Científicos de
la Universidad de Granada (España) han aplicado por primera vez la termografía,
una técnica basada en la detección de la temperatura de los cuerpos, al ámbito
de la Psicología. Y así, han llegado a demostrar el llamado ‘Efecto
Pinocho’, que implica que cuando una persona miente, no es que
crezca su nariz, como la del popular personaje de Collodi, pero si experimenta
un cambio de temperatura perceptible en su punta.
El trabajo de
estos científicos ha revelado, además, que cuando mentimos se incrementa la
temperatura corporal en la zona del músculo orbital, situado en la parte
interna del ojo. Y que si desarrollamos, por poner otro ejemplo no ligado a la
mentira, un gran esfuerzo mental, desciende la temperatura en nuestra nariz.
Y aparte del
resultado práctico y de la conclusión, cuando menos curiosa, de mentira es
igual a mayor temperatura nasal, así es como el departamento de Psicología
Experimental de la Universidad de Granada, ha descubierto nuevas aplicaciones
para la termografía, técnica basada en la detección de la temperatura de los
cuerpos y que se aplica a multitud de áreas de la industria, la construcción o
la medicina. En el siglo XX, la termografía experimentó su mayor desarrollo
tras la Segunda Guerra Mundial, con el impulso de las investigaciones militares
para detectar al enemigo (visión nocturna) que llevaba a cabo el ejército de
Estados Unidos.
Hasta aquí
cómo se detecta la presencia de la mentira, pero por qué mentimos me preocupa más. Se
calcula que cada día oímos o leemos más de doscientas mentiras. Mentir no es
simplemente el hecho de decir cosas que no son verdad, también se miente
ocultando información. Es decir sin emplear palabra alguna: sonrisas
falsas, maquillajes que ocultan o disfrazan parte de nuestro cuerpo, omisión de
lo que sabemos…
¿Por
qué miente la gente? Las razones son muy diversas. La
gente miente para quedar bien, para excusarse, para obtener lo que quiere, para
no perder ciertos derechos, para dar una mejor imagen de sí misma, para no
ofender o hacer sufrir a otras personas con la verdad, porque no saben o no
pueden decir que no, para postergar decisiones, por temor al rechazo o al
castigo...
¿Y
qué hay detrás de una mentira? Tras una mentira se oculta una baja
autoestima, inseguridad, falta de confianza en uno mismo, temor al rechazo,
vergüenza, miedo al castigo y a la crítica y también en muchos casos, un deseo
de manipular al otro.
Hay cerebros
que por su estructura son más capaces de mentir que otros: mentir es un aprendizaje que se inicia en
la infancia. El psicólogo Robert Feldman de la Universidad de
Massachusetts (EEUU) explica que cuando las personas sienten que su autoestima
se ve amenazada, empiezan a mentir. Las encuestas psicológicas han
demostrado que el 80% de las personas mienten para mostrarse más
inteligentes y atractivos. La mayoría de la gente recurre a la 'mentira
piadosa' para referirse a su nivel de educación y bagaje cultural.
El 52%, en su
desesperada persecución de una imagen refinada, adorna sus estantes con libros que nunca ha
leído, entre los cuales destacan 'Guerra y paz' de León Tolstói, '1984' de George Orwell y 'Grandes esperanzas' de Charles
Dickens. El 11% miente sobre su puesto de trabajo y rango profesional. Según
los científicos británicos, fingimos ser intelectuales para parecer más
atractivos sexualmente a las parejas potenciales. Dos tercios de los que
responden a las mencionadas encuestas psicológicas, afirman que les atrae el
intelecto de otros, y el 70% dice preferir la inteligencia a la belleza de su
pareja. Con
tal fin ya parece bastante más fácil comprender porqué se miente para aparentar
ser más de lo que uno es.
El
ser humano es el único animal capaz de engañarse a sí mismo. Un
ejemplo de este mecanismo de autoengaño, o de elaboración de “engaño
creativo”, se evidencia en encuestas en las que se pregunta a los
participantes el número de relaciones sexuales que han tenido en su vida.
Normalmente, los hombres tienden a inflar la realidad, de dos a cuatro veces
más que las mujeres. En una reciente encuesta de la Universidad de
Michigan,dirigida por el psicólogo Norman
R. Brown, midiendo las respuestas de 2.065 personas sexualmente activas
rondando los 40 años de edad, las mujeres declararon unas 8,6 parejas sexuales.
La cifra para los hombres fue de 31,9. Luego, al discutir sus respuestas, casi
el 10 por ciento admitió que no había sido honesto del todo.
A veces
mentimos para proteger nuestra intimidad o la de otras personas, para resolver
situaciones incómodas utilizando el “tacto”, o simplemente para quedar bien. No
obstante, para los puristas, una mentira es una mentira.
Muchos piensan
que toda mentira, sea de omisión o de comisión, acaba siendo dañina, tanto para
el que la dice como para el que la recibe, pues corroe la fidelidad, la confianza, la
intimidad entre dos personas, y por extensión debilita los cimientos de la
convivencia social.
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