Esta semana, deseo compartir un fragmento del libro “El Mapa del Tesoro”,
que escribimos con mi amigo Francesc Miralles.
“La creatividad se aprende, igual que se aprende a leer.” SIR KEN ROBINSON
La creatividad es un don que poseen todos los seres humanos, probablemente
las únicas criaturas de este planeta con capacidad para variar su rumbo a
placer y dar forma a su destino.
Quienes conviven con animales domésticos, a menudo comentan que éstos son previsibles
y repiten cada día los mismos hábitos. La especie humana, en cambio, ha
desarrollado la capacidad casi ilimitada de adaptarse al
entorno y reinventar la propia vida, aunque a menudo no seamos conscientes de
este poder.
La creatividad no es un coto reservado a los artistas y a los creativos
publicitarios, aunque sus visiones nos ayudarán a ahondar en sus claves para
lograr la prosperidad.
Toda persona es creativa desde su nacimiento. En su interior hay una fuente
inagotable de ideas con las que modelar su propia realidad.
Miguel Ángel Buonarroti, el genio artístico del
Renacimiento, explicaba la creatividad como un descubrimiento de algo que
habita en nuestro interior. Para realizar una escultura, en su caso, afirmaba
que la forma ya estaba dentro del bloque de mármol antes de que él empezara a
trabajarla. La misión del artista es solo quitar lo que sobra y liberar lo que
ya estaba allí.
Del mismo modo, cualquier persona alberga en su seno las ideas que pueden
cambiar su vida y subir a un peldaño superior. Lo único que debe hacer para liberarlas es
aprender a manejar las herramientas que nos llevan hacia la esencia de nuestro
poder creativo. Para ello vamos a recurrir a los profesionales de las factorías
de ideas.
Resortes para la creatividad
En su provocador ensayo “Usted puede ser lo bueno que quiera ser”, el
prestigioso creativo Paul Arden da unas cuantas claves para desatar nuestra
energía creativa. Partiendo de la base de que nuestra capacidad de generar
ideas no tiene nada que ver con nuestro currículum académico, aconseja lo
siguiente para modelar la propia vida:
• Intenta alcanzar lo
inalcanzable. Aspirar a metas que superen
nuestras posibilidades es el motor creativo más eficaz que existe. Si piensas
que eres incapaz de lograr algo, actúa en esa dirección para demostrar que era
una falsa creencia.
• No busques elogios,
sino críticas. Si en vez de esperar una simple aprobación, preguntamos a personas de
buen juicio: “¿Está todo bien? ¿Cómo puedo mejorarlo?”, lograremos la
excelencia.
• Procura trabajar
con los mejores. Los profesionales de primer nivel suelen ser gente obcecada y
difícil, pero son los que nos permitirán dar un salto creativo más allá de
nuestras fronteras.
• No ocultes tus
ideas. Puesto que acaparar ideas mina la propia energía, lo mejor es
dejarlas fluir y compartirlas con los demás. Solo así se convierten en una
beneficiosa energía creativa.
• Aprovecha esta oportunidad. Esperar a que nos venga la
ocasión perfecta para conseguir algo puede conducir a la parálisis. Hay que
poner todo el esfuerzo en aquello que uno tenga entre manos, sea grande o
pequeño.
• Disfruta de los
errores. Creativamente hablando, acertar es aburrido y tiene el riesgo de que
nos acomodemos en las viejas ideas. No nos permite aprender ni superarnos,
porque es lo contrario de la originalidad.
• No temas a las ideas absurdas. Para salir del atolladero
a veces es necesario hacer lo contrario de lo que haríamos en condiciones
normales. Es lo que también se llama “pensamiento
lateral”, es decir, la inspiración que brota del inconsciente. Para ello,
profundizaremos en el proceso creativo de la mano de uno de los teóricos más
brillantes sobre las etapas de la generación de ideas, Graham Wallas. En su ensayo “El arte del
pensamiento”, publicado en 1926, explicó de la siguiente manera el proceso en el que
creamos algo nuevo:
El proceso creativo
1. Preparación. La mente se centra en un asunto o problema y, una vez enfocado, explora sus
dimensiones y características.
2. Incubación. El problema es interiorizado en el hemisferio derecho del cerebro y
permanece allí sin que parezca que sucede nada externamente.
3. Intimación. Una vez nos hemos familiarizado con el asunto, presentimos que
la solución está próxima.
4. Iluminación. Denominada técnicamente insight, en esta etapa la idea creativa
emerge del interior y se hace consciente.
5. Verificación. La idea es probada y perfeccionada al aplicarla al mundo exterior.
Más allá de esta descripción teórica, lo que nos interesa es estimular cada
una de las cinco fases para que nuestra energía creativa fluya de forma natural
e ininterrumpida. Estas son solo algunas pistas para activar las diferentes
etapas del viaje:
1. Tratar los problemas o cuestiones separadamente nos ayuda a comprenderlos en
toda su complejidad. En lugar de dispersarnos, el momento creativo exige que
acotemos el terreno en el que vamos a sembrar las ideas.
2. Mientras incubamos una idea,
resulta útil potenciar el pensamiento lateral con actividades en las que
nuestra vertiente emocional e intuitiva toma el mando, como escuchar música,
leer poesía o incluso en soñar.
3. No hay que forzar una idea rompiendo el cascarón antes de tiempo. Hay que dejarla madurar. Es
más: la presión para hallar la solución a un determinado problema normalmente
entorpece nuestra agilidad mental.
4. Deberíamos llevar con nosotros
una pequeña libreta donde anotar los insights que van
surgiendo espontáneamente. Puesto que no podemos saber cuándo una nueva idea
“romperá el cascarón”, hay que estar preparado para capturarla antes de que
emprenda el vuelo.
5.
Las ideas envejecen o pierden su sentido si no son
llevadas a la práctica. Si queremos mantener bien engrasada nuestra
creatividad, debemos aplicar nuestras inspiraciones en el campo
de pruebas del mundo.
Feliz semana,
Álex Rovira
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