Aquellos dibujos que se hacen de
forma involuntaria, mientras se habla por teléfono o se asiste a una conferencia,
no indican distracción o falta de interés. Al contrario, es una manera de fijar
ideas y asimilar contenido. Estos garabatos inconscientes dicen mucho de uno
mismo.
Para todos los gustos. Ronald Reagan prefería dibujar caretas de vaqueros. Dwight Eisnehower reproducía banderas
americanas rodeadas de lápices rotos. Herbert
Hoover tenía una predilección por las telarañas geométricas. John Fitzgerald Kennedy subrayaba de
forma repetitiva y con trazo grueso algunas palabras sueltas. Bill Clinton optaba por dragones alados
y cocineros aguantando la sartén. Son algunos de los garabatos que solían hacer
los presidentes de EE.UU. mientras participaban en las reuniones en el Despacho
Oval. ¿De verdad los que fueron los hombres más poderosos del planeta tenían la
cabeza en las nubes mientras tomaban sus decisiones?
Con el clima político actual, si usted viera a un
diputado que, en pleno debate parlamentario, se pasa el tiempo garabateando en
una hoja en lugar de escuchar las intervenciones (por poner un ejemplo cercano,
el exministro Juan López Aguilar era
un experto en dibujar caricaturas de sus contrincantes políticos mientras
trabajaba), con toda probabilidad diría: ¡sólo falta eso! Pero se equivocaría.
De la misma manera, si algún día le tocara dar una charla, hacer una exposición
o contar alguna historia en un auditorio, un aula o simplemente delante de unos
familiares y viera que alguien en la primera fila empieza a garabatear sobre un
papel unos dibujos sin sentido, tampoco debería preocuparse: le están
escuchando más de lo que cree.
En contra de la opinión común, el hecho de
garabatear no significa que se esté distraído, poco concentrado o con la cabeza
dispersa. Todo lo contrario: la ciencia ha demostrado que los llamados dibujos inconscientes,
aquellos garabatos que se hacen mientras se habla por teléfono o se asiste a
una reunión son la manera que se tiene para fijar ideas y grabar los contenidos
en la mente. El garabatear es una reactivación que evita caer en el
aburrimiento o la apatía y que no sustrae energías a la tarea principal.
Asimilar información y dibujar son dos actividades que son compatibles. Y la
segunda mejora la primera.
En un conocido estudio llevado a cabo por Jackie Andrade en la Universidad de
Plymouth (Reino Unido) en el 2009 se quiso comprobar si garabatear junto a otra
tarea implicaba desviar la atención de la otra actividad. Para ello, se pidió a
unos sujetos que escucharan una llamada de teléfono de dos y minutos y medio y
que recordaran los nombres y lugares que se mencionaban. La mitad de los
voluntarios podía dibujar mientras permanecía a la escucha. La otra estaba
exenta de esta tarea. Los resultados finales fueron sorprendentes: los que
garabatearon recordaban más elementos. Se demostró que su capacidad
de retención de la memoria era un 29% superior respecto a los otros ¿Cómo es
posible?
La mente, contrariamente a lo que se piensa, puede
trabajar de forma disociativa. Se puede realizar una tarea de
forma consciente y, a la vez, expresar estados mentales internos inconscientes
a través de los garabatos. Las dos actividades no son excluyentes. Es más:
Andrade cree que el estar con la cabeza en las nubes supone malgastar energía.
Uno empieza a soñar con las vacaciones, los billetes, las reservas del hotel y
una cosa lleva a la otra… En cambio garabatear permite una gestión más
eficiente de los recursos sin que el cerebro se vaya por las ramas. De ahí que,
gracias al dibujo, la capacidad de asimilación de la información sea más
elevada.
Sunni Brown es una de las especialistas
internacionales más acreditadas sobre el tema y es autora de varios libros (su
conferencia en internet en el TED del 2011 ha sido vista por casi dos millones
de personas). “Siempre
se ha considerado el garabato como una práctica antiintelectual, en contra del
aprendizaje serio. Algo inapropiado: como masturbarse en el trabajo”,
dijo con firmeza. Pues bien, en realidad el garabatear “es
una herramienta poderosa. El fijar sobre el papel unos signos nos ayuda a
pensar y es una estrategia para evitar la pérdida de atención”.
