Tengo 52 años. De San
Francisco, vivo en Silicon Valley. Tengo dos hijos. Estoy especializada en trastornos de la comunicación.
Las políticas de educación deben hacer hincapié en las habilidades sociales. No tengo creencias, pero mi padre es un superviviente del
holocausto.
INCOMUNICADOS
Dicen los estudios que el
número de jóvenes y adolescentes con problemas de comunicación va en aumento. El
motivo según esta experta en pensamiento social es la exposición constante a las
redes sociales, el trabajo en red y los videojuegos en detrimento de la
relación personal. Sobre eso ha dado una conferencia en la Asociación de
Becarios de La Cama. Desde su chica privada intenta enseriar a jóvenes y
adultos habilidades sociales sin las cuales la vida privada y laboral es
insostenible. "La inteligencia y los buenos
resultados académicos no garantizan un futuro exitoso. La comunicación es un
sistema complejo que aprendemos desde la cuna y debemos trabajarla".
Qué ha descubierto?
Que todos tenemos reflexiones y
pensamientos buenos y malos sobre los otros. Y que a todos nos preocupa mucho
lo que puedan pensar de nosotros los demás.
Uno pretende dar una imagen, pero da
otra.
Los otros sólo pueden entender
e imaginar lo que estás explicando basándose en su propia experiencia. De
manera que tu interlocutor se imagina algo que él ha experimentado en primera
persona y que más o menos encaja con lo que le estás contando.
Entonces, cuanto más claramente nos
expresemos, mejor.
Sí, pero todos somos bastante
egocéntricos, le diría que somos hasta cierto punto paranoicos. Si Marta
comparte un rato con otras dos personas y alaba a una de ellas, la que no es
elogiada se sentirá frustrada. Pensará que a Marta no le gusta su compañía.
Tendemos a interpretar a las personas.
Y a menudo de manera negativa, a menos que hagan un esfuerzo por
ser muy positivos. Queremos ser valorados y no nos gusta la gente que nos hace
sentir incómodos.
Somos pequeños.
Demasiado egocéntricos. Sí
usted hablase mucho de sí misma, yo pensaría que no le intereso; y si me
explica algo que usted ha hecho muy, muy bien, me hará sentir que quizá yo no
soy lo suficientemente buena.
¿Lo sabe o lo supone?
Me baso en los estudios. Somos
complicados, estamos llenes de conceptos y filtros a través de los cuales
entendemos lo que se nos dice
¿Qué podemos hacer para que la comunicación
no sea un desastre?
Cuando uno quiere contar
algo personal, también tiene que dar espacio y tiempo al otro para que hable de
sí mismo.
Es básico.
Si, pero no muchos lo hacen Si
usted y yo nos fuéramos a cenar juntas, probablemente hablaríamos de nosotras,
y el éxito de esa velada consistiría en que usted
conectara su vida a la mía y yo a la suya.
Eso no depende de la razón.
Cada una de esas conexiones es
emocional, y es lo que nos hace empatizar. No se trata de compartir información, sino de permitirnos
conectar nuestras historias vitales, y eso sólo para tener una conversación.
Igual le pide demasiado a una
conversación.
Todos queremos tener más y
mejores amigos, queremos estar conectados. Cuando enseño a los adultos cómo comunicar, primero he de
enseñarles a tener pensamientos más positivos sobre sí mismos, para que así los
tengan sobre los otros.
¿Qué es lo que más le ha sorprendido
de la comunicación humana?
Viajo por todo el mundo dando
conferencias y me sorprende lo similares que somos todos desde el punto de
vista de nuestras necesidades sociales y emocionales. Al final todos queremos que nos valoren
por quiénes somos. El problema hoy en día es que las habilidades
sociales se aprenden de niño observando el entorno y a los adultos.
¿Y?,
Hoy vemos a los niños con su
familia en el restaurante jugando con sus, maquinitas. Cuando alguien está inmerso en algún tipo
de tecnología, no está comunicando, y a la larga todo el mundo quiere ser valorado
por lo que tiene que decir.
¿Adolecemos de mala comunicación?
Sí, sobre todo en Estados
Unidos. Las familias conviven, pero cada uno con su tele y su tecnología. Hay
muchas familias empeñadas en que sus hijos sean los mejores (horas de
extraescolares) y sacrifican esa conexión más profunda. Luego los llevan a mi
clínica porque quieren que aprendan habilidades sociales.
¿Qué hace usted?
Lo primero, que los miembros de
la familia se sienten a comer juntos y que ese rato desconecten los móviles y
la tele. Estamos
perdiendo el arte de la buena conversación.
Igual no tienen nada que decirse.
Nuestras vidas son historias,
narraciones. Podemos pasar todo el día juntos y no saber nunca cómo se siente
el otro. Eso no sólo acaba con la comunicación: crea problemas, por ejemplo, a
la hora de encontrar empleo.
No basta con las buenas notas.
Los sistemas educativos están concentrados en transmitir
información científica, piensan que los jóvenes que consigan buenas
notas serán adultos exitosos, pero lo que la investigación demuestra es que una edad adulta
con éxito se alcanza mediante la inteligencia emocional y social.
¿Por qué cuando nos preguntan cómo
estamos solemos contestar "bien"?
Las personas deprimidas
ahuyentan a la gente, pero sucede lo mismo con las personas excesivamente
felices. Tememos el desequilibrio emocional ajeno.
Hay experimentos que confirman que el
mal humor es contagioso.
Efectivamente, se ha comprobado
neurológicamente que si una persona que está de mal humor entra en una sala,
sin necesidad de que exprese su mal humor ni con gestos ni con palabras,
rápidamente su estado negativo se expande como un virus.
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