Patricia
Ramírez y Yolanda Cuevas nos hablan del beneficioso papel que la lectura tiene
en la salud infantil y nos dan algunas claves para acercarla a niños y niñas de
una manera eficaz.
Hablar de hábitos saludables es hablar de acciones que, a base
de repetir, conviertes en tu rutina y forman parte de tu filosofía de vida. Crean
el guion de tu día a día que determinará la historia de tu salud física y
emocional a corto y largo plazo. Una buena alimentación, realizar ejercicio,
tener y saber disfrutar del tiempo de ocio son algunas rutinas mental y
físicamente sanas. Ocio es distracción, diversión, alegría, esparcimiento,
juego… Hoy en día, en la llamada era digital, la televisión y su variedad de
canales, programas y nuevas series; el ordenador; la consola y los infinitos
videojuegos, forman parte del tiempo de ocio de vuestros hijos. Se convierten
en protagonistas en sus vidas. Los niños pasan una media de entre tres y cinco
horas ante las pantallas, cuando lo recomendable es una o dos, según la edad.
Este hábito quita tiempo para otras actividades necesarias y enriquecedoras
como es la lectura. Porque leer es apostar e invertir en cultura, rapidez lectora y
mejora de la comprensión, e incluso facilita el proceso de aprendizaje.
Si tratas de
educar a tu hijo para que lea porque sí, porque lo dicen en el cole o porque
existen libros obligados, estarás asociando la lectura a algo negativo. Si como
padres no educáis en el hábito de la lectura desde otra perspectiva es muy
difícil que haya espacio para los libros, para la creatividad y para los
beneficios que aporta. El objetivo no es apartarles de la realidad audiovisual
en la que viven, sino que se eduquen desde pequeños en la compatibilidad y no
exclusión de estas diferentes actividades.
¡Adelante
con la misión! Consiste en que iniciéis y fomentéis las
costumbres en relación al uso que vuestros hijos hacen de la tecnología. Y con ello evitar el
mal uso o abuso de la misma, que dificulta e impide otras
actividades de ocio y tiempo libre como la lectura. Desde muy pequeñitos se les
puede ayudar a elegir libros, a fomentar el espíritu crítico, a diferenciar
realidad y ficción, a establecer los tiempos para las diferentes actividades y
a utilizar los libros como complemento a lo que se ve en la televisión.
En muchas
ocasiones, tras un enfado o algo mal hecho los padres ordenáis a los niños que
vayan a su cuarto castigados y se pongan a leer. De este modo, aprenden que la
lectura se obliga y se ordena en los momentos negativos. Nunca hay que usar la lectura como un
castigo.
En cambio,
podéis sugerir
en familia espacios para la lectura, igual que decidís dar una
vuelta en bici, ir al parque o hacer una excusión. Lo importante es que los
niños lo vivan con naturalidad, sin verse forzados, que sintáis que se disfruta
del ambiente de la lectura, que sea algo apetecible y que les emocione. Podéis
leer un capítulo con el fin de promover debates y comentarios al respecto, lo
mismo que realizáis con las series, deportes o documentales. Ellos son los que
tienen que elegir su libro o el libro a ellos, bajo supervisión, sí, pero no ha
de ser el que te guste a ti. Respeta que a tu hijo no le guste el mismo libro que a
ti. Tu hijo no eres tú.
Es importante
también que seáis flexibles y decidan en qué horario quieren leer: imponer no
facilitará que lo hagan. Y esto implica la opción de lectura digital
por ordenador, en ebooks o en los móviles, donde se desarrollan otras
capacidades. Porque, hoy en día, la información tiene varios formatos. Lo mismo
ocurre con el lugar donde se practique: se puede leer en una mesa bien sentados
con atril, pero también tumbados, en el sofá, en la alfombra, en el césped, en
el parque, en la playa, en el coche…
Tendríais que
transmitir la lectura como hábito saludable por sus virtudes para la salud física y
emocional, y no focalizarla solo como beneficio académico y
aprendizaje. Que los niños vayan comprendiendo los diferentes beneficios,
facilitará su práctica. Algunos de estos beneficios son:
Reduce
el estrés a cualquier edad. A los 6 minutos de inmersión
lectora, la tensión muscular y el ritmo cardíaco disminuyen porque disuelve las
preocupaciones como cualquier acto creativo, pintar, escribir una historia…
Leer
antes de dormir ayuda a conciliar mejor el sueño, así que es
conveniente para la rutina de higiene del sueño.
A la larga,
según un estudio publicado en USA Today, las personas con el hábito de la
lectura tienen menos riesgo de enfermar de Alzheimer. El cerebro se beneficia de la lectura y, con él, la memoria, ya que
al mantenerse activo se fortalecen las conexiones cerebrales aumentando la
reserva cognitiva. Eso ayuda al retardo de las enfermedades neurodegenerativas.
Leer
aumenta la capacidad de respuesta porque obliga al cerebro a
pensar, lo activa y relaciona conceptos.
Leer
potencia la empatía: leer historias implica vivir
emociones de otras personas. Su práctica facilitará la habilidad de intuir los
estados emocionales de las personas en la vida real.
Despierta
la curiosidad y ayuda a las relaciones sociales porque aporta
nuevos temas de conversación que hacen más interesantes a las personas.
Hay que
fomentar el libro como un objeto familiar, como una prolongación del
niño, como
un “amigo”, no como un objeto de decoración. Se puede manosear,
doblar, subrayar, tiene que hacerse nuestro. No hay porque dejarlo intacto como
un cuadro. No pasa nada porque se manche con el verde de la hierba o con una
gota de zumo…
Dar ejemplo es la mejor herramienta que les podéis ofrecer. Si
ven que disfrutáis, será más fácil que quieran compartir esa curiosidad y el
intercambio de ideas.
Igual que vas
al parque, ve a una librería infantil o a una biblioteca para que miren libros,
que lean un ratito y que vean que acercarse a los libros no son horas de riñas
para aprender a leer. No relaciones la lectura con esas frases incansables de “hijo, repite
que lo has dicho mal… “, “hijo, repite que lo has entonado mal…”, porque
esto agota a cualquiera y les aleja de los libros. Acelerar los procesos
formativos no es bueno. Quizás así aprendan rápido a leer pero ¿de qué les sirve
si luego no leen?
¿Y
QUÉ PUEDO HACER YO?
¿Por qué no
dedicas unos minutos cada día a leerle a tus hijos antes de que se duerman? Favorecerá su
descanso y los acercarás, de una manera sencilla, al maravilloso mundo de la
lectura.
Ayuda a
difundir esta información en todos los medios que tengas a tu alcance.
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