Tengo 46
años. Nací en el campo, en Albelda de Yegua (La Rioja)
y algún día volveré. Vivo en Madrid. Sin
pareja. Esta generación de políticos españoles me produce desconfianza y
desesperanza. Que ninguno hable inglés te da la
medida de su nivel. Creo en la gente honesta
AYER ES HOY
Entiende
como nadie el cine español de los años cincuenta y sesenta; de hecho, podría
ser uno de sus protagonistas: dejó el pueblo con una mano delante y otra detrás
para probar fortuna en la capital. Se le humedecen los ojos al recordar a dos
maestros de la infancia: su padre,
un agricultor amante del jazz que tocaba el saxofón, y Fernando, su profesor de historia, que al empujarle a estudiar
interpretación en Madrid dio un quiebro a su destino. Ahora, ese pasado tiene
mucho que ver con su presente y con la película que protagoniza: Vivir es fácil con los ojos cerrados,
de David Prueba, inspirada en un profesor de los sesenta y de cuya banda sonora
son responsables Charly Haden y Pat Metheny.
Conoce al
profesor que interpreta?
Sí. Juan
tiene 89 años, es un tipo menudo, típico español de los sesenta. Tozudo,
idealista, que consiguió no sólo llegar a John Lennon para pedirle que
adjuntara en sus discos las letras de las canciones porque quería que sus
alumnos pudieran estudiar inglés con gusto, sino que además mantuvo con él una
relación que duró años.
Un maestro
singular...
Esta gente es la que mueve el mundo: un
profesor que intenta agitar la mente de sus alumnos. Hoy, que la política ha invadido la educación, son tan necesarios...
¿Tuvo usted esa
suerte?
Sí. Yo
tuve un fracaso escolar estrepitoso y mi profesor de historia, Fernando, uno de
esos que observan al alumno, me metió en un grupo de teatro. Al llegar a COU
me dijo: "Vete a Madrid, puedes vivir del teatro".
Es usted hijo de
un labrador.
Un
agricultor que tocaba el saxofón; un músico que adoraba las plantas y la geografía.
Un hombre rudo, que no acariciaba pero que educaba. Intentó que estudiara
música, pero yo la rehuí, como rehuí la agricultura.
No tendría muy
contento a su padre.
No, y sin
embargo aquellos primeros veinte años que pasé en el pueblo me han dejado una huella
profunda. La lluvia, por ejemplo, me retrotrae a un lugar íntimo. No importa
dónde o en qué país me sorprenda: hace que me encierre en mí mismo.
¿Herencia
paterna?
Él recibía
las primeras gotas de lluvia levantando el rostro hacia el cielo, era como una
especie de rito. Luego nos metíamos en el coche y nos íbamos.
Debía de tener un
rico mundo interior.
Hablaba
con los pájaros. Esa capacidad me emocionaba. Todavía me emociona. En él había
algo más que la conexión que un hombre honesto consigue con la naturaleza.
¿Le preguntó de
qué hablaba con ellos?
Nunca le
pregunté nada que tuviera relación con el campo. Yo detestaba el campo. Quería
huir, mi pueblo me ahogaba.
Seria frustrante
para ambos.
Mi padre
tocaba el saxofón cuando la cosecha había sido una ruina; y tocó mucho el
saxofón. Ese sufrimiento de cuidar un campo durante un año y perderlo todo
tiene algo religioso que me fascinaba e irritaba.
Usted esquivó su
destino.
Mi padre
puso la finca a nombre de mis dos hermanas mayores y al mío para que nunca la
vendiéramos. "En cuanto llegue una crisis la gente volverá al campo",
insistía.
Visionario.
Cuando veo
a gente de ciudad que lo hace me asusto. Sé lo duro que es. Agricultura es una
palabra compuesta por agri y cultura.
Agri: campo de
cultivo.
Agri de agrio, cultura de lo agrio.
... Y eso que
quiere volver.
No es lo
mismo no haber salido que volver.
Usted tuvo un
hermano que murió.
Sí, a los
dos años. Fue el primero; no lo conocí, pero me pusieron su nombre.
Eso es duro de
llevar.
Yo nací el
día de San Canuto y mi abuela se obstinó en ponerme Canuto, así que casi
prefiero cargar con el Javier, pese a ese peso extraño de sustituir a otro.
¿Cuando murió su
Padre?
Hace 27
años: cáncer de pulmón, encendía un cigarrillo con otro. Sus abrazos olían a
sudor y Ducados. He necesitado tiempo para colocar todo eso. No nos hablamos
durante años. Me dio un abrazo, me deseó lo mejor, pero dejamos de vernos, y
cuando llamaba le pasaba el teléfono a mi madre.
Todo eso duele.
Era todo
muy masculino, "haz
tu vida que yo me quedo aquí", y yo tampoco iba. Cuando a mí
empezaron a irme bien las cosas...
No se pueden
aplazar los abrazos.
... Fui a
verle con un vídeo de mis primeros éxitos, para que se sintiera orgulloso, pero
estaba ya muy malito. Era mi forma de decirle: "¡Me he ido por esto!".
Necesitas
agradecer todo lo que han hecho por ti.
¿Era un agrio
culto?
Mis amigos
me decían "Tu padre es fantástico",
y mi madre añadía: "Eres como tu padre. Sois bien de casa
ajena".
Somos mejores con
los de fuera.
¡Qué feo!,
¡qué mal!, ¡qué error!... Espero no volver a repetirlo jamás.
Directo del
pueblo a Madrid.
Sí, a los
19 años, con una maleta y una caja de chorizos al estilo Paco Martínez Soria.
Cuando se abrieron las puertas del metro dije “buenos días" y se hizo un vacío a mi alrededor. Dos paradas
después llegó un acordeonista y dijo: "Buenos
días".
Entendió lo que
era la gente de ciudad.
Entendí que ser amable era sinónimo de
"te voy a pedir algo". Pero decir buenos días es estar agradecido a
la vida.
¿Cual ha sido su
virtud?
No dejar
que me derroten. "Eres buen actor, pero nunca harás tele ni cine porque
tienes los ojos muy pequeñitos", me dijo una profesora. Lo
asumí, y la inconsciencia y la obstinación hicieron el resto.
¿Inconsciente?,...por
qué?
Míreme, nunca fui atractivo... Pero tenía
muchas ganas.
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