Jano
Galán, enfermo, luchador contra la esclerosis lateral amiotrófica
Tengo 37
años: soy un chaval; pero mi enfermedad me ha revelado el auténtico sentido del
tiempo. Soy de Barcelona: amo este país; no sé por
qué nos peleamos. Tengo a mi lado a Natalia y mis tres hijos; Nora, Yago
y Lara. Creer que hay algo después ayuda a algunos
enfermos.
RECIÉN NACIDOS
Busco ELA,
en internet, como hizo Jano. Y me asusto. Las células motoras mueren, pero el
enfermo conserva su lucidez. Es un horror absurdo de la naturaleza, que nos
recuerda que somos sus esclavos. Pero no todos. Hay quien planta cara a ese
horror y da sentido al sinsentido. Su entereza es suya, pero nos sirve a todos.
Juno me
lleva a ese planeta desconocido llamado enfermedad y allí veo dolor y miedo,
pero también valor y dignidad. Con la voz agarrotada por la
esclerosis, devuelve el significado a palabras que lo habían perdido: amar,
vida, juntos...
Me hace sentir orgulloso de ser humano
como él. Y al salir de su tasa, me siento un poco recién nacido.
Yo quería
una vida normal y había conseguido que la mía lo fuera. Tenía una familia y
muchos amigos. Y mucho deporte. Me encantaba jugar largos partidos de pádel...
...
E
intentaba combinarlo todo en las dosis adecuadas para que todo el mundo
estuviera contento y todo funcionara bien.
¿De qué
trabajaba?
En ventas
en varias empresas.
Se nota: habla
usted muy bien.
Y tenía
mis ambiciones, mis ilusiones, mis sueños... Como todos. Perdone la voz; pero
cuando me emociono me cuesta hablar. Son los músculos de la garganta...
No se preocupe.
Tenía mis
ambiciones, mis ilusiones, mis sueños. Y tres hijos maravillosos.
...
Hasta que
un día al hacer deporte noté una molestia en el brazo.
¿Se asustó?
No le di
importancia, pero el dolor seguía y creí que era el corazón. Entonces me miré
el brazo y me pareció ver que lo tenía como más pequeño.
¿Por qué?
Luego me
enteré de que era lo que llaman fascicutaciones: como saltitos en la piel. Y me
asusté. Fui a urgencias. Pero me derivaron a neurología. Y creí que era un
error de urgencias, porque lo que me dolía era el brazo.
¿Qué dijo el
neurólogo?
Cuando la
neurólogo miró los resultados de las pruebas, le cambió la cara. Entonces sí
que me preocupé de verdad.
¿Qué dijo?
Me hizo
más pruebas y ya no salí del hospital. Más pruebas: resonancias, punciones...
Pruebas de marzo a junio del año pasado. Hasta que un día la doctora me citó y
me dijo: "Esto no va bien".
...
Ya no nos
quedan más pruebas por hacer y tenemos que concluir que sus células se están
muriendo. Y esta muerte prematura no tiene tratamiento. No tiene cura. Sus
células motoras se están muriendo de una enfermedad que llamamos Esclerosis
Lateral Amiotrófica (ELA).
¿Y...?
Y, de
repente, tengo ELA.
¿Qué es lo
primero que piensa?
Si me
pregunta qué sentí, le diré que no es un momento, son muchos. Y vas pasando de
uno a otro. Lo primero que me dijeron es que no mirara en internet. Y lo primero
que hicimos fue mirar internet. Y se nos pusieron los pelos de punta.
¿Qué pensó
entonces?
.. "Esto no
me puede pasar a mí". Pero lo peor no era la realidad, aunque
cada mañana notara el progreso de la enfermedad. Lo peor era mi imaginación.
¿Por qué?
Porque no
podía evitar proyectarme en el futuro, que era peor incluso de lo que ha sido
después. Y eso era fatal. Porque estaba muriéndome cada día antes de morir.
¿Cómo logró
cambiar de actitud?
Me negué a
darme permiso a pensar en el futuro. Me planté hasta que logré frenar esa
proyección. Y así recuperé el control sobre mi vida. Porque yo aún era dueño de
mi vida. Porque
lo que me queda, me queda. Y es mío y quiero aprovecharlo.
¿Cómo?
Decidí que
iba a vivirla. Y me di cuenta de que el mejor modo de hacer algo por mí era
hacer algo por los demás y por los míos.
¿Qué podía hacer?
Había
descubierto un planeta desconocido, el planeta enfermedad. Y seguía siendo
desconocido para la mayoría... Y decidí compartir todo lo que había aprendido.
Porque sin conocer la enfermedad no puedes disfrutar la salud ni la vida. Nadie
puede. Eso sería lo que haría por todos: ayudarles a descubrir conmigo qué significa de verdad
estar vivo.
¿No pensó en
pedir dinero para investigar la ELA?
Ya hay
miles de organizaciones buscando dinero para enfermedades. Y, por cierto, ahora
veo que deberían ponerse de acuerdo. Pero yo no quiero pedir. Yo quiero dar.
¿Qué puede
darnos?
Quiero que
vean conmigo lo inútil de las pasiones que me movían a mí y que hoy mueven a la
gente: competitividad, agresividad, ambición... Siempre más y más de todo.
¿Quiere ayudarnos
a vivir?
Yo ahora
veo todo eso muy lejos, Y puedo ayudar. Estoy enfermo, pero también creo que ahora soy mejor
persona.
¿En qué sentido?
También he
ganado al tiempo. Si miro atrás, veo que hace un año podía hacer cosas que hoy
no puedo hacer. Pero también veo otras cosas esenciales de las que hace un año
no me daba ni cuenta. Por eso, para compartirlas creé D-generación,
mi web.
La he disfrutado:
es magnífica.
En ella
comparto todo lo que le estoy explicando. Porque, cuando yo estaba al otro lado
de la mesa, como usted ahora, yo no sabía apreciar ese tiempo. Y estas cosas
que digo no tenían sentido para mí. Pero ahora puedo ayudar a la gente a estar más despierta:
un poquito más consciente.
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