Mi edad es un secreto. Nací y vivo en Amsterdam. Casado, dos hijos
biológicos y uno adoptado. Soy catedrático de
Neurobiología y dirijo un equipo de investigación en el Instituto Holandés de
Neurociencias. El Estado debe garantizar la libertad individual. Soy ateo
PROVOCADOR
Swaab lleva el determinismo
al extremo sin pestañear, más bien divertido por el susto que provoca en sus
interlocutores teniendo en cuenta que durante 30 años dirigió el Instituto
Holandés de investigaciones Cerebrales. Como el viejo proverbio chino, afirma
que es más
difícil cambiar el carácter de un hombre que encauzar ríos y mover montañas.
Además de la genética, nuestro desarrollo intrauterino nos configura. Sus
libros y artículos han levantado ampollas, sobre todo en el tema de la identidad
de género y las creencias espirituales. Ahora publica en España Somos maestro cerebro (Plataforma),
traducido a diez idiomas y que recoge investigaciones inquietantes.
Su carácter, mi carácter, ¿no
tienen remedio?
No, lo siento.
¿...?
El carácter no se puede cambiar, sólo el comportamiento y
con mucho, mucho esfuerzo.
¿Es una verdad científica?
Nuestro legado genético y
todos los factores que han ejercido su efecto permanente en el desarrollo de
nuestro cerebro en el útero materno nos llenan de limitaciones.
¿No somos libres?
No podemos decidir cambiar de
identidad de género, ni el nivel de agresividad, orientación sexual, lengua
materna, religión, ser diurnos o nocturnos, neuróticos, psicóticos, agresivos,
antisociales o inconformistas; ni la posibilidad de desarrollar enfermedades
del cerebro, como la esquizofrenia, el autismo, la depresión o la adicción.
¿Y la cacareada plasticidad
cerebral?
El 50% de lo que seremos ya está definido en el feto.
¿Tenemos recuerdos
intrauterinos?
Existe una memoria fetal para
los sabores, las vibraciones, los olores y los sonidos. Un bebé es capaz de
reconocer un cuento o una canción que su madre le haya repetido mientras estaba
embarazada, lo
cual no está exento de peligros.
¿Nos va a asustar?
Los recién nacidos reaccionan
claramente al oír la melodía de la telenovela que la madre veía durante el
embarazo. Así que parece posible estropear el cerebro de nuestro hijo no sólo
fumando, bebiendo, consumiendo drogas y medicamentos, también viendo malos
programas en la tele.
¿Es una broma?
En el útero se nos programa
para la vida después del nacimiento. El estrés de la madre, por ejemplo,
provoca que el cerebro del feto femenino se masculinice y que el del feto
masculino se feminice. Se trata de una reacción adaptativa.
¿El feto prevé los problemas?
Ante un ambiente de tensión,
la niña podrá arreglárselas mejor si es robusta y competitiva. Y el niño,
siendo más femenino, entrará menos en conflicto con los alfa.
Sus teorías sobre la homosexualidad
armaron un buen barullo...
Yo sólo digo que no hay nada
de social en la homosexualidad, que los niños que se crían con parejas de lesbianas o de
gais no tienden más a ser homosexuales. Son las hormonas y otras
sustancias químicas lo fundamental en el desarrollo de nuestra orientación
sexual.
¿Hay estudios?
Entre 1939 y 1960 en EE.UU. y
en Europa, alrededor de 2 millones de mujeres fueron tratadas con una sustancia
similar al estrógeno llamada DES para evitar el aborto espontáneo. El DES
aumenta las posibilidades de bisexualidad u homosexualidad en las niñas, al
igual que la exposición prenatal del feto a las anfetaminas provoca una alta
probabilidad de tener hijas lesbianas.
Y afirma que en los niños la probabilidad
de homosexualidad aumenta con el número de hermanos varones mayores.
Efectivamente, durante la
gestación la madre desarrolla anticuerpos contra las sustancias masculinas que
el niño libera en el útero, reacción que aumenta con cada embarazo de un varón.
El estrés de la embarazada también incrementa la proporción de hijos
homosexuales.
¿...?
El cortisol, la hormona del estrés, inhibe la producción
de las hormonas sexuales del feto. Todas las
investigaciones señalan que durante nuestro desarrollo intrauterino se produce
una programación precoz de nuestra orientación sexual en el cerebro que se
prolonga durante el resto de nuestra vida. El entorno posnatal ya no tiene la
menor influencia
Pero vestimos a los niños de
azul y a las niñas de rosa, algo influirá.
Se ha demostrado que el gusto
por los juguetes también viene programado desde el útero. En un experimento con
monos se les ofreció muñecas, coches y pelotas.
¿Las hembras escogieron
muñecas?
Sí, e inmediatamente se
pusieron a olisquearles la zona anal y genital, típico comportamiento materno.
Los machos se lanzaron por los coches y pelotas debido al pico de testosterona
que se produce en los varones dentro del útero.
Tampoco tiene usted muy
contentos a los creyentes.
Para mí la pregunta clave
sobre religión no es si existe o no existe Dios, sino por qué hay tanta gente
creyente. Un metaanálisis muestra la existencia de una correlación entre la aparición del
ateísmo con el nivel de educación y el CI. Pero tampoco es una elección libre, el
entorno te condiciona.
¿Y los conversos?
La conversión de Pablo al
cristianismo a raíz de una experiencia extática en la que Jesús le habló fue
tras un episodio de epilepsia del lóbulo temporal. Lo mismo le ocurrió a
Dostoyevski. Los pacientes que sufren epilepsia originada en el lóbulo temporal
pueden tener experiencias de éxtasis impresionantes, como las de Mahoma, otro
epiléptico.
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