No
convertir los encuentros familiares en obligaciones, limitar los temas de
discusión, gestionar el luto o ser equitativo tomando decisiones, consejos más
saludables
Las fiestas de
Navidad nos suponen una carga extra de trabajo, por lo que poner más tareas en
nuestra agenda, frecuentemente ya apretada, nos supone un plus de estrés que,
según la actitud que tengamos, puede convertirse en un gran problema. La
psicóloga Mónica Martínez cree que “el estrés se hace más presente cuando convertimos algo
en una obligación, en algo que tenemos que hacer nos apetezca o no”.
Martínez cree que tampoco hay que olvidar el contexto económico que estamos
viviendo y que provoca estrés a muchas personas “que ven que no tienen dinero para comprar
regalos o para hacer las celebraciones que querrían, por lo que añaden más preocupaciones a su lista”.
Ferran Ramon-Cortés cree que también
nos influyen de manera determinante “los nervios por saber que, después de tanto tiempo, nos
tendremos que ver las caras con personas que no sabemos cómo reaccionarán o qué
conversaciones y discusiones se generarán este año”. Para Cortés,
esa desconfianza nos genera estrés “porque las
lecturas que hacemos de las cosas suelen ser más negativas”.
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