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dimarts, 17 de febrer del 2015

EL AMOR NACE A LA MAÑANA SIGUIENTE. Jean-Claude Kaufmann. La Contra de la Vanguardia.

Tengo 55 años, nací en Le Mans y vivo en París. Soy director de investigaciones sociológicas del SNCR, especializado en el estudio de la pareja y la vida cotidiana. Estoy casado y tengo dos hijos. Rechazo apriorismos ideológicos. Soy agnóstico. Lo que pasa por la mañana siguiente de la primera noche de amor determina el futuro de la pareja.

MAÑANA TRISTE
Una mañana siguiente triste: Elisabet y Rodolfo ligan en una noche de gran juerga y a la mañana siguiente despiertan –con migraña- juntos en una cama. Se miran... son unos desconocidos... Él decide que ella no le gusta; le dice que sale a buscar unos croissants... y no regresa. "Eso es terrible para ella que se ha entregado y, a cambio, se ve rechazada y sin saber por qué: ¡Es lo peor!", me explica Kauffmann. Triste... Es sólo uno de los muchos casos que recoge en "La mañana siguiente" (Gedisa), un estudio sorprendente de sociología de la pareja. Kaufmann lo subtitula "Cómo nace una historia de amor" porque asevera que "la pareja se decide en la mañana siguiente", entre váteres, croissants, calzoncillos, duchas, gestos, miedos... y todo eso que ves en cuanto abres los ojos.

¿Qué es la mañana siguiente?
La mañana que comparten las parejas tras su primera noche en la cama. Es una mañana importantísima, porque determina el futuro de la pareja y, por lo tanto, influye sobre el tejido social. Como sociólogo, me interesa muchísimo analizar qué sucede exactamente desde que ambos miembros de la pareja abren sus ojos, qué reacciones experimentan, qué se dicen, que pasa entre ellos...

Por ejemplo...
¡Muchísimas cosas! Imagínese dos universos desconocidos colisionando: si encajan, la pareja tiene futuro. Si no encajan, adiós.

¿Qué cuestiones impiden que encajen?
Millones de cosas. Y muchas de ellas suceden durante esa primera mañana, en la que se llevan a cabo miles de negociaciones conscientes e inconscientes de las que, en última instancia, dependerá que nazca una historia de amor o que todo se reduzca, en el mejor de los casos, a una noche de sexo.

¿Esto quiere decir que el amor no nace en la cama sino a la mañana siguiente al primer encuentro sexual?
Desear al otro es el motor del amor, es verdad. Pero es a la mañana siguiente cuando se forja, o no, la posibilidad de convivencia, cuando aparece, o no, el amor. Llevo estudiadas muchas parejas y siempre recuerdo que una chica, Juliette, me explicó lo inexplicable: me dijo que cuando vio los calzoncillos marca Carrefour del chico con el que había dormido, supo que ya no habría nada sólido entre ambos...

¿Un calzoncillo puede más que el amor?
Cada detalle, cada gesto, es decisivo... Es en la mañana siguiente que las personas deciden si son capaces, o no, de encajar en la vida del otro, que se autodescubre, segundo a segundo, a partir de su ropa, de sus gustos, de sus pequeñas costumbres...

Por ejemplo...
Una chica, Agatha, va al baño de la casa del chico con el que pasó la noche y descubre que es horrible: sin calefacción, sin jabón, con la toalla sucia y la ducha descompuesta...

Un horror...
Agatha es francesa y la escena sucede en Londres, Inglaterra. Para colmo, cuando se levanta, el chico, que se llama John y es inglés, pone música electrónica a todo volumen y le ofrece un sándwich de salchichón como desayuno...

¿Cómo reaccionó ella?
Sintió la necesidad física de huir. Estaba casi en estado de shock.

Es comprensible
Pero no huyó. Eligió quedarse porque pensó que podía perder el amor de su vida. A la vez, ¡John era tan comprensivo, tan amable, tan atento...! que Agatha decidió hacer un esfuerzo y tratar de aguantarlo.

La pregunta es: ¿el baño decía más del chico que el chico mismo?
La respuesta es que sí. Las personas se construyen sobre sus objetos. Los objetos no son ajenos a nosotros; todo lo contrario, son parte nuestra. Y es por eso que la mañana siguiente es tan importante, porque descubrimos tantas cosas del otro con sólo mirar alrededor A través de sus objetos, de sus gestos, de sus miradas, descubrimos quién es. No hay dos casas iguales ni dos personas con el mismo sistema de gestos. La constitución de una pareja es un choque de microculturas individuales...

Por ejemplo
Colombine tenía la costumbre ir al baño desnuda y con la puerta abierta, mientras que Frank se vestía de pies a cabeza y cerraba hasta la ventilación. Lo descubrieron a la mañana siguiente, negociaron y siguieron saliendo. A Juliette le gustaba desayunar rico y fuerte, mientras que Peter no tomaba ni un café. Lo descubrieron a la mañana siguiente, pero fue motivo de fricción.

¿Qué pasó finalmente?
Ambas parejas siguen juntas.

Eso quiere decir que, a la mañana siguiente al primer encuentro sexual, actuamos, no somos sinceros...
Sí, en cierto modo, escenificamos... Aunque en la cama estuvimos desatados, a la mañana siguiente, estamos incómodos. Y cuando la mujer se levanta y sale de la cama, teme la mirada del hombre.

¿Por qué?
Por miedo a no estar a la altura de sus patrones de belleza física... Y se tapa. Sin embargo, durante mis investigaciones descubrí que esa mirada masculina matutina no es crítica, que no rastrea defectos, que es sólo una mirada curiosa. Y esto es nuevo: cada vez más hombres empiezan a tenerle miedo a la mirada de la mujer.

¿Qué cosas no soporta un hombre de una mujer?
Sentir que lo acorrala, que lo agobia.

¿Qué cosas no soporta una mujer de un hombre?
Que deje de ser seductor y atento. Es motivo de separación.

¿Un consejo para la mañana siguiente?
Vivirla en presente, disfrutarla, pensar lo menos posible en la mirada del otro.

¿Cuántas mañanas necesitamos hasta relajarnos?
 Muchas.

¿Una clave para que nazca el amor?
El amor empieza si ambos individuos se transforman un poco. El amor es violento, te transforma, mata tu antigua identidad y da a luz otra nueva. La clave es estar dispuesto.


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