46 años. De Buenos Aires,
donde he creado dos institutos, referencia internacional en neurociencia.
Rector de la Universidad Favaloro y profesor en universidades en EE.UU. Los argentinos estamos obsesionados con el pasado y
deberíamos estarlo con el futuro. Creo en Dios y rezo.
Le ha visto usted el cerebro a Cristina Fernández.
Tuve el honor de ser seleccionado para dirigir el
equipo que le hizo el diagnóstico y la operó.
¿Un carácter oscuro?
Conmigo fue una paciente fácil. Cuando ingresó en
nuestro instituto yo estaba en un pueblito de las Pampas.
¿Y que hacía allí?
Dar una conferencia: para mí es muy importante que
la sociedad debata los hallazgos del cerebro, ya que todo lo hacemos con él;
pero en este caso tuve que salir pitando y dejarlos a todos plantados.
¿Viene usted de buena familia?
Soy hijo de un cirujano de un pueblito rural.
Nunca faltó ni sobró nada, pero siempre sentí nostalgia del mundo. Sin embargo,
el cambio a Buenos Aires, cuando fui a estudiar la carrera de Medicina, fue más
duro que el cambio a Boston.
Pero triunfó en Estados Unidos.
Llegué como neurólogo investigador sabiendo muy
poco inglés, pero al cabo de dos años, gracias a un descubrimiento, me dieron
el premio al joven investigador de laAsociación de Neuropsiquiatría
norteamericana, y eso me llevó a Cambridge.
Entonces, ¿qué ha sido lo difícil?
Volver a Argentina. Quería investigar la mente
humana; me bastaban cuatro paredes con gente brillante dentro, pero la sociedad
y el ambiente médico me miraban con recelo. Aunque yo estaba tan entusiasmado
que no lo viví como una dificultad, y ya sabe que el cerebro crea la realidad.
¿Esa afirmación es científica?
Por supuesto. La manera en que pensamos es la manera en que sentimos.
Si yo pienso que usted está defraudada conmigo, me voy a sentir mal; si pienso que
está gratamente sorprendida, me voy a sentir bien; pero en realidad yo no sé lo que usted piensa,
lo va a fabricar mi cerebro.
Entiendo.
Saber esto me ha cambiado. Los pensamientos tóxicos pueden ser
eliminables, y eso me parece muy interesante.
¿Ha conseguido usted corregir actitudes?
Parte
del día lo destino a cuidar mi cerebro: descanso, hago meditación (no por una
cuestión de creencias, sino de salud mental) y hago ejercicio físico a diario, y no para
tener un buen cuerpo, sino una buena mente.
¿El ejercicio físico alimenta el cerebro?
El
ejercicio genera miles de conexiones neuronales nuevas y refuerza el
pensamiento creativo.
El hipocampo es clave para la memoria, y a partir de los 65 años se desgasta un
uno por ciento anual, pero lo podemos ralentizar con ejercicio, está
comprobado.
¿De qué otra manera cuida su cerebro?
Cuando estoy en baja forma psicológica contacto
con la gente porque sé que el contacto social libera endorfinas. También
trato de dormir bien porque sé que el sueño ayuda a modular el sistema inmune,
el sistema hormonal y consolida la memoria. Aunque la memoria no es tan
importante.
¿...?
El olvido es parte esencial de la memoria. Somos seres
emocionales, la emoción guía la conducta: recordamos lo que nos emociona.
Y me interesa mucho el estudio de la creatividad.
¿Qué sabemos?
Hay un estadio de incubación en el que uno piensa
obsesivamente en un tema. De hecho, la creatividad se asocia más con
pensamientos obsesivos que con la inteligencia. Luego aparece el eureka cuando
estamos relajados, cuando no pensamos en ello, pero siempre tras haber pensado
obsesivamente.
Implica, entonces, cierto desequilibrio.
Estar
un poco loco, arriesgar y no temer el error favorece la creatividad, pero la
sociedad y la educación estigmatizan el error. Saberlo me
permite liderar grupos creativos.
Deme más consejos para tener un cerebro saludable.
Todo
lo que es bueno para el corazón es bueno para el cerebro: cuide la
tensión arterial, ojo con el azúcar, evite el sobrepeso, coma fruta, verdura y
pescado rico en omega 3. Y empiece cuanto antes, porque los síntomas de
alzheimer se manifiestan décadas después de los cambios cerebrales.
Veo que hay que empezar a aburrirse.
El
optimismo es un factor de protección cerebral importante, y también los desafíos
intelectuales: no hacer más de lo mismo. Cuando nos jubilamos de lo que nos
gusta, de lo que nos apasiona, aumenta el deterioro cerebral. Hasta el último
día de nuestra vida el cerebro es plástico y se reorganiza.
¿Y dónde sitúa a Dios en medio de este cableado
cerebral?
La pregunta fundamental es si el cerebro crea a
Dios o si tiene antenas para captar a Dios. En el centro de Religión y
Neurociencia de Oxford se están invirtiendo millones de libras para dar
respuesta a esta pregunta.
¿Qué investigaciones le impactan?
La posibilidad de detectar los pensamientos
poniendo electrodos en el cerebro humano ya no es ciencia ficción. Conectaron
el cerebro de varios pilotos a un ordenador y estos, pensando qué pasos tenían
que seguir, hicieron aterrizar un avión en un simulador.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada