El llanto no es sólo un desahogo para
liberar rabias y tensiones, sino también una forma de comunicar. Las lágrimas
hablan su propio lenguaje, un idioma lleno de misterios que la ciencia trata de
resolver.
La humana es la única especie que expresa
emociones con lágrimas.
La cultura determina cuando y porque las
personas lloran.
Las neuronas espejo se activan al imaginar
o ver al otro llorar el llanto busca conseguir el consuelo de otra persona un
desahogo hormonal
Llorar de alegría, de pena, de rabia. Distintos sentimientos son los que
desencadenan el llanto. Se vierten lágrimas para desahogar, liberar o aliviar.
Pero también para comunicar. Marcel
Proust dijo una vez que "el pueblo
se inquieta al ver llorar, como si un sollozo fuera más grave que una
hemorragia”. Con una sola lágrima, el ser humano revela su
vulnerabilidad, pide ayuda o intenta manipular al otro. La función comunicativa
del llanto es tan fuerte, que al contrarío de la creencia popular, llorar no
siempre facilita el desahogo: sólo el consuelo de los demás levanta el ánimo
del apesadumbrado. Las lágrimas esconden siempre una intención, y también un
significado. Si hablan un idioma propio, ¿cuál sería entonces el
lenguaje de las lágrimas?
"El llanto es un fenómeno biopsicológico", explica Mara Dierssen, neurobióloga del Centro de Regulación Genómica de
Barcelona. Aunque algunos animales mamíferos lloran emitiendo aullidos de
angustia, "la
especie humana es la única que llora de emoción con lágrimas en los ojos",
asegura. Todos los mamíferos terrestres producen algún fluido para prevenir que
la cornea se deseque y originan lágrimas para liberarse de los cuerpos
extraños, pero sólo las personas lloran por razones emocionales. "Es el resultado de la evolución humana",
afirma Dierssen.
LLORAR PARA SOBREVIVIR
El ser humano ha tenido siempre la necesidad de comunicar para poder
sobrevivir, de ahí que haya incorporado para su defensa complejos mecanismos
comunicativos. Cuando los primeros hombres comenzaron a perder el pelo de la
zona facial, desarrollaron glándulas lagrimales y nuevos músculos que
expresaban emociones a través del rostro. Dos estados psíquicos necesitaron de
señales adicionales: llorar, que se exterioriza a través de las lágrimas,
y sonrojarse.
Curiosamente, ambos dispositivos de defensa para inhibir la agresión.
Llorar revela indefensión, impotencia o necesidad de socorro. “La función
natural del llanto siempre ha sido garantizar la supervivencia del bebé
indefenso", afirma Enrique
García Fernández-Abascal, catedrático de Psicología de la Emoción de la
UNED, quien ha investigado sobre las expresiones faciales de los bebés. El niño
al nacer dispone sólo del llanto como instrumento de comunicación, y lo utiliza
cano un lenguaje propio que los padres son capaces de comprender. “Biológicamente
estamos preparados para entender, por los diferentes timbres acústicos del
llanto, si un bebé tiene hambre o simplemente está asustado", explica
el psicólogo.
El llanto infantil es diferente al del adulto, los recién nacidos lloran
sin lágrimas en los ojos. "Nacemos preparados para llorar con lágrimas, pero
necesitamos madurar y desarrollar el mecanismo durante los primeros seis meses
de vida", explica el psicólogo. Los gritos de lloro del bebé
comunican que siente necesidad de calor, hambre o atención. "Incluso,
lo hace en el idioma materno", puntualiza Enrique García Fernández-Abascal. Un estudio de la Universidad de
Wurzburgo, en Alemania, demostró que los pequeños franceses lloran con una
entonación creciente, mientras que los bebés alemanes mantienen una inflexión
decreciente en su acento al lloran. Es el primer paso en el proceso de
socialización humana.
"Con el paso de los
años, las influencias culturales van adquiriendo cada vez más importancia en el
llanto", afirma Ad Vingerhoets, psicólogo de la
Universidad de Tilburgo, que investiga desde hace años las emociones humanas.
Según Vingerhoets, en la adultez aunque "sentirnos indefensos puede invocar el sollozo, la
cultura es la que más determina cuando y por qué las personas lloran".
DIFERENTES IDIOMAS DE LLANTO
Cada cultura posee su propio lenguaje de lágrimas. En algunas tribus
indígenas americanas -como los indios tupí, localizados al nordeste de Brasil-
es costumbre derramar ríos de lágrimas como señal de bienvenida ante la llegada
de un extraño. También es tradición entre los nativos de algunas tribus de la
selva Chaco, en Paraguay, que emplean las lágrimas como saludo. Para ellos,
llorar es una señal de cortesía antes de dirigir la palabra al otro, y el no
estallar en llanto es visto como un insulto. "En culturas primitivas, son muy
importantes las expresiones corporales como manifestación de los diferentes
estados emocionales -afirma Mara Dierssen-; en occidente verbalizamos mucho
más".
Culturalmente hay lágrimas de placer, de egoísmo, de duelo, de venganza, de
seducción. El hombre tiene más control sobre el llanto de lo que piensa Para Vingerhoets,
"aunque
muchas veces se llora sin querer, el llanto está bajo el control de nuestra
propia voluntad". Tanto es así, que hasta existen pueblos en
los que está prohibido llorar. En la tribu tonja, en Indonesia, los adultos
deben evitar hacer audible el llanto, salvo en funerales. O en Turquía, por
ejemplo, aunque es natural llorar durante las exequias fúnebres, está
totalmente prohibido hacerlo en el momento del entierro.
