El padre de
la Psicología positiva se ha ganado esta calificación por ser pionero en el
desarrollo de un método científico que responde a esta pregunta. Este psicólogo
y escritor (Albany, Nueva York, 1942) dirige el Departamento de Psicología de
la Universidad de Pensilvania (EEUU) en la actualidad, habiéndose licenciado en
la de Princeton con summa cum laude y habiendo sido el presidente durante una
década de la Asociación Estadounidense de Psicología.
Su trabajo
está concentrado en varios best sellers como ‘The Optimistic Child’, ‘Learned Optimism’,
‘Authentic Happiness’ y ‘What You Can Change and What You Can’t’. En sus
experimentos, basados en el uso exhaustivo de cuestionarios para los
participantes, Seligman ha mostrado
nuevas consideraciones sobre la depresión y la satisfacción entendida como el
cultivo de nuestro potencial personal –‘signature strenghts’, en
inglés–: nuestra empatía, moderación y perseverancia.
Este psicólogo toma nociones de la felicidad según
Confucio, Mencio y Aristóteles,
junto a teorías modernas sobre la motivación, para concluir que la felicidad se
alcanza trabajando en tres dimensiones, esto es, la Vida Gratificante (cubrir
nuestras necesidades básicas), la Buena Vida (descubrir nuestro potencial y
desarrollarlo para sentirnos plenos) y la Vida con Sentido (dedicar nuestro potencial,
virtudes y fortalezas, a contribuir a la felicidad de los demás). Esta teoría
logra diluir el conflicto entre felicidad individual y altruismo, abogando por
la búsqueda de las emociones positivas frente al abandono personal en las
negativas. Se trata de pensar y actuar de una manera constructiva para entender y
gestionar nuestro pasado, crecer en optimismo en el presente y mirar
al futuro con esperanza.
En el campo de la Psicología positiva, las
emociones constructivas nos conducen a situaciones agradables, gratificantes,
por lo que se ofrecen estrategias terapéuticas que nos libren de la frustración
y de la negatividad, dirigidas a destacar nuestras seis virtudes esenciales: el conocimiento
y la sabiduría, el coraje, el amor y la humanidad, la justicia, la moderación y
la espiritualidad y trascendencia, apoyándonos en nuestras
fortalezas. Finalmente, Seligman describe que una vida sin sentido (carente de
estas virtudes y fortalezas) se traduce en depresión, vacío existencial, falta
de autoestima y de empatía.
Hoy, y gracias a Martin Seligman, nos acercamos a una definición de felicidad más
tangible y humana, como apuntan estas frases:
Una de las
cosas que los psicólogos solían decir es que si estás deprimido, ansioso o
enfadado no podías ser feliz. Creo que puedes sufrir o tener una enfermedad
mental y ser feliz, aunque no en el mismo momento en que estás triste.
En cuanto a
las relaciones, si se enseña a la gente a responder activamente y de manera
constructiva cuando alguien está motivado, alcanza su objetivo, aumenta el amor
y la amistad y disminuye la probabilidad de depresión.
La vida causa
los mismos contratiempos y las mismas tragedias tanto a los optimistas como a
los pesimistas, pero los primeros saben afrontarlos mejor.
Creo que es
posible que para el año 2051 el 51 por ciento de la población humana se sienta
más feliz. Esa es mi meta.
Llegar más
allá de donde estás es realmente importante.
El bienestar
no puede existir solo en tu propia cabeza. El bienestar es una combinación
entre sentirse bien y realmente tener una vida con sentido, buenas relaciones y
autorrealización.
No me importa
estar equivocado, y no me importa cambiar de opinión.
Un compositor
puede tener todo el talento de Mozart y un apasionado deseo de tener éxito,
pero si cree que no puede componer música, no conseguirá nada. No se está
esforzando lo suficiente. Se dará por vencido demasiado pronto, cuando la melodía
no acaba de surgir y tarda demasiado en materializarse.
Privamos a
nuestros hijos, a quienes cuidamos, del valor de la persistencia. Lo que quiero
decir es que necesitamos fallar, los niños necesitan fallar, necesitamos
sentirnos tristes, ansiosos y angustiados. Si nos protegemos, a nosotros mismos
y a nuestros hijos, como afirman los que dicen que siempre hay que sentirse
bien, nos privamos de las habilidades que nos proporciona el aprendizaje del
esfuerzo.
No somos
prisioneros del pasado.
Los pensamientos
aprendidos no son imposibles de reaprender. Uno de los hallazgos más
significativos de la psicología en los últimos veinte años es que los
individuos pueden elegir su forma de pensar.
Mediante la
activación de una mentalidad expansiva, tolerante y creativa, los sentimientos
positivos maximizan los beneficios sociales, intelectuales y físicos que
buscamos.
Feliz semana,
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