dejado de tener ese carácter de “para toda la vida”. Ahora se acepta
el cambio, tanto en la vida personal como en la profesional.
Enfrentarse
en lugar de huir. Los resilientes postergan menos. ¿A qué le
conduce postergar? A nada positivo. Solo a que retrase la obligación, se sienta
mal consigo mismo y le aumente el nivel de pereza y ansiedad para resolver lo
que tiene pendiente. Los obstáculos se analizan, se solucionan, se saltan,
pero no se evitan. Evitar no es la solución, sino parte del problema
y de su malestar. No tenga miedo, ni siquiera a pasarlo mal. ¿Realmente lo va a
pasar tan mal “metiéndole mano al asunto”? Seguro que no, es más lo que cree
que es que lo que realmente tiene frente a usted.
Recuerde: la vida
no le deja en el camino si usted no se lo permite.
Para
conectarnos
Frase: “La totalidad
está presente incluso en las piezas rotas” (Aldous Huxley)
Película:
‘Patch
Adams’, comedia-drama protagonizada por Robin Williams y dirigida
por Tom Shadyac. Basada en una historia real
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