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divendres, 20 de febrer del 2015

Usted sabe leer el futuro. Marta Sánchez Galinde. El País

¿Acaso no tiene presentimientos? ¿Corazonadas? Le explicamos qué son, de dónde vienen y cuánto caso debe hacerles
Quien nunca haya tenido un presentimiento o una corazonada, que dé un paso al frente. La intuición es algo que, lo creamos o no, existe. Y no es nada nuevo ni tiene que ver con lo que sucedía en la famosa película El Sexto Sentido (por cierto: ¿hay todavía alguien que no conozca el final?). Grandes filósofos clásicos la tuvieron muy en cuenta: Aristóteles habló de ella como "un conocimiento que comprende las definiciones sin necesidad de demostración”. Aunque tal vez sea Descartes quien aportó la definición más concisa y, si se quiere, poética: “La intuición no dudosa pertenece a una mente pura y alerta”. Si bien lo de pura podemos dejarlo a un lado (para evitar malentendidos), una mente alerta nos permite ser conscientes de aspectos que, de otra manera, se nos pasarían. No hay que preocuparse: el inconsciente los tiene en cuenta.
Cuentos de hadas aparte, está claro que cuando estamos muy interesados en algo, nuestro inconsciente capta todas las señales externas relacionadas con el tema.
La experta Vanessa Mielczarek, autora del libro Inteligencia Intuitiva (Ed. Kairós), afirma que la intuición funciona y pone ejemplos explicativos. Vamos con uno: una mujer monta en el metro para acudir a un trabajo que no le satisface. Durante el trayecto, se fija en que las dos personas que están sentadas frente a ella van leyendo libros de la misma editorial. Siendo una apasionada del mundo literario, decide consultar la web… y encuentra una oferta de trabajo que coincide con su perfil. Tras acudir a la entrevista, el puesto es suyo. Cuentos de hadas aparte, está claro que cuando estamos muy interesados en algo, nuestro inconsciente capta todas las señales externas relacionadas con el tema y nos las envía en forma de “presentimientos” o “corazonadas”.
Un estudio reciente, publicado en la revista Psychological Science, concluye: "Confía en tu intuición, pero solo a veces". Los investigadores relacionaban estos impulsos de decisión con reacciones físicas, como los latidos del corazón o el sudor, y afirmaban: "Lo que ocurre en nuestros cuerpos influye en lo que sucede en la mente. Deberíamos tener cuidado con estos instintos que nacen del estómago, ya que a veces ayudan, pero otras entorpecen la toma de decisiones". Entonces, ¿qué hago? ¿Obedezco a los latidos acelerados del corazón? La clave reside en distinguir el deseo de las señales de alerta.

Casualidad o mensaje
“Permite que la intuición forme parte de tu vida y empezarás a ver guiños y señales reveladores”. Estas palabras de Mielczarek pueden ser el punto de partida para nuestro entrenamiento. El primer paso es tener en cuenta los avisos que nos proporciona nuestro inconsciente, por extraños o ridículos que nos parezcan. Lo que le sucede a la mujer del metro es algo conocido como “sincronicidad”, un término creado por el psiquiatra C. G. Jung para establecer la conexión entre situaciones reales que se enlazan de manera causal (sin la relación clásica de causa-efecto).
Si nos mantenemos atentos a lo que sucede a nuestro alrededor, no nos será difícil percibir todas las señales importantes que nos ayudarán a tomar decisiones correctas
Es cierto que las personas más intuitivas suelen ser también muy observadoras. Si nos mantenemos atentos a lo que sucede a nuestro alrededor, no nos será difícil percibir todas las señales importantes que nos ayudarán a tomar decisiones correctas. Pero antes de hacer caso a lo que nos sugiere el inconsciente, hay que saber distinguir lo que realmente forma parte de la intuición. La confusión se puede presentar en forma de tres figuras básicas. La primera es la expresión de un deseo: sucede cuando anhelamos algo tanto que tendemos a ver a nuestro alrededor señales que indican que se va a cumplir. En segundo lugar, está la expresión de las fantasías, lo que se conoce como “soñar despierto”. En estos casos, la información no se recibe, sino que se concibe como proyección de nuestros deseos. Por último, tenemos la expresión de una compulsión: a veces nos sentimos obligados a hacer ciertas cosas, porque en caso contrario nos sentiremos culpables y angustiados. Así, tenderemos a ver señales a nuestro alrededor que nos indican que, efectivamente, debemos emprender la tarea. En estas tres ocasioneés veritat, s, no hablamos de intuición, sino de deseo.

Ejercicios para aumentar la intuición
Haga meditación y yoga. Ayudará a que su cuerpo y mente se relajen, abriéndose hacia el exterior y aumentando la percepción consciente.
Conviértase en un observador. Intente percibir todo lo que le rodea a través de los cinco sentidos. Practique con la gente que ve a su alrededor, intentando analizar cómo son sus vidas. Es un entrenamiento espléndido para desarrollar la capacidad analítica.
Cuando mantenga una conversación, no esté pendiente de lo que va a responder. En su lugar, escuche a su interlocutor al 100%. Obtendrá mucha más información.
Si tiene algún presentimiento o sensación con respecto a otra persona, no lo deje de lado. La comunicación no verbal manda mensajes reales. El presentimiento sería la forma en la que el inconsciente nos transmite la presencia de esos mensajes.

Cuando tenga una corazonada, pregúntese qué puede significar, qué necesita saber sobre ella, cuál puede ser el mensaje que busca la mente y qué significado puede tener la coincidencia. Le sorprenderá el aprendizaje.



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