¿Cuál es el denominador común que nos hace
enamorar y escoger a una persona en particular para que sea nuestra pareja?
Esta pregunta parece muy simple, pero muchas personas afirman que realmente no
saben el porqué escogen a una persona u otra. Dicen que quizá se guían al
principio por unas determinadas características -físicas o no- que les llaman la atención o
algún rasgo de personalidad o simplemente
se guían por una intuición.
Es curioso que muchas personas, tras romper con una
relación insatisfactoria, caigan en una situación parecida una y otra vez al
cabo del tiempo. Esta situación es debida a que hay un denominador común en estas relaciones,
se enamoran de una persona muy similar a su ex pareja y eso lleva a repetir el
mismo patrón. Por lo tanto, eso genera situaciones y conflictos muy parecidos
en relaciones distintas -pero no tan diferentes las unas de las otras-.
Los estudios científicos dicen que las personas
tienden a relacionarse
con sus parejas de forma parecida a como aprendieron a relacionarse con sus
padres durante su infancia. Dependiendo de eso se puede encontrar un
gran abanico de posibilidades relacionales. Si las relaciones con sus padres
fueron positivas,
sanas y satisfactorias tenderán a buscar parejas similares a sus
padres -en la manera de relacionarse y comunicarse entre ellos-.
En cambio, si las relaciones con los padres fueron
más bien negativas,
conflictivas e insanas, tienden a repetir esos patrones relacionales
en futuras parejas. ¿Y por qué pasa eso?
Eso se debe a que en las relaciones parentales se
crearon unas inseguridades,
unos miedos
y unas necesidades
emocionales que dejaron, de
alguna manera, esa marca emocional que los suele acompañar a lo largo de la
vida. Pueden buscar personas que aparentemente parezcan distintas a esas
figuras, pero que inconscientemente tienen algo en común. Eso es debido a que
intentan hacer mejor lo que los padres hicieron mal- o lo que podría
mejorarse-.
Son personas que al principio de una nueva relación se
relacionan de manera positiva y sana. Pero que con alguna otra
dificultad o problema en pareja -que siempre aparecen con el tiempo- hacen que
salgan a flote esas inseguridades y miedos. Eso les hace volverse absorbentes,
desconfiados, distantes, etc., que es lo que aprendieron de la manera en la que
se relacionaban con sus padres. Llegados a este momento se sienten
decepcionados con su pareja, por ser completamente distintos a lo que ellos
conocieron de esa persona en el inicio de esa relación. Y no es verdad que sean
distintas personas -la del principio con la del final de la relación- sino que,
en los inicios, se
relacionaban de una manera más sana, más positiva y eso cambia
cuando en uno de los dos integrantes o en ambos se activan esos miedos por alguna
razón. Empiezan a relacionarse desde la inseguridad y el miedo, que eran los patrones
que aprendieron y registraron en su infancia.
Hablamos de que se tiende a seguir los patrones que se aprendieron en
la infancia, pero nadie dice que esos patrones no puedan modificarse.
Si uno se da cuenta de que esos patrones lo llevan a ser infeliz con la
elección de sus compañeros de viaje en la vida, deberá hacer alguna cosa para
salir de esa situación. Con mayor o menor dificultad puede modificar algunas
cosas para que esa reincidencia en la búsqueda de patrones erróneos de pareja
varíe, se modifique y llegue a desaparecer.
¿Cómo podríamos cambiar esos patrones reincidentes y problemáticos?
Para salir de esa reincidencia en la búsqueda de
patrones de relaciones complicadas tenemos que:
1. Identificar nuestros miedos: pensar qué nos
hace más miedo cuando estamos en una relación y pensar por qué puede que nos
sintamos así (relaciones parentales en la infancia, alguna ruptura amorosa no
superada, etc.)
2. Semejanzas entre las relaciones que has tenido
y cuáles son los problemas que tiendes a vivir con tus parejas. De esta manera
identificarás cuales son las cosas que tienes que trabajar de manera
individual.
3. Superar los miedos: no tener miedo a que
sucedan las cosas antes de que sucedan. Pero que no sean esos miedos los que te
lleven a propiciar situaciones que te hagan sentirte incómodo/a o infeliz.
4. Tener confianza en ti mismo/a y valorarse
(Conocerse a uno mismo): tenemos que tener en mente que toda persona tiene una
serie de virtudes y defectos (en mayor o menor medida). Ser consciente de ello
te puede hacer valorar tus actitudes y comportamientos. Esos comportamientos se
pueden trabajar
y potenciar. No debes pensar que tu felicidad depende de la persona
que tienes a tu lado (que ayuda o la potencia) pero tú mismo debes sentirte
bien y feliz por ti solo.
5. Ampliar horizontes: descubrir que hay personas
interesantes que salen de “los patrones en que te sueles fijar” y que te
pueden aportar muchas cosas. Ampliar el tipo de persona en la que te sueles
fijar, tanto a nivel físico como a nivel personal.
Super interesante!
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