“Algo
no anda bien”
y tal vez no sepas de qué se trata. En algún momento de nuestras vidas, todos
perdemos un poco el rumbo, el sentido del porqué estamos aquí, la dirección, la
identidad, la conexión genuina o el propósito de vivir. Esto puede deberse a
muchas razones, desde un trabajo que no nos gusta hasta los modelos que nos
impone la sociedad.
El alma, los sentimientos más nobles o la
consciencia pueden estar pasando un mal momento y que no lo hayas notado en
esta vorágine de la vida. No siempre es fácil volver a conectarse con uno
mismo, respetar esa esencia que nos hace diferentes al resto, perder esa
característica que hasta hace un tiempo nos definía.
La mayoría de nosotros no caemos en la cuenta de
que nuestro yo interior, directamente, se ha “desenchufado” y nos volvemos
entes similares al resto, moldeados como lo quiere el sistema, sin identidad ni
personalidad. Esto puede hacer que la vida carezca de sentido y sobre todo, que
estemos como “entumecidos”
sin poder movernos hacia lo que queremos (o queríamos).
Lamentablemente o afortunadamente todos
pertenecemos a esta cultura actual y por ende, estamos expuestos a esta
deshumanización. Puede ser que la recuperemos en seguida o que nos lleve tiempo
hacerlo. Se trata de una especie de epidemia o pandemia que nos ciega, nos
cierra las puertas para ser felices y disfrutar de la plenitud de la vida
cotidiana. Cuando haya regresado a ti, verás lo que antes te era familiar de
una manera diferente y sobre todo, aumentarás tu gozo y tu dicha con todo lo
que posees.
¿Cuáles son
los signos que señalan que hemos “perdido el alma”?
No quiere decir que los experimentarás todos
juntos, con que sientas algunos bastante seguido es suficiente. Estas señales o
indicios son los que determinan que hay una falta de conexión con nosotros mismos y con
lo bello de la vida y la naturaleza. Es preciso cambiar algunos
hábitos, pensamientos y sentimientos para volver a los orígenes, pisar la
tierra descalzos, no importarnos lo que nos dicen en la televisión o en los
periódicos, ser uno mismo siempre.
1 – Sientes que las demás personas son mucho mejores que tú:
puede ser en el trabajo, en tu familia, en la Universidad. ¿No crees que eres
tan bueno como ellos en varios aspectos o en el mismo en todos los casos?.
2 – Anhelas “estar de servicio”: es decir, que quieres
ponerte en acción, hacer algo diferente, servir para algo, pero no tienes ni la más
remota idea sobre lo que puedes aportar a tu ciudad, tu nación ni
por qué eso es importante.
3 – Luchas por alcanzar la perfección: que
obviamente, es imposible de lograr porque cada vez está más lejana. Puede ser,
por ejemplo, tener el cuerpo como las de la televisión, lograr el puesto que
tiene tu hermano, que tu sueldo sea como el de tu amigo, que tu casa se vea
como la de las revistas de decoración, y la lista sigue.
4 – Tus miedos te impiden vivir “en grande”: puede
ser que tengas temor de crear tu empresa, de dar a conocer tu iniciativa, de
fundar una pyme, de dar el gran salto y hablar con tu jefe para que te de un
aumento, o con la chica que tanto te gusta. Tienes más miedo de lo que podrías llegar a perder
que lo que realmente ganarás.
5 – Estás siempre preocupado: que no eres lo
suficientemente inteligente ni lo necesariamente bueno, no te ves exactamente
delgada o joven, qué pasará con la economía, qué ocurrirá si pierdo el empleo,
que podría sucederme si me voy de viaje, etc.
6 – Te sientes víctima de las circunstancias y
todo está fuera de tu control. Esta postura, que podría decirse “cómoda”
no te permite avanzar ni forjar tu propio destino.
7 – Piensas que tu vida cotidiana no tiene
sentido: la rutina te perjudica profundamente, aborreces hacer
siempre lo mismo, odias el camino que tomas todos los días para ir al trabajo,
los domingos comer en casa de tus suegros, los sábados ir al mercado, etc.
Empieza por cambiar
algo de esa “agenda” autoimpuesta y dedícate a disfrutar de algo
diferente.
8 – Eres pesimista: o bien no tienes esperanza en nada.
¿Para qué me voy a esforzar si igual la economía es un desastre? ¿De qué me
sirve estudiar si los graduados no consiguen buenos empleos? ¿De qué me sirve
llegar siempre temprano? Pueden ser algunas de tus frases de cabecera.
9 – Tratas de encajar y pertenecer: puede ser al grupo de
compañeros del trabajo o de la Universidad que no “combinan” con tus preferencias
o tus gustos, pero igualmente te empeñas en estar allí entre ellos. Empezarás a
escuchar la música que no te gusta, vestir como no quieres (o hasta no puedes
pagar), ir a sitios que no te agradan, etc y como resultado, acabarás siendo
alguien muy distinto al que eras.
10- Sufres una gran variedad de síntomas
físicos: puede ser fatiga, dolores de músculos o articulaciones,
insomnio, pérdida de apetito, acné excesivo, sueño, dolor de cabeza, falta de
energía o ganas de hacer algo, síntomas gastrointestinales, etc. El cuerpo de
alguna manera tiene que “sacar a la luz” lo que le ocurre. Presta
atención a estas señales.
Hola a Tothom. Estoy aprendiendo a despertar la conciencia con las aportaciones literarias de este bloc. Gracias.
ResponEliminaEn cuanto a este artículo, lo que expone es muy cierto, ya que en la sociedad que vivimos hemos desconectado con nuestro ser verdadero, profundo e indestructible en aras, quizá, de un efímero éxito económico y de una reputación social muy sufriente y falsa. Por esto, no somos felices realmente, porque vivimos con máscaras, huyendo de nosotros mismos y usando al prójimo para nuestra satisfacción egótica. Sin embargo, todo ello no sólo es illusorio, sino también es muy sufriente, causándonos dolor a nosotros mismos y a nuestros semejantes. Buscamos felicidad perdidos en el desierto de nuestro ego siempre insatisfecho, cuando la verdadera alegría de vivir proviene de nuestro Ser interno y no de la identificación mental con las cosas, situaciones o personas que deseamos poseer y manipular, contaminando al mismo tiempo nuestro entorno social.