Coger lápiz y papel, o un
teclado, y convertir los sentimientos en palabras es para muchos un alivio
emocional, sobre todo cuando se han vivido episodios traumáticos. La escritura
sirve en ciertos momentos de la vida como terapia. Esto no es nuevo, numerosos
estudios realizados en las tres últimas décadas lo demuestran. Psicólogos y
psiquiatras incorporan la redacción como método de alivio emocional de sus
pacientes. Pero una investigación reciente de la Universidad de Auckland (Nueva
Zelanda) ha constatado que escribir ayuda, además, a acelerar la cicatrización de
las heridas físicas.
Elizabeth
Broadbent,
psicóloga del departamento de medicina que ha dirigido el estudio ‘Escritura expresiva y curación de heridas
en personas mayores’, publicado en el número de julio de Psychosomatic
Medicine, asevera que la escritura funciona como cicatrizante cuando versa
sobre eventos tristes “o los sentimientos más profundos de la persona”.
De momento lo han probado en adultos de 64 a 97 años. A los 49 participantes se
les hizo una biopsia que dejó una herida en sus brazos, se les pidió que
escribieran durante 20 minutos al día y cada cuatro o cinco días, los
investigadores fotografiaron sus lesiones hasta que curaron. Una mitad relataba
en un papel sus pensamientos, experiencias traumáticas y emociones, y la otra
escribía sobre sus planes del día evitando mencionar aspectos sentimentales. A
los once días, un 76,2% de integrantes del primer grupo ya había curado la
herida, frente al 42,1% del segundo.
La explicación a este fenómeno
es que “el estrés y la depresión están
relacionados con una curación de las heridas más lenta”, dice el
informe. “Hasta
ahora solo se había investigado cómo se puede reducir ese estrés en personas
mayores con ejercicio físico”, continúa el documento que apunta que
los achaques de la edad pueden dificultar este tipo de terapia. Sin embargo, “una alternativa
factible puede ser la escritura expresiva, que es breve, fácil de administrar y
barata”, subrayan los autores. “Creemos que puede ser útil, pero para su aplicación
necesitamos testar la escritura expresiva en otro tipo de heridas”,
advierte por correo electrónico Broadbent.
Consejos
para la escritura terapéutica
El profesor James W. Pennebaker, de la Universidad
de Texas, ha investigado durante dos décadas cómo la escritura expresiva puede
ayudar a curar heridas emocionales. Estos son sus consejos:
- Buscar un momento y lugar en el que no vaya a ser molestado ni interrumpido
- Escribir de forma continua durante al menos 20 minutos
- No se preocupe por la ortografía o la gramática, no importa. Recuerde que lo que escriba es solo para usted
- Escribir sobre algo muy personal e importante. Este es el momento para ello. No se quede en la superficie, sea sincero
- Trate solo de acontecimientos o eventos que realmente pueda afrontar ahora
María Ángeles Muñoz, psicóloga
en una clínica madrileña, aplica este tipo de terapia a sus pacientes. “Cuando una persona está deprimida su sistema
inmunológico también lo está”, explica. Por eso, cualquier ayuda
para reducir la depresión, el estrés, los sentimientos de tristeza o agobio,
revierte en un mejor estado físico de la persona, añade. “Con
la escritura hacemos un vaciado, exteriorizamos ideas nocivas que rondan el
pensamiento”, apunta.
En este sentido, ¿qué
diferencia hay entre redactar y hablar? “Verbalizarlo también es importante, pero normalmente hay
un interlocutor que va a intentar aconsejarnos o consolarnos. Eso no pasa
cuando escribimos. En un papel, que sabemos que nadie va leer, solemos ser más sinceros y puede resultar
más terapéutico. Cuando uno menciona aquello que no puede ser nombrado, se
libera”, dice la experta. En estos casos en los que se relata
episodios traumáticos o sensaciones negativas, Muñoz recomienda incluso tirar
el papel, o mandar a la papelera de reciclaje el texto. “Si
no lo haces y lo vuelves a leer, reconectas con esos sentimientos”,
argumenta.