En la cultura occidental, "el llanto ha alcanzado el status de ser un signo de
debilidad y de inseguridad, algo primitivo. Que la gente llore nos incomoda", explica Dierssen.
Aunque en la antigua Grecia, cuna de nuestra cultura, a los héroes se les
permitía llorar -como leemos en La odisea,
cuando Ulises retornó a los brazos de su mujer Penélope y “llorando de tristeza, abrazó a su fiel y bienamada
esposa"-, en los tiempos mordernos que corren no está bien
visto estallar en llanto, salvo en situaciones en las que se dispone del
permiso social. Ocasiones tales como funerales, bodas u otros muchos rituales
eclesiásticos, coma los lloros y lamentos de las procesiones de Semana Santa
(en las que hasta se ha llegado al punto de introducir la antigua figura de las
plañideras, las mujeres egipcias que eran pagadas por llorar en los entierros),
son los momentos escogidos culturalmente para poder desahogarse en público. Incluso,
en algunos lugares o situaciones determinadas derramar lágrimas, como por
ejemplo en el trabajo, se puede interpretar como símbolo de manipulación.
LÁGRIMAS DE COCODRILO
¿Es posible manipular a los demás a través del llanto? "Un estudio en el que se trató de
asociar el lenguaje corporal, verbal y facial con la alteración emocional que
produce el remordimiento, demostró que cuando una persona trataba de mentir
negando sus propios delitos acompañaba las palabras con lágrimas para reforzar
su argumento", explica Mara Dierssen. Es el caso de las famosas
lágrimas de cocodrilo, que pretenden infundir pena en el otro para obtener su
compasión. Según el psicólogo Enrique García Fernández-Abascal, "son
llantos plenamente sociales que no tienen ninguna base emocional".
Cuando el ser humano ve a otra persona llorar inmediatamente siente la
necesidad de consolarla. Esto es consecuencia de la activación cerebral de unas
células llamadas neuronas espejo que tienen por objeto generar empatía, ayudan
do al hombre a ponerse en el lugar del otro. "Estas neuronas no sólo se activan cuando vemos
llorar a alguien, sino también cuando nos imaginamos que alguien lo hace",
explica Mara Dierssen. La empatía también es la responsable de que el hombre
llore mientras visualiza una película. Está demostrado, según señala
Vingerhoets, que "a
través de las neuronas espejo nos identificamos con los personajes y podemos
sentir su dolor".
CONTAGIAR EL LLANTO
Cuando la escritora estadounidense Ella Wheeler Wilcox, al
inicio de uno de sus poemas citó: "Ríe y el
mundo reirá contigo. Llora, y llorarás solo", no tuvo en
cuenta que el llanto es igual o más contagioso que la risa. Sobretodo en edades
tempranas,
"cuando todavía no hay ningún control social que haga al niño inhibirse
emocionalmente", afirma Enrique García Femández Abascal. El
contagio es resultado de la empatía, y según el psicólogo de la UNED, la mejor
forma de definir al hombre y la mujer es como "ser
altamente empático". El ser humano intenta contagiar su
dolor, buscando así en el otro el consuelo, el alivio. Al llorar supuestamente
se canalizan emociones y se liberan tensiones, pero "ante
todo se trasmite vulnerabilidad", explica Mara Dierssen, se trata de "conseguir
un acercamiento por parte del otro”. Lo que más se evalúa a la
hora de definir si uno se siente consolado y desahogado tras segregar un río de
lágrimas son las reacciones que han tenido las otras personas al vernos llorar.
"Por
eso, las personas que padecen depresión nunca dicen que llorar les traiga
alivio", explica Vingerhoets.
Entonces, ¿quiere decir esto que la creencia popular de que el llanto tiene
algo de efecto catártico no es cierta? Según la tradicional teoría freudiana,
llorar liberaría las energías de las emociones reprimidas que no han sido canalizadas
adecuada y concretamente. Pues bien, esta teoría ha quedado desbancada por la
ciencia. Un estudio publicado por el Journal of Reseach in Personality,
desarrollado por investigadores de la Universidad de Florida del Sur en Estados
Unidos, ha concluido que derramar algunas lágrimas no tendría dicho efecto
liberador y catártico. Llorar no aporta beneficios psicológicos a la persona,
según los investigadores. "Cuando lloramos, la utilidad que ello supone está
más relacionada con que llamamos la atención de nuestro entorno y recíbimos
apoyo social que con el hecho en sí mismo de derramar lágrimas",
explicaba Jonathan Rottenberg,
director de la investigación, a la publicación.
Dicen que no se deben reprimir los sentimientos, pero parece ser que todo
apunta a que acogerse al antiguo mito de que "las
lágrimas limpian el alma" tampoco sirve de mucho.
Evidentemente, tenían razón los latinos al decir que in medio estat vírtus -en el
medio está la virtud-. Si llorar no es catártico, si no se liberan tensiones,
si no purifica, si tampoco se canalizan los sentimientos, si su función es
simplemente comunicativa, ¿por qué
estallamos en llanto cuando estamos solos? o "¿por qué cuando lloramos porque estamos tristes,
nos sentimos más tristes porque estamos llorando?", plantea
la neurobióloga Mara Dierssen. Como estos, todavía existen muchos misterios e
incógnitas en cuanto al llanto que la ciencia tendrá que resolver. Y cuando
todos los entresijos que rodean al arte de llorar queden resueltos, por fin tal
vez será posible comprender en su totalidad el lenguaje de las lágrimas.
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