Tengo 60 años. Nací en
Montreal (Canadá) y vivo entre la República Dominicana y París. Soy
viuda y tengo pareja. Ponemos nuestra esperanza en
el Estado y eso nos convierte en víctimas, debemos ser más activos
políticamente. Lo humano y lo divino está en nosotros
Instinto
A esta psicoterapeuta psicoanalizada, con más de
30 años de experiencia y que acompaña a moribundos, le ha tocado enfrentarse a
la muerte. "Yo
tenía la impresión de que controlaba mi vida, pero no controlamos nada".
La Nochebuena del 2000 un ladrón entró en su casa y mató a su marido, que un
minuto antes dormía abrazado a ella. El trauma, la superación, el aprendizaje
vital de esta mujer bregada en tratar con traumas ajenos es el contenido de Detrás de la cortina (Luciérnaga). "No hablo
de la desesperación, demuestro que uno puede superar un trauma y que es
esencial reconocer las fuerzas instintivas que entran en acción: antes, durante
y después del hecho".
Si quiere vivir con una apertura desconocida...
Sí...
... debe asumir con la mente, con el corazón, con
las tripas...
Vale, con todo mi ser.
... que la muerte nos
acecha, nos rodea, está pegada a la vida, en un segundo todo puede cambiar.
No controlamos nada, y el otro -tu amor o tu hijo o lo que más quieras- puede
desaparecer de repente; todo está bien y al minuto siguiente ocurre lo
inesperado.
¿Por qué me dice todo esto?
Hay que mantener una relación de
amor con los que nos rodean. Cuando mi marido se fue bruscamente no pudimos
decirnos nada más, por fortuna estábamos en paz.
Lo asesinaron.
Sí, la madrugada del 24 de diciembre del 2000
entró un ladrón en casa. La puerta principal sólo estaba ajustada porque Julie,
mi sobrina de 21 años, se olvidó las llaves.
Y se sucedieron las casualidades.
El ladrón cogió a Julie como rehén y la obligó a
que le condujera hasta nuestra habitación al otro lado del jardín. Ella nos
llamó, mi marido se levantó, fue a la puerta y vio el revólver en la sien de
Julie. Lo terrible es que reconoció al hombre y este le disparó.
¿Y Julie?
Entró en la habitación y se escondió. A mí me
despertaron dos disparos y el grito de Julie, pensé que también la había
matado. Una cortina de terciopelo rojo separaba la alcoba de la sala en la que
ya había entrado el ladrón. Robert, mi marido, gemía.
Y usted no podía socorrerle.
Si corría la cortina era mi fin. Podía palpar el
miedo del homicida, su desesperación. Yo, de manera instintiva, dejé de
respirar, fue como morir. Se oyeron disparos de los guardas de la urbanización
y escapó.
Qué terrible experiencia.
Traumática. Lo extraño es que un mes antes de su muerte
tuve visiones y premoniciones muy fuertes, sentía que algo muy grave me iba a
suceder. Se lo conté a mi marido y me dijo: "Yo
te protejo".
Lo hizo, la protegió con su vida.
Un día antes de su muerte fuimos con Julie a la
playa y ella le preguntó sobre la muerte. Entonces él nos dio muchos detalles
sobre lo que teníamos que hacer si moría. Y dijo textualmente: "Si tuviera que morir mañana, tengo la tranquilidad
de haber hecho mi trabajo sobre la Tierra". Aquellas
palabras después me sirvieron, me consolaron.
¿No se sintió culpable de no haber sido capaz de
interpretar las premoniciones?
Las analicé con un psicólogo junguiano, sin
resultados. Mi culpabilidad fue sobrevivir. Había tenido flashes de mi marido
con el torso desnudo tumbado sobre la hierba, justo lo que estaba viendo esa
noche mientras moría en mis brazos.
Qué horror.
Fue un momento de paz increíble: la luna llena, la
noche estrellada, era todo hermoso, pero Robert, de repente, ya no estaba.
¿Cogieron al asesino?
Sí, pero no quise denunciarlo, y eso me causo
terribles problemas con la comunidad, la familia y la embajada. Aun así, decidí no poner ni un gramo de energía en la venganza.
Una cosa es la venganza y otra es dejar suelto a
un asesino.
Entiendo su apreciación, pero mi instinto me pidió
que en vez de combatir me centrara en lo esencial (mi sobrina y el hijo de mi
marido) y me dejé guiar por él. Sé cómo son los procesos en la República
Dominicana y no quería que Julie, que vive en Montreal, pasara por eso. El
homicida no tenía antecedentes, quería dinero, le perseguía la mafia.
¿Qué fue de él?
Al cabo de ocho años volvió al pueblo, lo
aceptaron de nuevo y ha rehecho su vida.
¿Y cómo lo lleva usted?
No voy a ir a saludarlo, pero acepto que uno pueda cambiar su manera de
vivir. No quiero nutrir el odio. Sé lo que destruye el
resentimiento, la cólera y la venganza. A los 25 años desarrollé una enfermedad
autoinmune: una artritis reumatoide degenerativa incurable a causa del
resentimiento que sentía hacia mi madre.
¿Qué le hizo?
Jamás me dejó vivir, pretendía que yo fuera el
bastón de su vida. A raíz de esa enfermedad entendí que toda enfermedad corporal es expresión de
algún desequilibrio psíquico y desarrollé un método de sanación, el
método de liberación de corazas (MLC).
¿Ha podido rehacer su vida amorosa?
Poder volver a amar me ha llevado años y casi
desarrollo un cáncer. Desde la muerte de Robert sentía dolor en un pecho y
tenía los ganglios inflamados. Conocí a un hombre que me quería y yo no me
dejaba. Entonces soñé que tenía cáncer y a la mañana siguiente le llamé. Hoy es
mi pareja. Gracias a mi trabajo estoy muy atenta a los mensajes del inconsciente.
¿Qué podemos hacer para que el subconsciente
trabaje a nuestro favor?
Escuchar los sueños, concedernos durante el día
momentos de distensión y una vez a la semana hacer cosas que nos lleven al
hemisferio derecho del cerebro: cosas creativas que le permitan aflorar. Hay que
establecer contacto con el mundo interior.
Sin conocer a esta señora, yo le mando un fuerte abrazo. A estas alturas de la vida y la velocidad que ella consecuencia en nosotros, hay pocas situaciones que realmente me detengan y provoquen admiración. Sin restar importancia al trágico incidente, me quedo con la capacidad de esta señora para perdonar, de no alimentar ese huracán de rencor, odio y etc, No somos piedras y el dolor nos hace perder el correcto equilibrio con el que debemos vivir, ella es un claro ejemplo de control y de amor.
ResponEliminaUn fuerte abrazo y saludo.
Muchas gracias por tu comentario, a veces necesitamos leer estas lecciones de vida para tomarlas como ejemplo y no quejarnos tanto de la nuestra...
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