La culpa es una emoción que sirve para
indicarnos que hemos hecho algo mal o algo que no deberíamos haber hecho. El
malestar emocional que nos genera la culpa nos empuja a hacer algo para
evitarla y a modificar nuestro comportamiento.
Qué puedes hacer cuando te sientes
culpable:
1.
Analiza el motivo de ese sentimiento. A veces, las personas se
sienten culpables sin motivo. Por ejemplo, si una persona te pide que hagas
algo por ella y tú te niegas porque consideras que es una petición poco
razonable o que te perjudica de algún modo, puedes sentirte culpable incluso
aunque no haya ningún motivo para ello. Por tanto, pregúntate, en primer lugar,
si realmente tienes motivo para sentirte culpable, si de verdad has hecho algo
mal o si tan solo estás haciendo valer tus derechos, expresando tu opinión o
preferencia, negándote a hacer algo que no deseas hacer, etc. Todas estas son
cosas a las que tienes derecho y es posible que tengas que recordar cuáles son tus
derechos antes de empezar a hacerte reproches. Por ejemplo, recuerda
que tienes
derecho a decir o, a no hacer algo que no deseas, a hacer valer tus derechos, a
dar tu opinión, a no obedecer los deseos de los demás, etc.
En otros casos, las personas se
sienten culpables por hacer cosas que se habían prohibido a sí mismas o por no
actuar de acuerdo a los estándares que habían establecido. Por
ejemplo, puedes sentirte culpable por saltarte la dieta y comerte un dulce o
por no hacer un trabajo absolutamente perfecto. Obviamente, si quieres mantener
esa dieta o hacer tu trabajo lo mejor posible, la culpa puede servirte de ayuda
y puede ser
positiva, siempre y cuando la manejes correctamente cuando aparezca.
En estos casos, el mejor modo de manejarla consiste en considerarla una señal de aviso que nos da
información que podemos utilizar para mejorar. Por ejemplo, tras
sentirte culpable por comerte el dulce puedes pensar: “Está claro que si voy a un lugar donde hay
dulces me cuesta bastante contenerme, así que la próxima vez me mentalizaré
mejor o recurriré a alguna estrategia que me ayude, como beber agua, etc.
Además, puedo tratar de evitar estos lugares en la medida de lo posible, pedir
su colaboración a mis amigos, etc.”. Es decir, la persona de este
ejemplo está utilizando sus sentimientos de culpa para aprender algo de sí misma y buscar
soluciones y estrategias para regular mejor su comportamiento y en
vez de machacarse y criticarse a sí misma sin piedad.
2.
Emendar tus errores. Si realmente has hecho algo mal y,
por ejemplo, has causado un daño a una persona, entonces el mejor modo de
lidiar con la culpa consiste en hacer algo para enmendar tu error. Por ejemplo,
puedes pedir perdón a esa persona, pagarle algún posible daño material causado,
invitarle a comer como un modo de compensar, ofrecerte a hacer algo por ella,
etc.
A veces, la culpa te está indicando que es necesario que hagas
algún cambio.
Si trabajas durante tantas horas que no tienes tiempo para estar con tu pareja
o hijos y te sientes culpable por ello, puede que necesites buscar un modo de
compensarles. Por ejemplo, puedes proponerles hacer algo divertido juntos los
fines de semana (como ir a algún lugar especial) y reservar para ellos el
sábado o domingo sin excepción y sin teléfono móvil.
Es decir, la culpa implica a menudo
poner en marcha tu cerebro para buscar soluciones que compensen el mal que has
podido causar a otros o para cambiar conductas, hábitos o incluso estilos de
vida. Para lograr esto es importante que detengas en tu mente los pensamientos de
autocastigo y autocrítica y actives en tu mente el modo de “solución de
problemas”.
3.
Aceptación.
A veces, por mucho que intentes reparar el daño causado, no es posible hacerlo.
Por ejemplo, tu pareja podría no querer perdonarte una infidelidad y romper la
relación contigo. O tu relación con un amigo puede enfriarse mucho porque
piensa que le has fallado a causa algo que has hecho. Si, tras intentar reparar
el daño causado y hacer todo lo que está en tu mano para enmendarlo, te das
cuenta de que no es posible, entonces es el momento de aceptarlo y seguir adelante.
Dado que ninguna persona es perfecta, es normal que a veces cometamos errores
y, como consecuencia, podemos perder algo o a alguien que es importante para
nosotros. En este punto tan solo podemos aceparlo y aprender la lección
para que no se repita en el fututo con otra persona.
En definitiva, si la usas bien, la culpa puede
ser una emoción valiosa que te ayuda a conocerte mejor, enmendar tus
errores, aprender nuevos comportamientos, hacer cambios positivos en tu vida y
mejorar tus relaciones con los demás. Mal utilizada solo te lleva al
autocastigo y al dolor y no trae nada bueno. Por tanto, úsala bien y tendrás mucho que ganar.
Por Ana Muñoz – about.com
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