Su tesis es que este tipo de dibujos espontáneos, cuando se llevan a cabo de
forma simultánea con otras tareas, permiten absorber más contenido porque
activan distintos canales: el visual, el auditivo, el kinestético-espacial, el
de la escritura y el emotivo.
¿En qué
ocasiones se suele garabatear? Los estudios demuestran que estos
tipos de dibujos se crean habitualmente en momentos de ociosidad (cuando se va en tren,
fumando, cansados de leer un libro, escuchando la radio o música, etcétera), aburrimiento
(en clase, conferencia, sermón…) meditación, o en estados que muestran la tensión
emocional, como la indecisión (haciendo planes de las vacaciones,
buscando la inspiración), la concentración (planificación de tareas, los
maestros preparando sus clases o los alumnos sus lecciones, pensando en un
asunto, o resolviendo un problema), la expectativa (esperando en el médico, la
peluquería, llamando por teléfono), y la impaciencia (esperando en el teléfono).
Al ser una manifestación del subconsciente, estos
garabatos proporcionan indicios acerca del estado de ánimo que se padece en el momento de
realizarlos. Estas figuras son una marca personal e intransferible, tan únicas
como la letra o las huellas digitales. De alguna manera, estas líneas sin
sentido –aparente– representan también una forma primitiva de discurso. Dicho
eso, sería atrevido y hasta injusto juzgar a una persona sólo basándose en sus
garabatos. Prueba de eso es que sí se llevan a cabo peritajes judiciales sobre
la autoría de una caligrafía y se hacen valoraciones psicológicas a partir de
ella. En cambio, el garabato apenas es objeto de estudio científico o es título
de prueba en los tribunales. “Con unas 10 o 15 líneas se puede tener cierta idea del
ser, con un dibujo es atrevido lanzarse en interpretaciones”, señala
Montserrat Perelló, grafóloga y
grafoterapeuta. Hay un caso de escuela que demuestra que el dibujo inconsciente
es una fuente poco fiable. En el 2005 se encontró en el escritorio del primer
ministro británico una hoja con garabatos. Los medios ingleses los atribuyeron
al entonces responsable del Ejecutivo, Tony
Blair. En seguida empezó el análisis de los especialistas. El veredicto fue
que eran de una persona “agresiva, inestable, irritable y megalómana”.
Mientras la prensa se lanzaba en profundas disertaciones sobre el poder de
revelación de los mismos, al poco tiempo se descubrió que el papel en cuestión
no pertenecía a Blair, sino al fundador de Microsoft, Bill Gates, que los había dejado durante su última visita a Downing
Street.
Sin embargo, sí que es posible sacar algún dato
interesante de estos dibujos inconscientes.
“Una
cosa es que no sepamos con exactitud qué es lo que significan, pero esto no
quiere decir que no proporcionen algún tipo de información”, apunta Rafael Cruz Casado, presidente de la
sección española de la Asociación Internacional de la Psicología de la
Escritura (AIPS). “Los dibujos son gestos, pero gestos gráficos y materializados en el
papel. Son algo reflejo de las personas, un poco como gesticular. El hombre no
puede dejar de proyectarse en todo lo que hace, así que los estados de ánimos afloran a través del dibujo”,
coincide Germán Belda García-Fresca,
titular del Instituto Mauricio Xandró y vicepresidente de la Sociedad Española
de Grafología. Según estas teorías, los garabatos inconscientes cumplirían la
misma función que mover la pierna o rascarse la cabeza o jugar con el
bolígrafo: gestos automáticos que se activan en ciertas circunstancias y que
son la señal de algo.
Francisco
Viñals Carrera
y Mariluz Puente Balsells,
directores del máster en Grafoanálisis Europeo de la UAB y directores de la Agrupación
de Grafoanalistas Consultivos de España explican que “este garabato supone una expresión o
salida libre de tensión y, al igual que lo sueños, es un reflejo inconsciente,
aunque muchas veces motivado por una idea accesoria, emotiva o provocada por el
estado de ánimo y la actitud en que se está inmerso. La repetición habitual de
determinados garabatos es lo que le concede cierto valor expresivo y simbólico
del posible deseo o problema posiblemente reflejado por su autor”.
