La perspectiva del
tiempo nos permite acometer proyectos imposibles desde la inmediatez.
“El ascensor del éxito está averiado.
Vas a tener que ir paso a paso y usar las escaleras” Joe Girard
Un disparador de la última crisis
económica fue el frenesí por los resultados a corto plazo. Como si se avecinara
el fin del mundo, fondos de inversión y empresas buscaban grandes beneficios en
un tiempo récord, mientras las familias se endeudaban para realizar cuanto
antes compras inmobiliarias y viajes. Los consumidores no quisieron esperar a
adquirir lo que no podían permitirse, y los bancos no podían esperar a engrosar
su actividad, aunque fuera a costa de prestar dinero a quien difícilmente
podría devolverlo.
En este escenario de prisas e
histeria, tras el estallido de la burbuja, los que gestionaron sus recursos de
forma prudente y planificada son los que hoy se encuentran en mejor posición.
Curiosamente, hace medio siglo el psicólogo austriaco Walter Mischel ya demostró que los niños capaces de aplazar las
recompensas obtenían resultados académicos más brillantes y, a medio plazo,
empleos mejor remunerados. El experimento, citado posteriormente por Goleman, consistía en dar a un niño de
cuatro años una golosina, que se convertiría en dos si era capaz de esperar 15
minutos a comerla. Es decir, se hacía elegir al niño entre el consumo inmediato
y la inversión.
Solo uno de cada tres optó por esta
segunda opción, pero el seguimiento realizado años después arrojó que esa
minoría logró mucho más éxito en su carrera profesional que los otros dos
tercios. El mensaje está claro: la paciencia y la capacidad de espera tienen un premio
superior a la gratificación inmediata.
No solo las crisis de los países y
empresas son fruto de una falta de perspectiva. El cortoplacismo está también
detrás de la mayoría de fracasos personales en muchos ámbitos. Veamos algunos
de ellos.
Vivienda. Los
que compraron una propiedad por impulso, arrastrados por la fiebre
inmobiliaria, si luego han descubierto que no era la apropiada, ya no podrán
venderla o probablemente perderán la mitad de lo invertido.
Carrera
profesional.
La elección precipitada de una opción universitaria o de formación puede
lastrar la vida de una persona, que acontece en buena parte en su trabajo.
Pareja.
Comprometerse con la primera persona que se cruza por nuestro camino, sin
averiguar si era la idónea, ha provocado no pocos fiascos sentimentales que
luego dejan secuelas.
Alimentación. El
ansia de saciar el apetito de forma rápida, por ejemplo en un fast food, está
detrás de muchos casos de obesidad y otros trastornos para la salud.
En todas estas áreas, un poco de
reflexión y espera hubiera bastado para impedir problemas que, paradójicamente,
luego tienen larga duración.
En el extremo opuesto del bróker que
realiza una operación en cuestión de segundos o del conductor airado que inicia
una pelea sin medir sus consecuencias, veamos lo que sucede en Onkalo, al norte
de Finlandia. Allí se está construyendo el primer cementerio nuclear del mundo
que debería ser totalmente seguro.
Se trata de una enorme bodega
subterránea capaz de resguardar como mínimo 100.000 años los desechos
nucleares. Su construcción se inició en 1990 y la previsión es que quede
sellada en 2100, con lo que los obreros implicados en este proyecto saben que
no lo verán terminado en su vida. Sin embargo, son conscientes de que no
trabajan para ellos, sino para todas las generaciones que les sucederán. Eso dota su
misión de un sentido profundo. A una escala mucho menor, numerosos
estudios demuestran que los pensadores a largo plazo establecen metas más
precisas y las conquistan con más facilidad. La visión de los grandes objetivos les
permite renunciar a satisfacciones inmediatas para llegar, con paciencia y constancia,
hasta donde se han propuesto.
