Lo que nos decimos a nosotros mismos condiciona lo que hacemos,
cómo actuamos y también nuestra relación con los demás. Pero sobre
todo, condiciona nuestras emociones. Si te encuentras con alguien
por la calle y te pregunta "¿cómo
estás?" y le contestas "BIEN,
PERO...". No es lo mismo que cuando le contestas "estoy genial". Piensa por un
momento en cómo sería la expresión de tu cara en ambas respuestas.
En la primera, no hay alegría, porque a pesar de estar bien,
siempre hay un pero detrás que lo estropea todo. Ni tu cara es de felicidad ni
la de la persona que te está escuchando.
Pero en la otra versión,
"estoy genial", tú sonríes, muestras tu alegría y la persona con la
que estás, también. Hay una transmisión de sentimientos positivos, las dos
personas os sentís bien.
Fíjate ahora en esta otra
conversación, también muy típica. Se encuentran dos amigas y una le dice a la
otra "oye
chica, enhorabuena, qué bien el trabajo que tienes ahora, cuánto me alegro de
que te hayan cogido...", y la amiga le contesta "si, la
verdad, está bien...pero hija, está todo tan mal, Y SI me largan dentro de seis
meses". El "Y SI..." famoso.
Estar bien y ser feliz no es un
pecado, es casi una obligación. Es tu misión. ¿Para qué estás en la tierra?
Para ser feliz. Entre el "y si" y el "bien, pero..." no hay
manera de disfrutar y de recrearnos en el presente. Porque en lugar de sentir
plenamente lo que tienes ahora, el trabajo, o estar bien, o tener una situación
medio cómoda, solo
estás pensando en qué puede pasar si pierdes lo que ahora tienes, si
algo sale mal, si te fallan, si enfermas, si, si, si...
¿Has pensado qué es lo peor que podría pasar si te abandonaras
al bienestar?
Si simplemente te quedaras en "estoy genial, todo nos va bien" ...
o si contestaras
"chica, una maravilla mi trabajo, qué bien que me han cogido, ahora a
disfrutarlo"... ¿no crees que de alguna manera condicionarías tu
felicidad?
Es cierto que el estado de
felicidad no es eterno, ni siempre es el mismo, pero anticipar lo que puede fracasar no te
previene de nada. No eres mejor persona ni más responsable por
anticipar las consecuencias de perder lo que ahora tienes. Deja de prevenirte
de lo que no deseas que ocurra. Así impides dirigir toda tu atención a lo que
sí depende de ti en este momento.
Otro motivo por el que puede
que no acabes tus frases transmitiendo tu estado de bienestar es la
superstición. Muchas personas piensan que si se recrean en que están bien, si
lo comunican... "vendrá
una plaga o un castigo divino y les quitará lo que más desean, la felicidad".
FALSO,
rotundamente FALSO. Puedes hartarte de decir que estás bien, que tu
vida es genial, que te sientes pletórico, que nada de eso condiciona la
felicidad futura. Al revés, igual te metes en un bucle en el que cada vez estás
más pendiente de lo que sí funciona en lugar de lo que no. ¿Por qué deseas prepararte para lo peor?
¿Y si lo peor no llega? ¿Qué haces pensando en lo que no quieres que pase?
Un tercer motivo es llamar la atención. Desde
pequeñitos nos enseñaron que el que no llora no mama. Así que si vas por la
vida de persona feliz, contento, enérgico, intuyes que nadie te va a llamar,
que no te van a preguntar cómo estás y que dejarás de tener atención. Falso,
REFALSO. Las personas están deseando llamar a los que se sienten bien, porque son
una fuente de energía positiva para los demás. Nadie quiere mantener una conversación, por
norma general, con personas que solo hablan de lamentaciones, desgracias, de
crisis y de problemas. Esto quema y te contagia. La energía positiva
genera fuerza, inspira a otros, los motiva, los alienta y hace que se sientan
bien. Yo quiero tener al lado gente que me haga sentir bien.
A partir de ahora, cuando te
pregunten ¿cómo estás?, trata de focalizar la atención en lo que sí marcha: "Bien, los
niños bien, yo estoy haciendo deporte, ah... y ¿sabes que me llamó el otro día
aquella amiga que hace tanto tiempo que no hablaba con ella? Fue genial".
De verdad, no aproveches cada interacción para contagiar que eres un alma en
pena o que siempre hay un fallo. Vivir así te condiciona a ti y a los tuyos.
Cada vez que contestas de esta manera, la persona que interactúa contigo,
piensa "madre
mía, no hay un día en que pregunte a fulanita qué tal y no tenga un pero".
Uno se cansa de los "Y SI..." y de los "BIEN,
PERO...".
- ¿Y si miras a la vida con soluciones?
- ¿Y si las cosas salen mejor de lo que esperabas?
- ¿Y si terminas teniendo éxito?
- ¿Y si te responden al mensaje que estás esperando?
- ¿Y si no es nada grave?
BIEN, PERO sería demasiado
bonito :)
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