Cuando nos dejamos llevar por la rutina
y el camino fácil, perdemos el timón de nuestra existencia, alejándonos de
nuestros sueños. Pero si aprendemos a contactar con nuestro potencial,
lograremos convertirnos en los directores de nuestra vida.
Abrazar la vida es vivir en
libertad sabiendo sujetar y manejar las riendas. No vivir a merced de otros
sino elegir cada paso, según lo que nos proponemos. Es ser capaces de pensar,
experimentar y expresar nuestros propios pensamientos y sentimientos, sin ser
condicionados por factores externos ni por las tendencias negativas de nuestra
personalidad.
Cuando
dirigimos bien nuestra orquesta interior, podemos gobernar las influencias externas
sin sucumbir a ellas. Cuando
la orquesta nos dirige, bailamos de un lado a otro sin rumbo claro y con una
melodía poco armónica, ruidosa, y sufrimos. Nuestra orquesta está formada por
diferentes instrumentos:
los
recuerdos, los deseos, los hábitos, la mente, las creencias, las emociones, los
sentimientos, los miedos, la intuición, los juicios, la creatividad, la imaginación...
¿Quién es el director de esta orquesta?. Nosotros, nuestro ser. La
voz del ser que emerge de la conciencia. Se trata de permanecer despiertos,
atentos. Si el director de la orquesta cierra los ojos y se tapa los oídos, ¿qué
pasa con la orquesta?
Si nuestra orquesta nos
domina y nosotros, que somos el director, estamos anquilosados, sin
flexibilidad, dormidos, apáticos, no podremos llegar al
destino al que nos gustaría llegar. Y, para empeorar las cosas, cuando nuestra orquesta
nos domina, somos más vulnerables a que nos dominen las orquestas de otros.
TRASCENDER Y BRILLAR
Para dirigir nuestra vida, hemos de reconocer nuestro
potencial, cuidarlo,nutrirlo, utilizarlo y expresarlo. Así permanecemos despiertos y dejamos de
culpar, de quejarnos y de poner excusas. Asumimos nuestra responsabilidad y
mantenemos una actitud de agradecimiento. No nos acomodamos en zonas de pereza.
Salimos de esos espacios limitadores de potencial para trascender y brillar.
Si queremos vivir
en libertad, hemos de conocernos mejor, cuestionar las creencias que nos
limitan, limpiar el almacén de los recuerdos que nos mantienen anclados en el
pasado y vencer los miedos. Como no vivimos aislados,
el arte de vivir requiere empatía, diálogo y silencio para escuchar.
En el libro Vivir en libertad:
reflexiones sobre los límites, los sueños y lo esencial (Ed. RBA), planteo
diferentes ideas, preguntas y reflexiones para que abracemos la vida, el cambio
y la incertidumbre. Vivir es gozar, reír, aceptar,
afrontar, amar y compartir.
Librémonos del equipaje innecesario.
Cuando uno inicia la
peregrinación del Camino de Santiago se lleva muchas cosas “por si acaso”. Al
cabo de unos cuantos kilómetros de andar, se da cuenta de todo el peso innecesario
que lleva sobre sus hombros y lo suelta. Empieza a confiar entonces en que todo
lo que necesita vendrá a su encuentro en el camino. Y se
da cuenta de que lo más importante ya lo tiene: la vida, la ilusión y la
energía para caminar.
LA ESCUCHA DEL CORAZÓN
En el camino de la vida,nos
encontramos con cruces, oportunidades, opciones, barreras y dificultades. Cuando
se nos presentan situaciones que parecen pedirnos algo u ofrecernos oportunidades,
nos cuestionamos lo que estamos haciendo y nos planteamos que, quizá, deberíamos
cambiar el rumbo. Recordemos que nuestra capacidad creadora de escoger qué
pensamos y qué sentimos en cada momento y cómo respondemos en cada situación es
nuestra fuerza y nuestra libertad.
