Tener 77 años como yo es una
enfermedad incurable que sobrellevaré muchos más . Nací
en Santiago de Chile. Me dedico a explicar lo que nos ocurre desde la
Biología. Soy doctor en Biologia por Harvard.
Los humanos somos fruto de la cooperación para la conservación, no de la lucha
por la supervivencia: bioevolutivamente somos porque amamos.
En equipo
Por fin puedo entrevistar aun biólogo, y de
campanillas, nominado al Nobel por sus trabajos de cibernética, que sostiene
que los humanos somos el fruto de la cooperación y no de la mera competencia
por sobrevivir. Maturana, además, no se ha limitado a matizar a Darwin en el
trabajo académico, sino que ha extraído de su evolucionismo cooperativo toda
una filosofía de vida que comparte en Chile con los alumnos de su Instituto Matríztico
y que ha traído a Esade. De hecho, esta ´contra´ es fruto del empecinamiento de
un empresario catalán al que le va mejor después de que Maturana le convenciera
de las ventajas evolutivas de competir, pero sin dejar de cooperar.
—Lo que sorprende a mis colegas
biólogos de Harvard y de la comunidad científica es que me dedique a la
biología del amor...
—Que
no se ve al microscopio.
—Se ve. Como biólogo me he
preocupado de los seres vivos y he estudiado la evolución y así he comprobado
que la nuestra no es una historia de lucha por la supervivencia...
—¿Ah
no?
—... Sino de la conservación y de la
solidaridad. El que gana no es el que mata al otro, sino simplemente el que
sobrevive: la nuestra es una historia de cooperación para sobrevivir.
Y así surge el lenguaje que nos hace humanos, cuando la sexualidad de la hembra
humana deja de ser estacional...
—Supongo
que se refiere al celo.
—Las demás primates siguen
teniendo celo, pero nuestras hembras ya no son periódicas, así dejan de ser
objeto disputable para convertirse en centros del placer y de la convivencia en
el grupo humano. Y así surge el lenguaje: una coordinación de haceres.
—¿Y
el amor?
—Es lo que fundamenta esa cercanía que
permite la supervivencia del individuo y de la especie: el placer de estar
juntos, amar.
—Yo
pensaba que usted venía a dar un curso a Esade, una escuela de negocios...
—Es que la mayor parte de los
problemas de una empresa hoy se deben al factor humano. Por mucha tecnología que empleemos: son las
personas las que deciden.
—¿Y
qué propone usted?
—Que se tengan en cuenta esos
millones de años de evolución que vienen a convertirnos en seres que necesitan
tener presencia: ser vistos, ser escuchados. Sin ese placer de ser tenidos en cuenta por
el grupo, nuestra vida se convierte en un sinsentido. Nos duele.
—¿En
qué sentido?
—La mayor parte de los dolores
de nuestra existencia son culturales. Pregúntese dónde le duele la vida y verá que no es en su
cuerpo.
—¿En
el bolsillo?
—Verá que la vida le duele en los espacios
donde no es visto, en donde está usted siendo negado, en sus espacios de
desamor.
—¿No
me duele la hipoteca?
—Mucho menos que no contar con
el respeto de sus compañeros de trabajo o de sus vecinos, de su familia y
amigos. Verá que en el fondo lo que nos mueve a los humanos es esa necesidad
ancestral de ser reconocidos que arrastramos desde el origen de la especie,
porque es la causa de que hoy existamos.
—¿Que
nos reconozcan en qué sentido?
—Que nos valoren, que consideren nuestra
aportación al grupo y que nos lo demuestren en su trato con nosotros.
Eso es lo que está detrás de todos, incluso detrás de quien se compra grandes
coches, aviones de reacción o grandes palacios: queremos que nos quieran por
puro mandato biológico.
—¿Cómo
aplica eso a la empresa?
—Si a usted no le reconocen y
le aprecian como ser útil, convertirá su trabajo en inútil.
—El
único sentido del trabajo es un trabajo con sentido.
—Nadie puede convertirse en
mero robot instrumento de los deseos y designios de otro. Tiene usted que
participar como persona en lo que hace y tener responsabilidad. ¿Por qué iban
los homínidos a cazar?
—Por
carne.
—No sólo por carne, sino por el
respeto y el reconocimiento del cazador. Podían volver sin una pierna o sin un
ojo, pero no sin ese respeto. Porque sólo en el espacio en el que se tiene
presencia, se es productivo y se puede convivir con satisfacción. Allí aparece
la inteligencia, la creatividad y el placer de hacer lo que se hace. Así
dejamos de ser monos.
—¿Cómo
aplica esa biología empresarial?
—Recuerdo al gerente de una
empresa farmacéutica chilena cuyos directivos le obligaron a iniciar una
investigación para localizar al culpable de un error de etiquetado y
despedirlo. Era el empleado o él.
—¿Qué
le recomendó usted?
—Que no hiciera de policía,
sino de empresario y que no buscara culpables, sino razones. Si buscaba
culpables, todos le mentirían por miedo a ser despedidos y tal vez echaría a un
empleado, pero el error seguiría allí. En cambio, si pedía ayuda para descubrir
razones, encontraría apoyo y luego las razones.
—¿Se
las dieron?
—Descubrió que el error se
había producido como consecuencia de una exigencia de los directivos en el
aumento de producción.
—¿Hubo
despidos?
—¿Para qué si la causa del
error había sido subsanada? Los empleados pidieron disculpas con su honestidad
reconocida y se reincorporaron al trabajo de una manera distinta, porque habían
contado con ellos. Y el efecto es sistémico: si castigas el error, el próximo se tapa con una
mentira, pero no se corrige; en cambio si respetas el error, puedes corregirlo
y aumentar así la responsabilidad de todos. Pruébelo con niños.
Verá.
—¿Y
con los sentimientos funciona?
—Si no reconoces, no te reconocen y sufres y
haces sufrir. Una señora perdió a su hijo, que se suicidó en el
laberinto de la sanidad mental. Ella se consagró a que no volviera a pasarle a
una madre: montó una fundación, una asociación y se puso a escribir un libro...
—Entusiasta
y ejemplar.
—... ¿De verdad? Yo la sentía
desgraciada y le pregunté por su familia: uno de sus otros tres hijos se
drogaba y los otros dos tenían otros graves problemas, pero la señora había
instalado su dolor en el lugar de sus hijos.
—Los
había dejado de reconocer.
—Le dije que olvidara el libro
y la fundación y que mirara a sus hijos: que los reconociera y contara con
ellos. El libro está sin escribir, pero ya no les hace ninguna falta.
comparto plenamente y es en el sentido de desolación donde más duele la vida, en el no ser mirado ,en el no sentirse amado.Como transformar el error del desamor?
ResponEliminaEl amor/orgasmo es el ardid de la naturaleza para la supervivencia.
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