En concreto, se asocia a cada representación
gráfica un sentido. Por ejemplo, el psicólogo estadounidense Robert Burns ha estudiado la simbología
de los objetos. “Si
se dibuja un árbol, se quiere
representar el crecimiento y la vida. Si se opta por casas, entonces significa que se otorga valor a la seguridad. Si
uno insiste en dibujar números,
significa que está preocupado por el dinero. Y si en la hoja aparecen coches, aviones o barcos, las
personas tienen un gran deseo de evasión. En cambio, las figuras geométricas, como plazas, triángulos o círculos serían más
bien el resultado de una mente analítica”.“El estado de relajación favorece los
ornamentos y los elementos decorativos, mientras la tensión favorece una mezcla
aleatoria de elementos. En este último caso, garabatear es una salida para la
tensión motora”, apuntan Viñals
y Puente. Por ejemplo, “el ángulo del trazo indica la presencia de determinados
contrastes. Yo misma cuando veo que estoy haciendo trazos demasiado angulosos
resoplo y me paro a respirar”, confiesa Perelló.
A partir de allí, hay códigos de interpretación
que son bastantes asumidos. El predominio de rectas indica energía y dureza,
resolución, obstinación. Los cruces con los brazos iguales, la búsqueda de
equilibrio. Los triángulos,
rigidez, ambición, deseo de triunfo. Las estrellas, armonía y espiritualidad. Los
garabatos muy
grandes reflejan cierto ego, mientras que los pequeños, una cierta falta de
adecuación al grupo. La zona del papel también es relevante: cuando se llena el
borde
izquierdo, significa que hay una preocupación por secuelas del
pasado. Si predomina el lado derecho de la hoja, entonces significa
que se mira más al futuro.
Algunos símbolos son muy indicativos. Por ejemplo,
la araña o
una telaraña esconden alguna aversión de que la persona se siente
atrapada o sofocada. Las espirales indican que se dan vueltas antes de
iniciar una acción, pero también narcisismo, egocentrismo, tendencia a las
obsesiones mientras que las figuras geométricas son la señal de
racionalidad y de querer evaluar todas las posibilidades antes de actuar o
tomar una decisión. Los que comienzan con estructuras pequeñas y luego las circundan con
formas elaboradas serían más bien personas fantasiosas. Los que comienzan con figuras grandes
y las subdividen hacia las pequeñas, demuestran amor por el detalle. Y si hay mucha
oscuridad, tachas y rellenos, los dibujos evidencian una situación
de tristeza y la necesidad de liberar ansiedades. En un caso y en el otro, garabatear
relaja y proporciona una sensación de bienestar personal. Y, en
última instancia, es una sublimación creativa. Por eso, todos los expertos
consultados coinciden en que nunca hay que reprimir o regañar cuando vemos a
alguien que se deleita con un bolígrafo en lugar de escuchar como un estudiante
modelo. “Nunca
una proyección gráfica tiene que reprimirse. Incluso los chavales que
garabatean en clase pueden simplemente estar buscando un elemento de gestión
interna”, sugiere Rafael Casado-García. Como dijo Sunni Brown: “ Garabatear es algo innato. No podemos negar la
expresión de este instinto primario”.
TIPOS DE
GARABATOS
-El conjunto de círculos señala necesidad
afectiva, desconfianza
-La cruz marca el deseo de equilibrio, capacidad
de síntesis y de confianza
-Repetir palabras y los garabatos repasados
insistentemente son signo de cierta obsesión por remarcar conceptos
-Cuando el garabato está formado por personas
puede reflejar preocupaciones familiares
-Cuando en el trazado hay sombreado o relleno,
significa que se quieren ocultar emociones
-Las formas cuadradas son índice de una mente
analítica que intenta estructurar y ordenar la información
-Elementos naturales como agua, fuego u hojas se
asocian a diferentes estados de ánimo
-El laberinto suele mostrar una inquietud para
encontrar la solución idónea a un problema
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada