Cuántas veces afirmamos que algo es
difícil, sin haberlo tan siquiera intentado! A menudo cuando álguien nos expone
o propone algo, expresamos nuestro miedo o nuestra ignorancia con esta
exclamación. No obstante, suelo preguntar si existe algo realmente fácil en nuestra vida y, si
muchas veces a pesar de su dificultad hemos conseguido algo, a priori imposible
de conseguir…
Pero pensemos un poco sobre la
facilidad o dificultad en nuestra vida. Vivimos en un mundo en que no nos
resultará fácil lo más obvio, pues lo hemos sofisticado todo tanto, que lo más
sensato y natural ya no caben en él y se convierten en rarezas. Así, desoímos
nuestras emociones que provienen de lo más hondo de nuestro ser,
confundiéndolas con lo que conviene sentir y hacer. Confundimos esa
voz interior y terca, con el ruido exterior! El sentido común, huelga decir,
que campa por su ausencia, en un mundo en que éste casi siempre resulta
transgresor y hasta peligroso, pues hemos sustituído lo obvio por lo que tiene
que ser, sí o sí, sin permitirnos siquiera cuestionarlo…
Así, ni qué decir tiene que lo más
espontáneo y natural que sale de nosotros se ha convertido en algo que requiere
de mucha de nuestra energía para permanecer. Es más fácil dejarse arrastrar por
lo impuesto, por lo cómodo, por lo que ha de ser, que intentar pensar, sentir y
actuar a partir de nuestros propios principios, valores o, al menos, lo que
sentimos en nuestro interior. ¿Es fácil hacerlo? ¿Es realmente fácil seguir
nuestros propios pasos, a pesar de lo que los demás o el mundo digan que
debemos hacer? ¿Es fácil llevar la contraria a lo que nos imponen? Creo
personalmente que no es fácil ni difícil, es algo imprescindible y necesario,
en un momento dado de nuestra vida…
Un día descubres -por la razón que
sea, a menudo una dificultad acompañada de sufrimiento- que hay algo oculto
en ti que pugna por salir y expresarse, exigiéndote y/o ayudándote a ser tú
mismo. Si ese día tienes el valor de dejarlo salir, expresarlo y eso
te hace sentir verdaderamente bien interiormente -e independientemente de la
reacción que haya generado fuera, en los demás-, tu semblante cambia, sientes e
irradias felicidad y paz. Seguramente es una de la primeras e inauditas
experiencias de felicidad más consciente que hayas tenido. Obviaremos la
felicidad espontánea e ignorante del niño, pues la felicidad de verdad exije
consciencia plena, es decir sentida y real.
Esa sensación descrita y, permíteme la
ironía, un tanto heróica y hasta ese momento inusual, engancha y se convierte
en algo reincidente a partir de ese momento en la vida. Quien sigue un sueño y se cumple, éste te
hace feliz y sueñas en reincidir! Es realmente difícil intentar
evitarlo de nuevo o escaparse de soñar, pues esto implica una renuncia a ser tú
mismo y a lo que mereces, una vez más. Pero aún así, hay gente que lo logra,
aunque sea a cambio de incorporar ansiedad, insatisfacción e infelicidad en su
vida ordinaria, consigo mismo y con los demás. Llega incluso a incorporarse a
su personalidad, sesgando lo que siente, hasta el punto de impedirle sentir el
amor y la necesaria paz. El amor a uno mismo es la premisa para poder amar y ser
amado por los demás. ¿Entiendes ahora las sombras llenas de
amargura, tristeza y de infelicidad que invaden día a día nuestro mundo?
¿Fácil o dificil, qué más da? Facil si sigues
a tu interior, pues eso te humaniza, te satisface y te hace feliz! Difícil si
gastas energía en contradecirte, renunciar a ti mismo y a lo que sueñas y
mereces! ¿Es siempre posible lo fácil o siempre imposible lo
difícil? En la vida todo es relativo y, sobre todo, es un tema de equilibrio
entre lo aparentemente opuesto, excluyente y/o contradictorio… las luces y las
sombras que todos tenemos según cada momento! La verdad es que lo difícil nos hace
fuertes y firmes y lo fácil nos permite disfrutarlo y compartirlo!
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