"Somos lo que hacemos para
cambiar lo que somos", escribió Eduardo Galeano.
Si no hacemos, si no transformamos la realidad a
partir de una acción operativa, de nada nos sirven las buenas intenciones.
El conocimiento que no es aplicado, la
inteligencia que no se practica, la sabiduría que no nos ayuda a curar los que
sufren o a crear prosperidad donde no hay o trabajar para superar una crisis,
no es sabiduría, se queda en el territorio de la especulación o de las buenas
intenciones. Por lo tanto, hay que hacer para transformar la vida, como
escribió Joseph Conrad: “Solo quien no
hace nada no comete errores”.
La no acción es una forma de acción elocuente y
contundente. La pasividad es una forma de actividad que puede ser ambivalente:
a veces puede ser necesaria, pero a veces puede ser perversa. ¿Cuántas cosas
se pudren por no regarlas, por no cuidarlas? ¿Cuántas veces por el miedo a
cometer un error no nos arriesgamos y, por tanto, lo acabamos cometiendo?
Así, hagamos, equivoquémonos, pero hagamos con la
voluntad de no equivocarnos. Es decir, el inconsciente está allí
porque es inconsciente y nos hace cometer errores a veces cargados de buenas
intenciones, pero realmente vale la pena equivocarse si estamos decididos a entregarnos, a
arriesgarnos para lo que anhelamos. Y como dice el aforismo, si no
ganamos, aprenderemos, porque lo importante no es lo que nos pasa en la vida, sino lo que
hacemos. La vida se construye no solo con las acciones que hacemos,
también y muy especialmente con las lecciones que somos capaces de extraer, la
reflexión que aportamos y con la reconstrucción de nuestra manera de
entendernos a nosotros mismos, a los demás y a la vida a medida que vamos
avanzando en este camino.
Y es que ya lo decía Borges: “Los errores son alegres, y la perfección
es gris”.
Que tengais una vida alegre y llena de luz.
Besos y abrazos,
Álex
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