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dijous, 8 de gener del 2015

“Una sonrisa de complicidad es un regalo”. Theodore Zeklin. La Contra de La Vanguardia.

Nací en la Palestina británica hace 80 años y vivo en Oxford. Casado, sin hijos. Profesor universitario, asesor de instituciones académicas y de Sarkozy: Estando dentro del gobierno comprobé que el gobierno es imposible. Siento curiosidad por todos los seres humanos

No tener nada que decir, ¿es algo que también le ocurre a usted?
Muchas veces, de hecho vivo rodeado de campos, en silencio, con frecuencia no hablo durante días.

¿Y en qué piensa?
Reflexiono sobre la experiencia humana, y por eso me considero historiador y no filósofo. Me centro en cómo aman, cómo temen, cómo se interesan por los demás las personas a lo largo de la historia.

¿Es algo cambiante?
Sí. En los libros antiguos se habla sobre todo de comida, relaciones comerciales y religión. Después empezamos a hablar de nosotros mismos.

¿Necesidad de reconocimiento?
Se extendió la idea de recibir aplausos, y así la retórica se convirtió en un arma de guerra que se enseñaba a los poderosos en las escuelas. Ganar una discusión se convirtió en un sustituto de descubrir la verdad.

Una pena.
Sí, en la vida hay cosas mucho más interesantes que sacarle brillo a la armadura. De hecho, los humanos hemos cambiado el mundo en muchas ocasiones al variar la manera de mantener nuestras conversaciones.

Cuénteme qué es conversar.
Es descubrir qué tiene la otra persona en la cabeza, algo que a menudo ni ella misma sabe, y es la base de la relación humana. Cuando dos mentes se encuentran, no sólo intercambian hechos, se remodelan, cambian. Incluso llegan a cambiar el mundo.

Usted ha hablado con intelectuales, jefes de gobierno y gente sin hogar.
Lo que más necesitamos las personas es que nos escuchen. Hablé durante dos horas con un hombre que había escapado de la cárcel en Irán y llevaba cinco años refugiado en Inglaterra. Me dijo que era la primera conversación que mantenía en cinco años.

Inquietante.
He conversado con más de 70 personas sin hogar. Cada uno de ellos había perdido algo: el trabajo, la familia, su hogar o habían estado en prisión, y como resultado de todo ello se habían convertido en nadie.

Nadie para nadie.
Es importante hablar con personas a las que no les queda nada. “No os olvidéis de la hospitalidad, dice la Biblia, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles”. Las conversaciones suelen ser superficiales. No son esas las que pueden transformarte. Las conversaciones tienen que ser valientes, fecundas, una aventura. Yo suelo iniciarlas preguntando cómo han cambiado las prioridades a lo largo de su vida.

¿La curiosidad es la clave de la libertad?
La curiosidad es la respuesta al miedo. Cuando eres curioso olvidas el miedo, y así, de alguna manera, descubres la libertad.

¿Y qué es la libertad?
Antes que un derecho es una capacidad, una habilidad.

¿Qué nos esclaviza?
El trabajo consiste en vender y comprar tiempo. Trabajamos porque necesitamos dinero, somos esclavos a tiempo parcial.

No todo trabajo esclaviza.
Todo trabajo que no haga de ti una persona mejor esclaviza. El trabajo no se inventó para hacernos mejores, pero el cargo nos hace creer que somos amo y mejores que otros.

A usted, ¿qué le ha emocionado?
Encontrar a mi esposa. Es de la relación entre dos personas de donde surge la emoción y la creatividad. Cada vez que conozco a alguien aprendo algo, incluso de las personas que no me gustan. Se trata de mirar más allá de lo que te disgusta.

Lo que importa es el valor, dice usted.
Algunos dicen que estamos en este mundo para realizarnos completamente, yo creo que estamos llenos de cosas inadecuadas y que ser nosotros mismos, ser auténticos, no es suficiente.

¿Y el consabido “conócete a ti mismo”?
Yo creo que has de descubrir lo que hay fuera de ti. Yo he recorrido el mundo para encontrarme con las personas, y eso es mucho más interesante que yo mismo.

Dostoyevski decía que no importa lo que diga la gente, sólo cómo ríen.
La risa significa que aplicas tu propio criterio, y a la vez que no te tomas demasiado en serio y por tanto estás abierto a que otros entren en tus conversaciones internas. El propósito del humor es descubrir la verdad, y una sonrisa de complicidad es un regalo.

¿Cuál es el mal del ser humano de hoy?
La crueldad. Estamos tirando bombas a personas que no conocemos, con frecuencia inocentes: viejos, madres y niños. ¿Cómo es posible no sentir congoja, no reaccionar, cuando vemos por la televisión a personas que lo han perdido todo?

Entonces el mal es la indolencia.
Es la ignorancia sobre las otras personas. No reconocer lo que significa sobrevivir a una bomba que ha arrasado tu mundo.

No pensamos mucho.

Es una de las cosas que temen las personas: pensar. Preferimos vivir entretenidos, y así entregamos nuestro poder.


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