Pero más fácil
es aprender a soltar cuanto más nos entregamos a lo vivido, cuando no dejamos
asunto pendiente, palabra por decir, anhelo por ensayar y para aprender.
Quizás pocos
como William Blake supieron, a través de las palabras, expresar el misterio del
vivir en profundidad y sin apego:
“Para ver el mundo en un grano de arena,
y el Cielo en una flor silvestre,
abarca el infinito en la palma de tu mano
y la eternidad en una hora.
Aquél que se liga a una alegría
hace esfumar el fluir de la vida;
aquél quien besa la joya cuando ésta cruza su camino
vive en el amanecer de la eternidad.”
Así, la vida
en cada instante se revela como esa joya besada que cruza nuestro camino, una
joya no material,
el regalo de las cosas bellas y sencillas de esta vida que dan sentido a la
misma.
Sí, vivir sin
amarrarnos a lo que nos es brindado, siendo depositarios más que propietarios,
receptores de regalos efímeros imposibles de atrapar y así darnos cuenta que el
mundo está en un grano de arena y el Cielo en una flor silvestre.
Feliz fin de
semana.
Besos y
abrazos,
Àlex Rovira.
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