Palabras, imágenes, canciones, emociones que nos acompañan en nuestro camino.


diumenge, 13 d’abril del 2014

Ocho formas de ser inteligentes. Pilar Jericó

Si hicieras un test de inteligencia y no saliera bien, tranquilo, solo se estaría midiendo una serie de cualidades (y no necesariamente, las más importantes para la vida cotidiana...). Esta es la conclusión de Howard Gardner, profesor de Harvard, quien revolucionó el mundo de la psicología hace varias décadas. Gardner fue el primero en proponer que existen varios tipos de inteligencias, independientes entre sí, y que cada uno de nosotros destacamos en el manejo de una o de varias. De este modo, se puede ser muy inteligente sin necesidad de saber hacer derivadas múltiples en matemáticas o ser capaz de orientarse con un mapa en medio de un bosque. Existen otras relacionadas con la música o las relaciones personales, por ejemplo. Es un gran alivio, sin duda, ya que durante años se pensó que el cociente intelectual era algo estático. Si el resultado era positivo, estupendo, pero… y si no era así, ¿estaríamos abocados al fracaso de por vida? Gardner desmontó esta creencia y dio pie a una teoría que hoy por hoy se utiliza en muchos colegios para desarrollar el aprendizaje. En la medida que cada uno de nosotros tenemos un potencial, podremos educar a nuestros hijos desde su fortaleza.
Veamos cuáles son las inteligencias que propone Gardner:
Lingüística: Miguel de Cervantes, Pablo Neruda, los políglotas, los grandes oradores… son ejemplos de este tipo de inteligencia. Se refleja en la sensibilidad para expresarse oralmente o por escrito, aprender idiomas o poner el lenguaje al servicio de las metas que quiero alcanzar. Si sobresales en esta capacidad, utilizas eficazmente la palabra para expresar tus ideas.
Lógico-matemática: Einstein, Margarita Salas, científicos, matemáticos… destacan por su capacidad de analizar y resolver problemas, realizar operaciones matemáticas y usar la lógica. Howard Gardner considera que este tipo de inteligencia nos ayuda a razonar de manera deductiva y detectar patrones. Sin duda, muy útil para elaborar teorías o deducir estrategias también cotidianas.
Musical: Mozart, Plácido Domingo… tienen la habilidad para componer y apreciar patrones musicales, reconocer ritmos, tonos y timbres, y saber cómo utilizarlos. Si se te da bien cantar o componer, ya sabes cuál es tu inteligencia.
Corporal-kinestésica: Rafael Nadal, Pau Gasol… son ejemplo de saber utilizar el propio cuerpo para conseguir objetivos, expresar ideas o resolver problemas. Gracias a esta inteligencia utilizamos nuestra capacidad mental para coordinar los movimientos corporales que nos permiten llevar a cabo cualquier tipo de actividad física, desde bailar a usar una herramienta.
Espacial: es la capacidad que tenemos para percibir el espacio y poder generar imágenes mentales a partir de dicha percepción visual. Saber cómo manejar los detalles visuales es necesario en profesiones muy diversas, desde la ingeniería y la arquitectura hasta la cirugía y la decoración, como Juan de la Cierva o Leonardo Torres Quevedo, por ejemplo.
Naturalista: nos permite reconocer, clasificar y aprovechar las características del entorno. Un gran ejemplo de esta inteligencia fue Darwin, quien revolucionó la teoría del origen del hombre observando el entorno. En un primero momento, dicha habilidad no se consideraba dentro de la clasificación, pero Gardner la añadió posteriormente.
Interpersonal: esta inteligencia nos facilita entender a las otras personas, sus motivaciones y deseos. Es la base para la empatía. Dado que las relaciones personales son clave en nuestra vida y todos tenemos un círculo social más o menos extenso, esta capacidad es un complemento fundamental de todas las demás y la utilizamos a diario. Aunque para todos es necesaria, es aún más importante para profesiones como psicólogos, educadores, docentes… y cualquier cargo en el que haya que liderar a un grupo de personas.
Intrapersonal: supone la capacidad de comprenderse a sí mismo y apreciar los propios sentimientos, miedos y motivaciones para saber movernos en nuestra vida. Es decir, la capacidad para conocernos a nosotros mismos. Al igual que la inteligencia interpersonal, la intrapersonal afecta a las demás y es necesaria en cualquier área de nuestra vida. Y no es de extrañar que ambas capacidades sean la base de la inteligencia emocional, propuesta por Daniel Goleman.
En definitiva, cada uno de nosotros tenemos una combinación específica de las inteligencias anteriores. Dependiendo de nuestras necesidades o problemas, haremos uso de una u otra. Pero si queremos avanzar en nuestro desarrollo personal, sería recomendable reconocer qué tipo de inteligencias me identifican y en cuáles disfruto más. Si todo ello lo aplicamos a la educación, el profesor tendría un papel de guía en el aprendizaje individualizado de cada alumno. Y no lo olvidemos, educar en base a la diversidad es el reto para ayudar a que las futuras generaciones desarrollen su talento.

Referencias
Intervención de Howard Gardner en Redes
Gardner, H., A multiplicity of intelligences, Scientific American, 1998.

Gardner, H. (1998). Inteligencias múltiples: la teoría en la práctica. Barcelona: Paidós Ibérica




Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada