Me doy cuenta de que, ahora más que
nunca, se están dando dos mundos paralelos, para quien lo pueda y quiera ver.
Dos realidades distintas en una sola! El mundo exterior y otro interior. El
primer mundo y el tercero, sin acordarnos de que tal vez sería conveniente un
Segundo Mundo más justo, humano y solidario. La economía mundial y la local,
como la macro-economía y la economía doméstica, cada día más distantes. El
mundo de la TV y los informativos y el que cada uno hace de su propia vida,
cada día…
Al final, uno piensa que no existen
dos mundos o realidades paralelas y excluyentes, sino que existen dos maneras de ver y de vivir el
mundo y la vida, cada día. Una inquietante y otra armoniosa, una
llena de conflictos y la otra, de serenidad. ¿Razón o Espiritualidad, pensar o
sentir? Una basada en el miedo y otra, fundamentada en el amor. Dos opciones
para una misma vida, corta o larga, qué más da…
Pero seguramente el punto de encuentro
entre ambos presuntos extremos o desencuentros no sea otro que la rica diferencia
entre ellos y la necesaria equidistancia que existe entre el interior y el
exterior del ser humano. Fuera el caos, dentro la paz! Aunque cada uno de nosotros
proyecte en su exterior lo que vive por dentro. En nuestro interior
no existe la disyuntiva entre el corazón y la razón, así como no existen el
tiempo y la distancia, que los enmarcan en un escenario puntual e inevitable de
nuestra vida mundana. Corazón y razón se encuentran a medio camino, al que yo
llamo Alma, seguramente con una cierta insolencia… ¿o es clarividencia?
Y despertar al Alma es un camino sin
retorno atrás posible. Cuando uno prueba la paz y el amor de verdad, es difícil
-por no decir, imposible- renunciar a él y volver a la dualidad de nuestro
mundo solo aparente, con su ansiedad y su caos solo externo.
Descubrir el Alma no es fácil, pues te obliga a romper inercias de tu vida,
cuestionar esas creencias que te han traído hasta el hoy y desencajarte
inexorablemente de un entorno, que día a día se hace más hostil a lo que tú
vives desde dentro. Y eso da miedo, son demasiados moldes para romper, de una
vez. Uno sueña en armonzarlo todo, firmando un
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