No hace falta ser psicólogo para
distinguir los amores verdaderos de los falsos. Con un poquito de intuición ya
se aprecia. Lo vemos en nuestros congéneres. Pero el gran inconveniente es que lo vemos con
diáfana claridad en las otras parejas, pero no en la nuestra. A
veces nos empeñamos en que sobreviva un falso amor y luchamos por él hasta la
extinción de nuestras energías, convencidos de que vale la pena.
Pero eso de que vale la pena solo es
lo que creemos, una idea que creamos y creemos. Lo que es verdadero se desenvuelve solo,
sin demasiado empeño, lo mismo que las mareas se sincronizan, las
flores brotan sin esfuerzo y el agua se evapora. No parece que estén batallando
en su desempeño. Estamos tan inmersos en falsos amores que no es de extrañar
que la estadística de divorcios ya llegue a 1 por cada dos matrimonios. Si a
esto le añadimos las separaciones y las incidencias de las parejas de hecho, se
podrían plantear preguntas desde todos los ámbitos de estudio.
Por suerte o por desgracia, ya damos
por hecho que los amores no duran y nadie se escandaliza al ver pasar novios/as
sucesivos/as por casa del vecino. Las relaciones se suceden, intento tras
intento, con el fin de hallar alguna que pueda funcionar, entendiendo como
funcionamiento la cualidad de satisfacer por igual a las dos partes y además la
capacidad de crecer en el tiempo. Una de las protagonistas de la serie “Sexo en Nueva York”, Charlotte, la que
más cree en el amor de pareja, en algún episodio llega a decir: “Llevo saliendo
desde los 15 años con hombres, tengo 35 años y aún no he encontrado uno bueno
para mí”. Y no será porque se estén quietecitas en casa, la verdad
es que pasan muchos hombres por sus vidas, por lo que no se trata meramente de
una cuestión de estadística. La pregunta es obvia, ¿esa adicción a ir besando
sapos/as, tendrá que normalizarse como estilo de vida en nuestra sociedad?
Parece como que hubiera que conformarse con una vida afectiva consistente en ir
de relación en relación para asistir sin más cómo se van abortando los sucesivos
intentos de amar. No debe de ser algo de usar y tirar hasta que aparezca algo
bueno. Seguro que estamos haciendo algo mal. Y es que resulta que eso de amar
tiene su qué. No es tan fácil como se cree. Es más, la mayoría de las parejas que se forman no
saben amar. Eso es, por lo menos lo que dicen los maestros
espirituales.
El
apego no es amor.
Es muy fácil confundirse. Lo que
entendemos por amor con frecuencia tiene más
elementos de no-amor que de lo que compone el amor verdadero.
Es sorprendente la paradoja: películas, canciones, culebrones, prensa del
corazón y nuestro mismo entorno utilizan hasta el desgaste la palabra amor para
denominar todo aquello que es incompatible con el amor. Por ejemplo, se cree
que es amor proteger a la pareja, cuidar de sus intereses o supervisar sus
deseos, cuando esto podría ser dominación. En el amor auténtico se da la tolerancia, la aceptación y
falta de resistencia.
El apego es una falsa apariencia del
amor y la gran responsable del fin de muchas historias románticas. Se trata de
un concepto capital en la filosofía budista y puede estar asociado a cosas,
situaciones o personas. Para el budismo, el apego constituye la causa más importante del
sufrimiento humano. En el ámbito de la pareja, el apego es muy
dañino porque el mismo ímpetu que aglutina es el responsable de provocar el
mayor sufrimiento y el final de la relación. Es fácil dejarse engañar por el
apego porque en muchos aspectos superficiales se asemeja al amor de verdad. El sentirse
apegado a las personas, objetos o situaciones es parte del condicionamiento
de todo ser humano hasta que este
empieza a ser consciente de sus necesidades y temores. En el momento
que se da cuenta de que lo que creía amor tenía que ver más con su necesidad es
posible que esté preparado para pasar del apego al amor.
PASAR
DEL APEGO AL AMOR.
Estar completamente libre de apego es
prácticamente imposible en una pareja. A lo largo de la vida hemos aprendido a
tener miedos y hemos llegado a pensar que algo externo a nosotros nos llegaría
a proporcionar una seguridad. Así, todos albergamos necesidades que creemos que el amor nos
va a cubrir. Pero es importante saber que no existe ninguna
sensación de seguridad perdurable si esta depende de factores externos, ya que
nunca podremos controlar los cambios imprevisibles de la realidad. Amar sin temor
es algo que forma parte del crecimiento personal y de la certeza de que ya lo
tenemos todo dentro de nosotros. Tenemos lo suficiente para ser
felices.
El apego surge cuando nos
identificamos con esa persona o situación y llegamos a convencernos de que la
necesitamos para ser felices. El ego humano llega a planear cualquier cosa con
tal de mantener a su objeto de apego dentro de su esfera de influencia y
control. La
adicción a una persona u objeto conduce a conductas de manipulación, abuso y
hasta violencia. En su forma más leve, el apego se manifiesta como
atadura, ya que trae consigo la idea de que el objeto de deseo nos aporta algo
que no poseemos: felicidad, seguridad, el sentirse amado, cuidado, importante,
validado… La pérdida del objeto produce
dolor, rabia o depresión.