Decir
“sí” a la vida es abrazar el cambio que nos proponen las situaciones, siempre y
cuando sea acorde con nuestra conciencia y nuestro corazón. Un ejemplo reciente es el del
joven Jaume Sanllorente, que fue a
la India de turista y acabó creando la ONG Sonrisas
de Bombay –para más información, recomiendo la lectura de su apasionante
libro Sonrisas de Bombay (Ed.
Plataforma)–.Tenía su vida bien montada en Barcelona, pero al ver un orfanato
en Bombay que estaba a punto de cerrar sus puertas por falta de fondos, sintió
una llamada y dijo “sí”. Aunque muchos intentaron convencerle para que dijera
“no”, él escuchó a su corazón.
Este es un claro ejemplo de que, cuando ponemos
nuestro corazón en algo y nuestra mente se centra, la energía fluye
poderosamente hacia allí. Es
cuestión de escuchar a nuestro corazón y atreverse a decir “sí” y a decir “no”.
Debemos tener claro a qué decimos “sí” y a qué decimos “no”.
Personalmente, he vivido
situaciones difíciles e incómodas, pero a través de mi corazón he sabido que
tenía que estar allí. La confianza en mí misma y en que todo saldría adelante, el
saber que había alguna lección escondida que tenía que aprender, me ayudó a
decir “sí”. Era
lo que me pedían el momento y la situación, aunque yo hubiera preferido estar
en algún otro lugar “más cómodo”, menos arriesgado.
Fue importante escuchar la voz del tiempo, la voz del
momento, la voz de la situación y confiar en que aquello me fortalecería. Al
ampliar mis límites, podría ayudar y compartir con otros. Cuando estamos frente a
diferentes situaciones, direcciones, propuestas y oportunidades, ¿a cuáles
decimos que sí y a cuáles que no?
ACERCARSE AL PROPIO IDEAL
Para
decidir, es importante mantener enfrente la visión de nuestro sueño, lo que
realmente queremos; ser consciente de lo que es esencial para nosotros. Desde ese espacio de
claridad interior, debemos ver cuáles de estas situaciones siguen la dirección
de nuestro propósito y cuáles nos alejan, cuáles son como espejismos que
parecen ofrecer algo apetecible, pero que nos alejarán de lo esencial. Son
oportunidades que parecen más fáciles y que, por pereza, sería más cómodo decir
que sí.
Pero en nuestro interior,
si escuchamos,sabemos que no seremos felices, ya que estamos huyendo del
desafío. No hemos escuchado a nuestro corazón. Nos hemos dejado llevar por la
inercia. Gandhi escribió: “Debemos negarnos a
dejarnos llevar por la corriente. Un ser humano que se ahoga no puede salvar a
otros”. Cuando
decimos que sí al proyecto o actuación que nos acerca a nuestro ideal, es un sí
en el que no hay sumisión, en el que no perdemos libertad. Una
vez nos hemos decidido por el sí o por el no, necesitamos poder de
concentración, que nos permite alejarnos de lo inútil. Meditar nos ayudará.
FORTALECER LA AUTOESTIMA
Personalmente, para decir
“sí” con entusiasmo y apertura, abrazando lo que venía sin saber muy bien lo
que me esperaba, he tenido que trabajar en mí la aceptación, las decepciones,
los sueños rotos, las rupturas.
A veces la ruptura no es tanto con algo exterior sino
con algo que se rompe en nuestro interior. Nos cuestionamos cómo hemos estado
viviendo hasta ahora, y nuestras creencias empiezan a parecernos limitadas. Sentimos
incertidumbre y quizá tenemos ganas de llorar: aquello en lo que nos apoyábamos
ya no puede seguir siendo un pilar para nosotros, y nos encontramos en un vacío
y solos. Sabemos que tenemos que soltarlo, pero
no sabemos dónde agarrarnos.
En primer lugar, no hay que
alarmarse, es una buena señal que se produzca esta ruptura en nuestro interior.
