Ilustración Anna Parini |
La
mente fatigada provoca dispersión, falta de atención y de claridad. En la
situación contraria, es capaz de ver lo extraordinario en lo aparentemente
corriente.
Las preguntas relevantes son como escobas que
barren la mente y crean un espacio limpio.
Cuando la mente está libre de todo conflicto,
existe una energía creativa que surge libre de condicionamientos
Gracias a nuestra poderosa mente pensamos,
soñamos, ideamos, proyectamos, asociamos ideas, diseñamos, planificamos,
generamos expectativas, imaginamos y recordamos. El pensamiento puede ser
beneficioso o nocivo, positivo o negativo, necesario o inútil, insípido o
creativo, elevado y sublime o destructor y desgarrador. Muchos pensamientos son
innecesarios. Algunos surgen como tormentas que nos azotan. Si no gestionamos
bien toda la actividad de nuestra mente, el cansancio mental se convierte en nuestro compañero
inseparable.
Es una fatiga que provoca dispersión, pereza,
falta de atención y de claridad; además, disminuye nuestra capacidad
resolutiva. En cambio, cuando se está inspirado y motivado, la mente nos
revitaliza y genera pensamientos creativos que suscitan energía y fuerza. En un
estado creativo, los pensamientos son prácticos, poéticos y manifiestan
belleza. La mente está abierta y puede ver lo extraordinario en lo
aparentemente corriente.
Desafortunadamente, este estado mental no suele
durar mucho. Más bien nos sumergimos en una actividad mental estéril y
agotadora. Cada individuo genera unos 50.000 pensamientos al día, muchos de los
cuales son repetitivos y mecánicos. Otras veces se da vueltas una y otra vez
sobre cosas que no se pueden cambiar. Son pensamientos que suelen referirse al
pasado. No
llevan a ninguna parte y agotan.
Cuando se vive en un tren de pensamientos
innecesarios y debilitantes, viene bien plantearse algunas preguntas que ayuden
a desactivar ese mecanismo repetitivo y lleven a una reflexión más productiva y
estimulante. Por ejemplo, ¿cuál es la intención que le mueve a pensar lo que está
pensando? El primer paso es encontrar el propósito, porque permite
darse cuenta de lo inútil de ese pensamiento y cambiar el rumbo.
Otra práctica aconsejable es intentar no utilizar
demasiado los tiempos verbales condicionales, ya sean en pasado o en futuro.
Por ejemplo: “Si
hubiera estado ahí en esos momentos, no habría sucedido esa desgracia”. “Si
hubiera tenido esa información a tiempo, habría ganado ese caso”. Cuando tenga
el título seré más respetado por mis superiores”. “Cuando él cambie estaré
mejor”. Como el pasado pasó y el futuro aún tiene que venir, este
tipo de juicios no son útiles, debilitan y agotan. Es tan importante aprender a
transformar como a no crear estos pensamientos sobre asuntos que no
podemos cambiar o que no depende de nosotros que cambien. Así se estará más
concentrado y se tendrá mayor claridad para tomar las decisiones adecuadas.
No se trata de dejar la mente en blanco, sino de generar
pensamientos positivos, creativos, inspiradores, beneficiosos. Así
se logra un espacio mental fértil. Deliberar en positivo no es negar la
realidad, sino ser capaz de ver los problemas y tener la creatividad mental
para aportar soluciones sin obsesionarse ni ofuscarse. Las reflexiones positivas
fortalecen y revitalizan la mente. Suelen ser cavilaciones que se basan en
valores y en apreciar y agradecer lo que se es y lo que se tiene. Una mente
agradecida es una mente descansada.
Otro aspecto que agota es nuestra extraordinaria
capacidad de planificar: reuniones, encuentros, acciones, lugares, horarios…
Cuando las cosas se suceden una tras otra según los planes, uno está más
tranquilo que cuando los imprevistos tergiversan los planes. Si se aferra a su
plan, deja de escuchar las señales que el momento o las personas le están
dando, y quiere que la realidad se amolde a sus ideas y no al revés. Al forzar nos
cansamos. A veces es nuestro cuerpo el que nos pide descanso, pero
como el plan era otro, nos forzamos a cumplirlo.