La diferencia primordial entre apego y amor es el factor
libertad.
El amor jamás restringe el libre albedrío del otro. Estar apegado crea la falsa
creencia de que el amado refuerza nuestra identidad. Miedo y necesidad son las emociones que
subyacen al apego. Miedo a estar en el presente, a enfrentar lo
desconocido o a perder el objeto del amor.
Se dice que si una relación fuera una
cámara, el amor haría que cada uno estuviera bien enfocado mientras que si hay
apego, las partes se verían borrosas. Es un problema de excesiva proximidad.
DESPIECE.
¿MI AMOR ES APEGO?
Para saber si estamos amando de forma
apegada habría que hacerse las
siguientes preguntas:
“¿Existe
alguna situación o persona de la cual me siento dependiente o estrechamente
ligado?”
“¿Necesito
algo de esa persona o situación?”
“¿Qué
haría o sentiría si esta persona quisiera dejarme o si esta situación
particular se terminara?”
“¿Sería
capaz de aceptar dejar ir a esa persona o que la situación finalizara? En el
caso de la persona, ¿sería capaz de seguir sintiendo amor por la persona que me
ha dejado?”
DESPIECE.
EL FALSO AMOR. APEGO.
Creencia
en que el compañero puede lograr que seamos felices.
Pérdida
de la propia identidad en el contexto del compañero. Este nos suministra
identidad.
Deseo
de adueñarse del otro.
Necesidad
de control.
Celos.
Sentir
urgencia y ansiedad si las cosas no son como queremos que sean.
Reactividad
y defensa ante cualquier expresión del otro que despierte temor.
Utilización
de la venganza, abuso y manipulación al sentir malestar o angustia.
Ansia
de halagos, confirmación del propio valor, sexo, y seguridad.
Certeza
de que el otro “nos hace felices o desgraciados”.
DESPIECE.
TRANSFORMAR EL APEGO EN AMOR.
Observarnos a nosotros mismos para
darnos cuenta de las ataduras que nos unen a la pareja. La clave para darnos
cuenta de eso es la presencia de dolor. Por ejemplo podemos observar cómo
reaccionamos, si tenemos expectativas demasiado altas, si ya no tratamos a nuestra pareja como a un amigo respetado. Podemos
percibir nuestras motivaciones para decir lo que decimos y advertir si es el
miedo el que nos impulsa.
Intentar
aprender a soltar la ligazón. A veces esto puede producir soledad
y tristeza dentro de la relación. Implica sentir el dolor de modo individual,
sin adjudicar la culpa al otro ni hacerlo responsable de nuestra pena. Volverse hacia
el interior para calmarnos e identificar nuestro sentir (ser conscientes).
No exigirle al otro que remedie nuestro malestar. Lo mismo se aplica para el
otro, habría que dejarlo que sienta su rabia y su dolor sin intentar salvarlo
por no sentirnos mal.
No
reaccionar.
Esto se lleva a cabo ignorando las voces de nuestra mente que nos taladran
alimentando el miedo y lo que percibimos como amenazas. Responsabilizarnos de nuestras decisiones
en lugar de sentirnos víctimas. Sentirnos dueños de nuestra propia
felicidad. Sentirnos menos “importantes” al focalizar con humildad en
nuestro interior en lugar de hacer al compañero objeto de atención y crítica
constantes.
Saber
estar presentes ante nosotros mismos, atentos a nuestra rabia, miedo, dolor,
expectativas y exigencias. Con esto podemos llegar a sentirnos
libres, vitales y espontáneos en nuestra relación apreciando al compañero sin
imágenes, ilusiones y expectativas. Con esto las relaciones no serán fuente de
sufrimiento.
DESPIECE.
LOS CUATRO ASPECTOS DEL AMOR SEGÚN EL BUDISMO. (“El
verdadero amor”.Thich Nhat Hanh, 2004)
Bondad
incondicional o benevolencia. Capacidad de dar alegría y felicidad a la persona que
amas. Aprender a observar a
quién amamos porque si no la comprendemos no la podremos amar. La comprensión
es la esencia del amor. Dedicar tiempo a estar presente y atento y observar
profundamente. A eso se le llama comprensión.
Compasión. Deseo y
capacidad de aliviar el sufrimiento de otra persona. Para conocer la
naturaleza de su sufrimiento y ayudarla a cambiar, también hay que observarla
profundamente. Para eso es necesaria la meditación. Meditar es observar a fondo
la esencia de las cosas.
Alegría. Si en el amor
no hay alegría, no se trata de verdadero amor. Si estamos sufriendo
y llorando todo el tiempo o si se hace llorar a la persona que amamos, eso
significa que no se trata de un verdadero amor, incluso puede llegar a ser lo
opuesto a él. Si en la relación de pareja no hay alegría, seguro que no es un
verdadero amor.
Ecuanimidad
y libertad. El verdadero amor hace alcanzar la libertad.
Cuando se ama de verdad se le da a l otro una absoluta libertad. Si no es así,
no se trata de un verdadero amor. El otro debe sentirse libre, no solo por fuera, no
también por dentro.
Excelente ...!!! Me encantó! Un saludo!!! :-)
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