La vida es energía en cambio constante. Valoremos
lo que nos ha servido hasta ahora y, si ya no lo necesitamos, debemos tener la
capacidad de soltarlo,creando así espacio para abrazar lo nuevo.
Es la oportunidad para
replantearnos qué es lo que realmente anhela alcanzar nuestra alma. Nuestra capacidad creativa
es extraordinaria, debemos confiar en nosotros y cultivar nuestros recursos
internos para alcanzar nuestros propósitos. Esto fortalecerá nuestra autoestima.
La autoestima es la base
para dejar de decir “sí” en las situaciones que sabemos que deberíamos decir
“no”. Ser valiente para decir “no” implica que nos atrevemos a perder la
posible aprobación que recibiríamos si dijéramos “sí”. ¿Cuántas
veces decimos “sí” para obtener la aprobación del otro?
Aunque en nuestra
conciencia sabemos que deberíamos decir “no”, decimos “sí” por miedo a ofender,
por miedo a parecer incapaces, por vergüenza, para evitar un enfrentamiento o,
incluso, por culpabilidad de no estar ahí para alguien. Entonces es un sí con sumisión.
Tanto si decimos “sí” como si decimos “no”, cuando
la decisión se basa en algún miedo, tendremos que justificarla, defenderla ante
nosotros y ante los demás e, internamente, nos sentiremos inseguros porque nuestro
corazón no está ahí.
Las decisiones basadas en
el temor y con el objetivo de mantener una aparente seguridad nos mantienen, paradójicamente,
muy inseguros por dentro.
AFIRMARSE CON ENERGÍA POSITIVA
Se trata de aprender a
decir “sí” o a decir “no” con asertividad, con respeto hacia uno mismo y hacia
el otro. Así no necesitaremos justificar ni defender nuestras decisiones.
Decir
“no” con asertividad y con energía positiva implica que lo hemos reflexionado, que
tenemos buenas razones para decir “no”, y que esa decisión no va en contra de
nadie ni de nada. Es decir, nuestro “no” surge de una energía positiva y no del
rechazo o del rencor. Reconocemos que hay algo que hacer, sentimos empatía
hacia la persona o la situación, y lo valoramos. Pero le explicamos que ahora
no es el momento para nosotros.
Con empatía, conseguimos
incluso que la otra persona esté de acuerdo en que, en esta ocasión, no somos
nosotros quienes hemos de hacer lo que se necesita. Ofrecemos alternativas,
soluciones o ideas creativas, mostrando nuestro cuidado y atención por el otro.
En este sentido, el no es un no positivo que surge de
un espacio de amor, valentía y respeto. Es decir “sí” a decir “no”.
SACAR PARTIDO A UNO MISMO
La
palabra “sí”
tiene un poder afirmativo. Los buenos pensamientos y acciones tienen un impacto
universal positivo. Para aprovechar ese inmenso
potencial, he creado el espacio Yesouisi –www.yesouisi.es–, que se origina con
el poder del sí. Yes,“sí”
en inglés. Oui,“sí” en
francés. Yesouisi, en su pronunciación en inglés, sería Yes we see: “Sí, vemos”. Nos da el sentido
de despertar y ver, de darnos cuenta de nuestro potencial y de aprovecharlo.
Es decir “sí” a vivir
nuestro sueño, lo cual requiere saber dominar nuestros estados internos, de
manera que nuestros sentimientos no dependan de factores pasajeros, como pueden
ser los estados de ánimo de otra persona o los propios, las circunstancias externas
o el tiempo. En ocasiones, en lugar de vivir nuestro ideal de vida, de vivir lo
que de verdad nos motiva, nos resignamos a vivir desde la rutina.
Hemos perdido la elegancia,
la nobleza, lo sagrado, lo mágico, lo diferente y caemos entonces en un
automatismo: perdemos la conexión con nuestro verdadero ser y con nuestro
propósito. En vez de vivir con el piloto
automático, vivamos nuestro sueño incorporando nuestro ideal a cada situación. La vida será así un cúmulo de experiencias positivas.
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