Gustavo Dessal, psicoanalista,
coautor con Zygmunt Bauman de 'El retorno del péndulo'
Tengo 62 años jóvenes, porque cada día invento una
razón para desear algo. Nací en Buenos Aires y
estoy a gusto en muchos sitios y en España. Soy tozudo. Soy un agnóstico, pero judío, porque creo en el saber. Tengo
dos hijas y voy a ser abuelo: eso es estar cerca de la felicidad.
MÁS QUE SEXO
"El
niño que se chupa el dedo es sexualidad; igual que el que retiene el esfínter
para soltarlo de golpe al defecar". Dessal explica por qué el
psicoanálisis ha ensanchado el concepto de sexualidad, que en los animales
sigue siendo simple mecanismo fisiológico pero en los humanos se ha emancipado
de la biología hasta convertirse en nuestra dimensión más vasta y compleja. De
ahí que sea en nuestra sexualidad donde se manifiesten con más claridad
maestros desarreglos, y por eso los seguidores de Freud y Lacan siguen
psicoanalizando lo complicado que nos resulta llegar a ser hombre o mujer,
heterosexual u homosexual. Y más en según qué épocas.
Bauman y usted coinciden en que vivimos en el
apogeo del principio del placer, pero que eso... ¡nos hace sufrir!
La historia de la humanidad oscila entre el
principio freudiano del placer y el de realidad, que lo modula. Y hoy estamos
en el apogeo del placer y sufrimos.
¿En qué lo observa?
En que ya no vemos la felicidad como la mera
aspiración que es, para verla como un derecho. Y eso no puede sino frustrarnos.
La felicidad sólo son momentitos.
Antaño ser feliz era poder comer, y aun antes
bastaba con no ser comido. Pero hoy creemos que si no somos felices es o porque
hacemos algo mal o porque nos lo están haciendo. Los pacientes me llegan
frustrados el lunes porque el fin de semana se las prometían muy felices y
luego no pasa nada.
No pasa nada. ¡Qué gran fin de semana!
Esre malestar tiene un denominador común:
Malinterpreta el amor.
¿En qué sentido?
Hablo de otra ilusión: el enamoramiento; ese momento
fugaz en el que crees haber encontrado en otro lo que te falta y al
unirte a él alcanzas la plenitud que es sólo una chispa, pero suficiente para
encender la pasión, que a veces lleva a la locura y a la muerte.
¿Lo de "locura y muerte" es retórico?
Para muchos, me temo que no. Y a mí me resulta
cotidiano porque me he especializado en pacientes que sufren, mueren y matan
por lo que confunden con amor.
¿Por qué enferman?
Buscando la felicidad que creen merecer sufren
otra patología de esta época: la adicción. Se atan hasta la esclavitud a
relaciones, conductas, sustancias que les hacen gozar y sufrir con tal
intensidad que les resulta insoportable dejarlas.
¿Por qué enganchan tanto?
Porque
todo placer lleva aparejado desde el primer momento su displacer.
Cada vez más dosis para gozar menos.
Hay quien se vuelve adicto a una relación tóxica y
soporta ser humillado por un espejismo de goce y también quien abandona
frívolamente a una pareja sólida porque ya no soporta “que
tenga -me dice- tanto vello".
La relación extraña hoy es la que dura.
Porque a la relación de pareja se le exige autenticidad,
y antaño, en cambio, se le permitía al otro conciliar realidad y deseo
discretamente por otros canales.
Eras libre mientras el otro no supiera.
Hoy
no se tolera esa dualidad. Y la intensidad exigible en pareja contrasta con
la liquidez de las relaciones digitales: tengo pacientes con más de mil amigos
en Facebook que se quedan solos el día de su cumpleaños.
¿Por qué el mundo on line es leve?
En
el mundo digital lo que dices sólo dura el tiempo en que lo estás diciendo, por eso
resulta tan vacuo y conduce hacia la banalidad espasmódica y el déficit de
atención. Esa comunicación universal también tiene su correlato en una soledad
universal.
¿Cómo se cura la relación patológica?
El psicoanálisis no persigue la curación, sino un
diálogo que te ayude a conocerte para que toleres la frustración ante la
adversidad. Paradójicamente, el adicto, al alcanzar la madurez que le libra al
fin de su esclavitud, experimenta una sensación de vacío...
Los humanos no tenemos remedio.
...Porque el placer-displacer adictivo llenaba un
vacío en su vida. Y ahora debe enfrentarse a sí mismo para darle nuevo sentido.
¿El amor también se ha vuelto líquido?
Como la pareja, ha cambiado mucho en sus
manifestaciones, pero su fondo sigue siendo el mismo. Seguimos creyendo en el amor sólido, por
eso aspiramos a relaciones sinceras, leales, fiables y estables.
¿Y también ilusorias?
El
amor participa siempre de algo ilusorio que le es irrenunciable y que le
emancipa de la biología para hacerlo singularmente humano. El amor es ilusión o
no es.
¿Cómo lo sabe?
La inmensa mayoría de los separados aún esperan
encontrar una relación genuina.
¿Ellos y ellas?
También hay mujeres que se masculinizan porque así
creen responder mejor a lo que les pide su empresa hasta que llegan a la
consulta a cierta edad diciendo que se equivocaron al dejar de buscar ese amor.
Suena usted machista.
Las palabras no son mías, sino de esas pacientes.
También veo hombres solitarios y fóbicos al compromiso, por más que lo
necesiten más que ellas, y aterrorizados por la impotencia en su sentido amplio
y restringido. Hombres, dice Lacan, a los que son ellas quienes han de
"quitarles los pantalones"...
¿Y los homosexuales?
Como los hetero, algunos vienen a la consulta
porque sufren ansiedad, insomnio, inseguridad, tristeza, depresión... Hacerse
mujer u hombre, heterosexual en fin, es tan complicado como hacerse homosexual.
¿Por qué nos cuesta tanto madurar?
Porque
somos los seres más complejos del universo, y por eso lo es también el
psicoanálisis, que pone énfasis en la sexualidad, porque es la dimensión en que
se manifiestan antes y con más claridad nuestra falta de armonía y nuestros
desarreglos.
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