James
W. Pennebaker,
profesor en el departamento de psicología de la Universidad de Texas, e
investigador en la materia, coincide en señalar que “saber que otros lo van a leer hace que la
persona sea menos sincera, piense demasiado en los lectores y poco en lo que
verdaderamente quiere contar”. El experto afirma por correo
electrónico que “escribir
un blog público es probablemente menos beneficioso”. En sus primeros
años de investigación, el psicólogo estaba interesado en cómo las personas que
tienen poderosos secretos son más propensas a sufrir problemas de salud. Así,
centró sus estudios en encontrar una manera para que la gente compartiera esos
secretos. "Cuando
das a las personas la oportunidad de escribir sobre los trastornos emocionales
que a menudo experimentan, mejora su salud”, afirma.
“El proceso cognitivo de organizar lo que uno piensa para
escribirlo, tiene un efecto calmante. Puede producir relajación física, bajada
de la presión arterial, caída del ritmo de respiración y mejora del sueño,
según los estudios”,
afirma Nancy P. Morgan, directora
del programa de Artes y Humanidades del Centro Oncológico Integral Lombardi, de
la Universidad de Georgetown, en Whasington. La investigadora ha implementado
la escritura expresiva en ese centro para investigar sus efectos. Para su
investigación pedía a los pacientes que cada semana respondieran a preguntas
tales como: ¿Qué juegos te gustaban cuando eras niño?
También que escribieran sobre una persona que les hubiera ayudado a superar una
crisis. “Este tipo de historias tienen un
componente emocional”, explica. “Las personas que dijeron que el proceso de
escribir les había ayudado a sentirse mejor respecto a su enfermedad, también
reportaron mejoras físicas en las encuestas de seguimiento. La conexión entre ambos aspectos era muy
importante”, subraya Morgan.
Para Nuria, de 33 años y
enferma de lupus, escribir sus sentimientos, sus dolores y padecimientos en
Internet fue “un alivio”. Tras un año “tumbada en el
sofá, sin trabajo y hundida”, decidió relatar su historia. Lo bueno
y, sobre todo, lo malo. Al principio escribía pequeñas notas en un papel a su
pareja. “Me
costaba comunicarme con él. Cuando
tienes una persona delante y le dices lo malhumorada o dolorida que estás,
piensas que te está juzgando, que no te comprende”, recuerda.
Con el tiempo dio el salto a la Red con su blog Tulupusesesmilupus, aunque mantenía su identidad en secreto. Era un
desahogo que la sacó de la desidia y la ayudaba a expulsar de su cabeza
pensamientos oscuros. “Cuando escribes
estás solo contigo mismo y te sueltas”, reconoce. Pronto ese
espacio se transformó en una vía para comunicarse con otros enfermos, “personas que te comprenden y no te sientes solo”.
Muchos enfermos buscan desahogo
pero también compañía en la Red. “En un diario personal me lo quedaría yo y lo que me
hace bien es saber que alguien me va a entender”, afirma Paula Bornachea, de 28 años y que tiene
esclerosis múltiple diagnosticada desde 2008. En busca de esa comprensión, creó
su blog ‘Una de cada mil’, en el que
relata cómo es vivir con su enfermedad. También forma parte de redpacientes.com, una red social para
que personas que padecen distintas enfermedades conecten entre sí y cuenten sus
experiencias.
Pero cuando se utiliza la
escritura como terapia para superar un trauma, superar el estrés o la
depresión, el profesor Pennebaker
considera que “escribir
de una manera rutinaria es menos beneficioso”. “Es
mejor hacerlo cuando te estás sintiendo mal o tienes una herida que sanar”,
opina. En un papel o un ordenador, da igual, pero preferiblemente para uno
mismo y que el relato verse sobre “cualquier evento o asunto importante en la vida de la
persona”.
El profesor de psicología de la
Universidad de Texas ha llegado a esta conclusión tras veinte años de
investigación sobre la materia, también tras el atentado del 11 de Marzo de
2004 en Atocha (Madrid). En aquel estudio, publicado junto a Itziar Fernández, profesora en la UNED,
y Darío Páez, de la Universidad del País Vasco, en International Journal of
Clinical and Health Psychology en 2009, concluyeron que “la
confrontación de hechos traumáticos, mediante expresión tanto verbal como
escrita, tiene efectos positivos sustanciales en personas con dificultades para
verbalizar sus emociones”.
Las investigaciones están ahí,
aunque todavía queda mucho terreno por explorar respecto a la escritura
terapéutica, los expertos coinciden en señalar que, en los malos momentos, el
boli y el papel pueden ser excelentes compañeros para el desahogo. Las pautas son
tan fáciles como ponerse, ser sinceros y, por supuesto, no preocuparse por la
gramática. Lo que importa es lo de dentro.
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