El profesor de Harvard y asesor
político Edward Banfield estudió, ya
a finales de los sesenta, por qué algunas personas alcanzaban sus objetivos
mientras que otras no lo conseguían. Esperaba que la formación, el coeficiente
intelectual, la familia y los contactos fueran los elementos clave para
explicar los logros, pero no fue así. Para su sorpresa, averiguó que había un
ingrediente esencial en todas las historias de éxito: la perspectiva del tiempo, es
decir, la capacidad de una persona para proyectarse hacia el futuro al tomar
las decisiones del presente.
“La planificación a largo plazo no es
pensar en decisiones futuras, sino en el futuro de las decisiones
presentes” Peter Drucker
Como bien saben los corredores de
maratones o los novelistas, no es fácil mantener el ánimo a lo largo de todo el
trayecto. Tendremos que hacer frente a tentaciones inmediatas —los
caramelos de los adultos—, a la pereza, al cansancio y al desánimo, ya que
habrá momentos duros que invitan a arrojar la toalla.
En su libro Masters of the long haul (maestros del largo recorrido), T. S. Bateman y Bruce Barry sostienen que la autorregulación es esencial para cualquier plan
ambicioso. Si nos proponemos mejorar nuestra forma física, sanear
nuestra economía o cualquier otra meta que necesite tiempo, es necesario:
- No perder el foco en las acciones dirigidas al gran objetivo. Saber por qué lo hacemos es un acicate esencial.
- Controlar las emociones, ya que pueden erosionar hasta el propósito más firme.
- Aceptar cada fracaso como una base para la mejora. Además de incorporar estos instrumentos a nuestro navegador personal, veamos qué recomiendan los especialistas en planificación para una larga y fructífera travesía:
- Definir nuestros objetivos en cada tramo. La pregunta que nos han hecho a veces como un juego, ¿cómo te imaginas de aquí a diez años?, es de lo más trascendente, ya que antes de realizar algo grande debemos concretarlo. Para ello es útil trazar cómo desearíamos que fuera nuestra vida de aquí a un año, a cinco, a diez, a veinte incluso…, como un mapa para no perder la orientación.
- Clarificar los itinerarios. Una vez sabemos lo que queremos lograr en cada etapa, hay que desarrollar planes específicos. Si anhelamos un cambio de profesión, deberemos formarnos cuanto antes. Si se trata de una mejora económica o de salud, hay que cambiar nuestros hábitos desde ahora mismo.
- Establecer prioridades. No podemos atender objetivos secundarios y pasar por alto el principal. Por eso en nuestro mapa debemos fijar, día a día y semana a semana, cuáles son las metas esenciales a cumplir. Si luego sobra tiempo, ya añadiremos otros objetivos suplementarios.
- Prevenir los peores escenarios. En todo plan a largo plazo van a surgir contratiempos que pueden frenarnos, a no ser que los hayamos previsto y estemos preparados para hacerles frente. Por eso es importante, como decía Delacroix, “desear lo mejor, recelar lo peor y tomar lo que viniere”.
A estas recomendaciones habría que
añadir empezar
y persistir, ya que de nada sirve un ambicioso plan si no empezamos
de inmediato. Y de poco sirve comenzar si luego no somos constantes. Por eso
hay que iniciar ahora, y mañana volverlo a hacer. Y luego pasado mañana, disfrutando de
la alquimia cotidiana que convierte la niebla de los sueños en el oro de lo que
hacemos realidad.
PARA
UNA LARGA TRAVESÍA
Un libro
‘El
hombre que plantaba árboles’. Jean Giono (Duomo)
Publicado en 1953, esta fábula
iluminadora cuenta los esfuerzos de un pastor por convertir un valle inerte en
un frondoso bosque a través de un esfuerzo pequeño pero constante.
Una película
‘Into
eternity’. Michael
Madsen
Documental que describe la
construcción del almacén de residuos nucleares de Onkalo.
Un disco
R. J. Karazija grabó este proyecto al
instalarse en Islandia. Diez temas compuestos a lo largo de diez días que
radiografían sus dificultades para aclimatarse a un nuevo país. Una escucha
serena para largas travesías.
Estic totalment d'acord amb el que ens diu Francesc Miralles, però em temo que massa gent encara no s'adonat de res de tot aixó... La musica es meravellosa! Gràcies per compartir-la amb nosaltres.
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