Es difícil describir qué se siente
cuando, día a día, el camino se va haciendo, sin miedo. Es como si caminaras
por un frondoso bosque hacia la luz! Esa luz que quizás siempre habías buscado
en tu vida…y que súbitamente aparece paulatinamente en tu vida sin hacer nada
especial, dejándose uno fluir…
No es un camino necesariamente
distinto al que habíamos andado siempre! Simplemente lo ves y lo andas distinto… de diferente
manera, como apreciando por primera vez ese paisaje que te rodea,
aunque los lugares que recorres sean los mismos de siempre. Si estás bien
atento y dejas tu miedo atrás, se abre a tu vista un nuevo escenario,
hecho de pequeños matices en lo que siempre había estado ahí, junto a ti…
Paso a paso se van dando momentos
especiales. Día a día surjen personas, momentos y lugares que vives de
diferente manera. Cada uno de ellos tiene ahora su sentido mágico, no son fruto
del azar o solo de los demás, como hasta entonces. No piensas en por qué han llegado a tu vida, sino en para qué han aparecido en este momento y qué sentido tienen aquí
y ahora…
Basta en confiar en la vida, dejar de
pensar que la vida está ahí para romper unos esquemas y esa vida aparentemente
cómoda y fácil! Esa vida que llamamos fácil, conveniente y segura, pero que no
nos ha llevado hacia donde queríamos ir. Tal vez habíamos aprendido a transitar
por ella con una cierta dignidad, pero exigió esfuerzo mantenernos firmes y
conformarnos con el destino hasta donde nos llevó, aún siendo demasiado lejos
de donde habíamos soñado desde siempre…
Y es que los sueños no son más que un
fugaz borrador del mapa de nuestra propia vida. Ese mapa que tardamos en
descubrir… hasta que nos damos cuenta de que la ruta la hacemos día a día y
que solo debemos decidir si queremos ser felices o bien seguir esforzándonos en
ese antiguo camino que no nos lleva a ninguna parte. Cuando en vez de tus ojos, es el corazón
quien marca el camino, el mapa aparece y el Destino hacia tí mismo
se muestra claro, nítido y contundente. Es entonces cuando te das cuenta del
esfuerzo que había supuesto andar sin destino hacia ninguna parte, por un
camino a ratos tortuoso y a ratos, llano y apacible…
“Caminante no hay
camino, se hace camino al andar” dijo el poeta, sin quererle
poner nombre al Destino, aunque sea porque éste no es más que el continuo
caminar para volver al hogar de lo que somos en verdad y así salir de ese
sombrío y frondoso bosque que nos oculta la realidad. Esa nueva realidad ya
plena y evidente, que ilumina la vida paso a paso, si tenemos el valor de caminar hacia esos
sueños que, desde siempre, tuvimos, pero que el tiempo tal vez nos
hizo olvidar…
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