Gordon Porter pide educar a los discapacitados con los demás niños.
Tengo 67 años y llevo
40 luchando contra la segregación escolar. Soy de
New Brunswick, Canadá, país pionero en coeducar niños con más y menos
problemas. La educación inclusiva es más eficiente y menos costosa. Colaboro con la Fundació Aspasim en su 75.º aniversario
INGLÉS PARA TODOS YA
Que todos los niños aprendieran en todas las escuelas
un buen inglés, además de buen catalán y castellano, sería nuestra mejor
medida contra la desigualdad. Porque, hoy y aquí, quienes pueden, pagan a sus
hijos un colegio en inglés. Se lo explico a Porter, pionero de la escuela
inclusiva, que integra a niños con discapacidades -también socieconómicas-, y
él insiste
en el fracaso de la educación elitista: segrega ciudadanos. Me recuerda
que Canadá, Finlandia, Singapur, Corea del Sur y otros países con los mejores
resultados educativos tienen una educación gratuita de calidad para todos.
Esa es su mejor garantía de que seguirán siendo países cohesionados y prósperos.
Soy maestro
y amo mi trabajo: me emociona ayudar a un niño con problemas a superarlos.
Es emocionante.
Por eso, tras mi jornada laboral me hice
profesor voluntario en un colegio para niños discapacitados, el Peter Pan.
Bien hecho.
Entonces
creía que era mejor educar a los discapacitados en centros segregados.
Aquí hay muchos centros así.
Pero un día
le pedí a mi hijo de ocho años que, cuando fuera camino de su colegio, se detuviera
un momento en el Peter Pan, que le iba de paso, y dejara allí unos papeles
...
Pero
pasaron los días y el chaval no los entregaba. Mi mujer me explicó que al crío
le daba
vergüenza que sus amiguitos le vieran entrar en el colegio "de los
subnormales".
Los niños reflejan los valores adultos.
Ese día me
di cuenta de que no sólo los niños Down, sordos, ciegos, cojos o con cualquier
otro problema..., ¡todos los niños necesitan educarse juntos para aprender
a apreciar la diversidad y a cooperar entre ellos!
¿Por qué?
Porque
nadie es perfecto. Si aprenden a tolerar, respetar, ayudar a los demás, también aprenden
a superar sus propios problemas. Y ¿es que hay algún niño que no los
tenga?
Todos tenemos y necesitamos ayuda.
Pues yo he
dedicado mi vida a ayudarles a ayudarse. Y sigo convencido de que es un error educar en escuelas
especiales a ciegos, sordos, Down, autistas, o a cualquier otro discapacitado.
Hemos conseguido que casi todo Canadá tenga escuelas inclusivas y las he defendido con
argumentos en 40 países,
como ahora en Catalunya Y España.
También se discrimina por dinero.
¡Otro
error! En Canadá todos los niños van a la misma escuela -hoy también los discapacitados-,
donde se educa a ricos y pobres; cristianos y judíos y musulmanes; a los muy inteligentes
para el colegio y a los que son más inteligentes para otras cosas.
Aquí hay colegios caros, otros gratis, y entre ellos
los hay buenos y otros menos.
Pues eso no
es construir la convivencia. En Latinoamérica he visto cómo la prioridad de los
profesores de las escuelas públicas es llevar a sus hijos a un colegio privado.
En Canadá, los políticos llevan a sus hijos al mismo colegio que sus votantes:
¿qué incentivo iban a tener si no para mejorar la escuela de todos si ellos
llevan a sus hijos a otra?
Es una buena pregunta.
Ahora en
Canadá intentamos
mezclar niños de distintos entornos socioeconómicos, siempre que las distancias
no sean insalvables, en la misma escuela porque eso les enriquece a todos.
Suena muy bonito, pero ¿un niño sordo o ciego no
retrasa al resto del grupo?
Por eso
tenemos equipos de refuerzo pedagógico especializados terapeutas, psicólogos,
profesores especialistas...
Canadá se lo puede permitir, pero tal vez no otros
países.
Siempre es menos costoso financiar
equipos de refuerzo para todos que construir escuelas especiales para cada
discapacidad.
¿Por qué?
Porque en
los países que segregan a los niños con alguna discapacidad los recursos se
dispersan; en cambio, en los países con educación inclusiva, los recursos se
concentran todos en el mismo sistema y todos ganan.
Supongo que integrar a niños con graves
deficiencias en el cole no es fácil.
Es un
camino difícil y no una solución mágica, pero vale la pena, porque es mejor
que la segregación ya desde el primer día. Me di cuenta cuando conocí a David.
Cuéntenos.
Era un niño
con síndrome de Down, pero además con serios problemas para andar y expresarse.
Yo era responsable de educación del distrito pionero en Canadá en educación
inclusiva, así que me presenté por sorpresa en su colegio a ver cómo iba.
¿David se integraba?
Observé
desde un rincón y, al principio, bien, pero llegó la hora del recreo y todos salieron
corriendo y riendo y lo dejaron solo en clase con su terapeuta...
Tal vez esperaba usted demasiada ...
...Me deprimí. Pensé que tal vez los casos más graves sí
requerían de un centro especial. Pero los niños volvieron y el profesor tenía
un plan magnifico y David se integró. Los chavales le ayudaban incluso con cariño.
Y salí sonriendo y con la moral intacta.
Me alegro.
Aprendí que no hay milagros: hay
resultados y sólo si el trabajo es bueno. Lo comprobé con una niña
ciega, Tracy. La llevaban a un colegio para ciegos, pero lejos de su casa, y su
madre nos pidió que la aceptáramos en el cole del distrito con todos los demás.
Pero ¿cómo iba a seguir las clases?
Compramos
un ordenador con Braille para que su maestro corrigiera lo que escribía. Pero
como Trace sólo había estado con otros ciegos, caminaba mirando al suelo. Entre
todos le explicaron que así llamaba la atención y en unos días corrigió su
postura. Fue
una lección para ella y para todos los niños, que se sintieron mejor al ver que
su nueva amiguita mejoraba.
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