... Cada uno de nosotros tiene
motivos para pensar con profunda gratitud acerca de aquellos que han encendido
la llama en nuestro interior.” Autor: Albert Schwietzer.
Gente capaz de ‘colorear’ nuestra
vida cuando llegan a ella. Esta estupenda idea básica de partida, es la que
me atrajo de la película que hoy traigo hasta el blog, Pleasantville,
porque es cierta y porque implica un homenaje a todos aquellos que, quizá sin
pretenderlo, aparecen de repente en nuestra
vida siendo capaces de iluminarla, en el sentido que quieras interpretar.
La mayor parte de las veces
adjudicamos a un componente romántico la capacidad de cambiarnos para bien que
poseen ciertas personas. Es así, y el amor nos voltea por completo
para, si es de calidad, hacernos mejores de lo que jamás fuimos. Pero otras veces consiste en
breves encuentros con personas con las que simplemente nos cruzamos, nos
enseñan algo y después se van, no sin antes dejarnos en nuestra paleta vital de
colores alguno que nos faltaba. Por ello, siempre hay que estar abierto a conocer,
escuchar y aprender lo que los demás (hasta quien menos lo esperemos) nos tenga
que decir. Si no lo
hacemos tal vez a nuestra biografía le falte un ‘color’ fundamental y esa parte
de nuestra vida quede condenada para siempre a ser vivida en blanco y negro.
Norteamérica, años cincuenta. Una
pareja de adolescentes se "introduce" en una serie de televisión que
trata sobre una ciudad -Pleasantville- y sus amables habitantes y donde todo es
demasiado perfecto. Con su llegada bastantes cosas empezarán a cambiar...
Este es el argumento pero, como
decía al principio, más que la película y su trama, me gusta la
idea que representa alguien llegando a nuestra vida y siendo capaz de
pintar en ‘color’ los espacios en blanco y negro.
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