Extraído del blog de Maika González:
Y cuando, en
algún momento de descuido, te da por reflexionar, descubres, con estupor, que
de hecho cada una de tus decisiones te ha ido acercando lenta e inexorablemente
a ese lugar, que has acabado, como el protagonista de “Crónica de una muerte anunciada”, caminando voluntariamente hacia
ese destino. ¿Cómo es posible? Quizás eligieras una carrera sólo por el hecho
de que tenía mucha salida, o porque era la que esperaban tus padres; puede ser
que llegaras a trabajar en cierta empresa únicamente porque tenía una gran
proyección, o porque fue la primera que te ofreció un empleo; incluso es
posible que escogieras a tu pareja porque era la persona que más te convenía, o
que hayas tenido a tus hijos porque todo el mundo te decía que era el momento
adecuado. Todo en pos de la vida perfecta, la trayectoria vital correcta, la
que despierte mayor admiración en los demás; y, sin embargo, tú te sientes confinado en una preciosa
jaula de oro.
Es posible que
creas que tú has elegido todo eso, pero resulta cuando menos extraño que hayas
escogido de corazón toda una trayectoria que te resulta ajena. Quizás lo que tú
querías de verdad era estudiar arte, historia o teatro, o querías aprender a
modelar el barro o la madera con tus manos. Puede ser que, en el fondo, lo que
te apeteciera fuera viajar a otros países, o trabajar en proyectos sin mucho
lucro pero con cuyos valores te identificabas. Incluso es posible que el cuerpo
te pidiera relaciones libres con otras personas, que te permitieran no
comprometer tu libertad personal. O que fueras una de esas personas que decide
que, por los motivos que sean, prefiere no reproducirse, o que prefiere
adoptar. Puede que sí, pero finalmente
decidiste no escuchar, y simplemente te dejaste llevar; te convertiste en
títere de tu propia vida.
La crudeza de
esta visión resulta difícil de aceptar, y por eso preferimos vestirnos de
irresponsabilidad, taparnos los ojos y fingir que, en realidad, no teníamos
elección: hubiera decepcionado a mis padres, qué iba a pensar la gente de mí,
tenía que ganarme la vida, era lo que debía hacer. Probablemente haya tantas excusas como
personas.
¿Piensas seguir tolerando que todo el mundo escriba tu historia
menos tú? ¿Hasta cuándo vas a estar
viviendo una vida de la cual no te sientes orgulloso? Tú mereces vivir la vida
que quieres para ti. Acaso pienses que es tarde, pero, en
realidad, mientras estás vivo estás a tiempo de elegir. No será simple, no será
de un día
para otro, habrá que dejar pasar ciertas cosas para poder dar la
bienvenida a otras, habrá que despedirse de algunas personas para poder recibir
con los brazos abiertos a otras, la responsabilidad pesa y a veces no serás el
más popular. Pero la recompensa es tan simple como grandiosa: cuando te
despiertes por la mañana, te darás cuenta de que tu vida sí tiene sentido, y de
que vivir es un delicioso regalo.http://anemoscoaching.blogspot.com.es/ |
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