Os quiero compartir una historia, muy bonita,
sobre buen amor y mal amor. Es una historia además muy conocida. Es la historia
de Viktor Frankl, quien era un
médico psiquiatra muy eminente y talentoso, que vivió en Viena en los tiempos
en los que empezaba a arreciar la persecución nazi a los judíos, encerrándolos
en guetos. Él era judío y ya se podía intuir en el ambiente que lo que se
acercaba no era muy halagüeño.
Viktor Frankl recibió una invitación de una
universidad de Norte América para ir a trabajar ahí, y él estaba muy dudoso,
tenía una gran duda dentro de si.
"¿Debo ir
a Estados Unidos siguiendo una carrera muy prometedora o debo permanecer aquí
al lado de mis padres, que son mayores y que viendo lo que está por venir,
quizá las cosas se pongan muy difíciles?"
Así que él estaba torturado y no sabía lo que
decidir. Pasaba un día y otro hasta que un día fue a la sinagoga y pidió que
por favor recibiera con claridad lo que tenía que hacer.
Estaba en una de estas encrucijadas que muchos
hemos vivido.
Salió de la sinagoga sin ninguna respuesta,
entonces se dirigió a casa de los padres, entró en el recibidor donde había
unos cascotes de mármol, en el suelo, apilados. Entonces le preguntó a su
padre,
- "¿qué
hace esto aquí? ¿qué son estos cascotes?
El padre le dijo:
- "Bueno, son restos del altar de una
sinagoga que acaban de destruir y de quemar."
A Viktor Frankl le llamó la atención una
inscripción en uno de los mármoles y le preguntó a su padre
- "¿qué
pone aquí?"
El padre le responde:
- "Éste es el cuarto mandamiento,
honrarás a tu padre y tu madre."
Entonces, para bien o para mal, Viktor Frankl
sintió que ésta era la respuesta que necesitaba y en aquel momento decidió
quedarse.
Pasó sólo poco tiempo y todos fueron detenidos:
él, su mujer, sus padres. Fueron ingresados en campos de concentración, las
mujeres fueron separadas de los hombres. Él, pasó de contrabando en el campo de
concentración unas botellitas de morfina, porque su padre tenía un enfisema
pulmonar. Al cabo de pocos días de estar en el campo de concentración, al
regresar al barracón, encontró a su padre agónico y con mucho dolor le inyectó
la morfina. Viktor Frankl siempre dijo que ésto había merecido la pena de
quedarse.
Su madre murió, su mujer también y él salió del
campo de concentración y cuenta que sobrevivió porque siempre se decía a sí
mismo que tenía una misión de futuro y ésta misión era explicar a todo el mundo
la psicología de lo tremendo, la psicología de lo adverso, de lo terrible.
Él es famoso porque dice:
"Todo puede serle arrebatado a
un hombre, menos la última de las libertades humanas: el elegir su actitud en
cualquier circunstancia, de elegir su propio camino."
Explico esta historia porque es un ejemplo del
buen amor. Cuando terminó la guerra y fueron liberados los campos de
concentración, él escribió un libro que se llama "El hombre en busca de sentido".
Este libro al principio no tuvo ningún éxito, hoy
en día se vende por millones. También en otro de sus libros "Psicoterapia y Humanismo",
tenía una dedicatoria que era muy enigmática y misteriosa, que decía:
-"A Harry
o Marion que no han nacido".
Era una dedicatoria al bebé, que tenía su mujer en
el vientre cuando ingresó en el campo de concentración.
Viktor Frankl perdió a su madre, a su padre, a su
mujer, a su bebé, y después de esto, edificó una vida con todo un sentido y
ayudó a millones y millones de personas también. Éste es el buen amor, que en
lugar de mirar ciegamente, infantilmente y con debilidad el sufrimiento de
aquellos que queremos y querer ir con ellos en este sufrimiento, uno puede
abrir los ojos, ver lo terrible, aceptarlo con el tiempo, hacer un proceso
emocional, abrir el corazón a lo terrible y seguir viviendo y dándole a la vida
exactamente lo que tenemos para darle.
JOAN GARRIGA
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