En una sesión de coaching, una mujer explicaba
cómo se obligaba a realizar los planes que se había marcado y los compromisos que había
adquirido, forzándose a cumplir los horarios impuestos por otras
personas importantes para ella. Aunque sintiera que debía parar, su mente le
hacía seguir. Sin parar, ni respirar con consciencia ni escuchar. Estaba
agotada mentalmente. A veces hemos planificado algo, pero cuando llega la hora
sentimos que no es el momento o no es el nuestro. Es importante detenerse unos
minutos para replantear la situación. Ese rato da un espacio mental para abrir
un paréntesis, ver y decidir con mayor claridad.
A veces el cansancio mental surge de las luchas internas
entre lo que nos gustaría que fuera y lo que es, entre si decir o
callar, si salir o quedarse, entre las decisiones que se toman y lo que en
realidad se hace. Debemos incorporar prácticas para comprender de dónde surge
tanto pensamiento estéril, para escucharnos y acallar los ruidos mentales.
Ejercitar
la mente con pensamientos creativos revitaliza. Es como
cuando se hace ejercicio físico. Caminar, correr, nadar o jugar al tenis
energiza, y si acabamos cansados, se siente que es un cansancio sano. Por el
contrario, si nos quedamos de pie media hora sin movernos, terminamos más
cansados que si hubiéramos estado ese rato caminando. A la mente le ocurre algo
parecido: si
está “parada” dando vueltas a un mismo asunto, se agota más que cuando avanza
con pensamientos inspiradores que abren nuevos horizontes.
¿Qué se puede hacer para que nuestro pensamiento
sea más inspirador y vigorizante y combatir el cansancio mental? Cultivar el pensamiento
creativo, reflexivo y claro. ¿Cómo? Por ejemplo, haciendo un viaje a
un entorno natural y observar. Mirar el horizonte que une mar y cielo en una
playa; sentir la humedad del suelo o gozar de los colores de las hojas y los
ruidos de la naturaleza en una montaña. Así es más fácil que la mente se calme.
Ilustración Anna Parini. |
Son situaciones que ayudan a parar la actividad
mental durante un par de minutos y a descansar. Se trata de visualizar un
espacio que me ayude a renovar el discernimiento.
En un mundo saturado de información y
conversaciones que provocan ruido mental, emocional y físico, se necesita
cultivar espacios
internos de silencio para estar centrados. Un silencio creativo,
contemplativo y generativo. Es decir, que genere positividad y bienestar,
comunicación y sentido y una quietud en la cual se gesta el pensamiento
transformador. Aunque uno esté en un entorno ruidoso, puede ser creador de
pensamientos inspiradores como cuando está rodeado de naturaleza.
Todo mi esfuerzo debe limitarse a controlar las
idas y venidas de la mente, poner la imaginación a mi servicio y dejar de estar
yo –como un esclavo– al suyo.
Tenemos la capacidad de crear las reflexiones que
queremos. Utilicémosla más a menudo. Para ello, se debe controlar la mente,
dirigirla y mantener centrada la atención. Si uno se queda atrapado en sus
propios pensamientos, no tendrá poder sobre ellos. Cuando, observándolos, se logra
separarse de ellos, se deja espacio, se asume el control y se pueden
canalizar en la dirección que se quiera.
Para tener poder sobre algo se debe ver desde
cierta distancia. Al observar un cuadro, si se pega la nariz a él, no se ve más
que un pedacito borroso. Si nos distanciamos, podemos abarcarlo en su
totalidad. En la práctica de meditación se aconseja sencillamente observar los
pensamientos y dejarlos pasar. Llega un momento en que uno se da
cuenta de que son una creación mental, una película, que uno puede dejar de
crear y de seguir. Al lograr este dominio, se conecta con un estado de calma y
claridad que permite crear los discernimientos de calidad que
queremos. Una buena meditación revitaliza, nos llena de energía, barre la mente
de reflexiones innecesarias y deja espacios para la innovación y la renovación
mental.
PARA SABER MÁS
Discos
Escuchar música relajante contribuye a descansar
la mente. El
mejor álbum de relajación del mundo contiene dos CD con 36 obras de
grandes compositores. En el librito que lo acompaña leemos: “La música
amansa a las fieras. Nos tranquiliza, nos libera de las tensiones y crea para
nosotros un ambiente de relajación sosegada”.
Libros
Biografía
del silencio.
Pablo d’Ors (Siruela)
La
mente en meditación.
Jiddu Krishnamurti (Kairós)
Leerlos nos acompaña a descansar la mente.
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